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Capítulo 4 Chicos lindos

Narra Kate

Estaba tan ilusionada de ir a cenar con Scott y agradecerle lo que había hecho por mí, sin embargo, su novia no lo deja ni un solo momento.

—¿Qué ocurre? —Entra mi madre a mi habitación.

—Iba a salir con el chico del otro día, sólo que ya no quedamos en nada. —Digo con desilusión.

—Mi pequeña. Tal vez tenía cosas por hacer. —Si, como estar con la tal Eva. Sólo que no lo digo o pensará que estoy tratando de romper esa relación.

—Tienes razón, ma. —Digo y ella sonríe dulcemente.

—Bueno, hablando de cenar, te preparé tu emparedado de mermelada de frambuesa. —Me entrega el plato y mi vaso con leche y chocolate.

—Muchas gracias ma. —Sólo nos tenemos a nosotras dos. Papá nos abandonó y supimos que se casó con su novia de la preparatoria. No supimos más de él.

Mientras cenaba, me estaba concentrando en mis trabajos de la universidad, cierro por un momento los ojos, y llegan a mí, esos ojos grises y con una mirada muy profunda que incluso causa miedo y a la vez curiosidad.

—¿Quién podrá ser?

Miro la hora y ya es algo tarde, así que me doy prisa con mis tareas. Y una vez que termino, me lavo los dientes y me cambio de ropa.

—¡Kate! —Me hablan, volteo y son mis amigos.

—Hola, chicos. —Los saludo y están muy sonrientes.

—Ok… ¿Qué les pasa a ustedes dos? —Digo y sonríen aún más.

 —Mas bien, ¿Qué te pasa a ti con los hermanos Jones? Porque los pocos días que llevamos aquí, han estado interesados en ti. —Dice mi amiga y la verdad no lo había notado.

—No sé de que estás hablando. —Pero me hago la desatendida.

—¡Por favor, Kate! Te hemos estado viendo, primero Scott y ahora s hermano mayor, Adam. —Interviene Erick.

—Ya déjense de tonterías y mejor vayamos a clases. —Ya había admitido el primer día de clases que me gustaba Scott, pero ahora al ver a su hermano.

¡No! No, no y no. Uno ya tiene novia y el otro, bueno… es probable que también la tenga, son dos chicos muy guapos.

Me siento en mi lugar junto a Joanna y Erick y veo entrar a Scott y sonríe al verme, su sonrisa me derrite.

¡Por Dios, no! No puedo estar pensando en un imposible.

Yo rápidamente desvío la mirada a otra parte y siento su aroma a lavanda junto a mí.

—Buenos días, Katherine. —Volteo a verlo y aun está sonriendo y eso me pone nerviosa.

—Bu… bu… buenos días. —¿Desde cuando tartamudeo frente a un chico?

—Hoy te ves muy hermosa. —Creo que me he puesto roja como tomate. ¡Que pena!

Carraspeo antes de hablar nuevamente.

—Muchas gracias. Tú… —Soy interrumpida, lo que acaba de hacer me deja sin palabras. Saca una rosa blanca de su morral y la pone sobre mi pupitre.

—Scott… —Sigo sin habla por ese detalle.

—Una hermosa flor para una bella mujer. — Quiero llorar, pero me resisto.

—Muchas gracias… —Y vuelvo a ser interrumpida, veo a Eva entrar al salón y guardo la rosa.

—¡Scott! Te he estado buscando. —Se ve muy molesta.

—Eva, deja de estar siguiéndome a todos lados, ¿quieres? —Si antes estaba molesta, ahora está furiosa.

—Eres un idiota. —Dice entre dientes y sale del salón y tirando cosas de los compañeros a su paso.

—¡¿Qué te pasa?! —Grita una chica molesta.

—Disculpa las actitudes de Eva. —Me dice Scott y lo miro nuevamente.

—¡Vaya! Si que es muy apegada a ti, brother. —Dice Erick muy sorprendido.

—Que te puedo decir. —Lo escucho bufar.

No sé si sea correcto aceptar esta rosa, si se llega a enterar que su novio me la dio y no me quiero ni imaginarlo.

—Scott, lo siento, pero no la puedo aceptar. —Digo con cierta tristeza.

—¿Qué? No, por favor acéptala. No te preocupes por ella. —Sonríe tiernamente y asiento con un poco de dudas.

…   

Nos encontrábamos en la cafetería y aun no dejaba de pensar en Scott, no debió regalarme esa rosa si tiene una novia. Y hablando de ellos, ahí sentados platicando como si nada.

—No te preocupes, si él no te hace caso, tal vez su hermano sí. —La voz de mi amigo me trae de regreso a la realidad.

—Pero ¿Qué cosas dices? Ninguno de ellos está interesado en mí. Tal vez Scott sólo quiere ser lindo y que seamos sólo amigos, y en cuanto a su hermano… —Me quedo callada al verlo acercándose a nosotros.

—Hola, hermosa Katherine. —¡Dios! ¿Qué tengo como para que estos dos chicos me estén buscando?

—Hola, Adam. —Sonrió un poco incomoda.

Mis ojos viajan hacia donde se encuentra Scott y sus ojos irradian un odio que me está dando mucho miedo.

—¿Qué ocurre? —Adam me mira con mucha preocupación.

—Nada. Ya es hora de irnos a clases. —Digo y me levanto de mi lugar, sin embargo, me toma de la muñeca deteniendo mi caminar.

—Espera. No le hagas caso a ese amargado, ten. —Saca una caja de chocolates y …

—¡No lo puedo creer! Pero ¿Cómo supiste que me gustan rellenos de cerezas? —Parece un psíquico.

—Bueno, yo… —Se ve algo nervioso rascando ligeramente su nuca.

—¡Kate! Vámonos. —Joanna me hala llevándome con ella al salón casi corriendo.

—¡Oye! ¡Espera! No corras, me vas a tirar. —Le digo y ella se detiene.

—Lo siento. No pude evitarlo. Me emocioné al ver como esos dos chicos te regalan cosas y mas que son de tu gusto. —Y ¡Vaya que si lo está!

—Y no logro entenderlo. ¿Cómo es que lo supieron? —Son realmente bueno en ello.

—No sé tú, pero los tienes loquitos a los dos por ti. —Dice con picardía y me sonrojo.

—Ya no sé que pensar. Lo que, si sé, es que los dos son unos chicos lindos. —Y eso ni dudarlo.

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