CAPÍTULO XVII

Jarrell.

Me siento confundido, no sé cómo fue que llegué a casa, que pasó después de llegar, cómo fue que amanecí en la cama de Linda y abrazado a ella. Por más que pienso no logro recordar, mi mente está en blanco, tampoco sé cómo fue que termine con una especie de gel verde en mi cuerpo, mis heridas ya no están.

Lo que me parece más extraño es que Linda tampoco recuerde nada, tal vez sí se desmayó al ver la sangre.

Siento el olor de Waylon y de Leysa.

—Jarrell, Jarrell —llama desde la plata baja.

—Waylon —Digo levantándome.

—¿Te sientes en condiciones de verlo? —pregunta Linda con voz preocupada.

—Sí —digo saliendo de la habitación, paso a la mía por una camiseta.

Bajo las escaleras la primera que se acerca es Amanda.

—¿Estás bien? Casi muero al enterarme que te habían lastimado —me abraza, la aparto de inmediato

—¿Qué fue lo que paso? —pregunta Waylon.

—Fue un ataque de pícaros —pensándolo bien esos no son pícaros comunes, estos estaban más organizados.

—Pícaros, han pasado tres a
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