❝ El hombre que mueve montañas comienza cargando pequeñas piedras ❞ — Confucio — Era ya de noche cuando Sheis volvió a aparecer, se había ido hacía bastante tiempo ya sin dejar razón alguna provocando que un notable aire de preocupación anidara en todo el lugar dejando caer su tan pesado cuerpo intangible no en mí sino sobre papá quien inquieto allí sobre la cama permanecía. Pero a quien quiero engañar si las respuestas de porqué lo hizo también rondaban por mi cabeza con suma curiosidad. Yo me encontraba muy tranquila apilando algo de leña para encender la hoguera intentando apartar aquellos pensamientos destructivos que su lejanía afianzo en mi a un costado de la casa justo donde estuvimos sentados Sheis y yo la noche anterior cuando lo vi llegar atravesando de por medio la espesura de los árboles que se cernían a su alrededor. El mismo venía con una actitud sutilmente diferente no tan notable de lleno pero evidentemente perceptible algo notablemente relajado y perdido en su pro
❝ El tiempo es mejor antagonista, o el único, tal vez ❞ — Jorge Luis Borges — El tiempo parece no tener piedad y el maldito ha venido corriendo con rabia como si no pudiese contenerse ante la presencia intromisoria del desconocido provocando que desde la llegada de Sheis todo se halla dado vueltas sin más. Ha transcurrido casi tres semanas ya desde que Sheis apareció y este loco episodio en nuestras vidas empezó a tocar su sinfonía envuelta en su gran hazaña y sin dudas tan particular puesta en escena. Papá gradualmente ha ido mejorando y Sheis también pese a que sus heridas aún parecen no querer sanar completamente lo que me parece algo extraño ya que nuestra esencia lobuna debió haber podido hacerlo hace bastante tiempo ya. Tres semanas se han casi esfumado y todo parece haber cambiado tan drásticamente que ante todo pareciera que mucho antes de llegar la tan esperada y anhelada pasividad la montaña rusa que ahora nos representa seguirá dando vueltas sin parar hasta llegar a su
❝ Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas ¿Qué valdría la vida? ❞ — Jacinto Benavente — (Desde la perspectiva de Sheis) Ya han transcurrido unos cuantos minutos desde que Varyan y yo nos dividimos debido a que cada quien tomó un rumbo distinto no sin antes haber acordado los movimientos que realizaríamos en dado caso algo sucediese cosa que siempre solemos hacer desde que llegué a estas tierras envuelto en desconocimiento más que nada por precaución. Lo principal que debíamos tener en mente ahora era vigilar todo a la redonda y las zonas ceros más cercanas por si los vampiros por nueva vez se atrevían de nuevo a aparecer detrás nuestras huellas sin que Aysun lo supiera cuidando el simple echo de que aquella no nos descubriera debido a los avisos constantes que hemos recibido de Naien de que los mismos se han visto merodeando por la zona nuevamente unas cuantas noches seguidas. A causa de aquello el nerviosismo en Varyan a medida que los días han transcurrido
❝ Quién sea feliz también hará felices a otros❞ — Jacinto Benavente —(Desde la perspectiva de Sheis)Aysun yacía allí recostada, semi sumergida en medio de aquellas aguas completamente desnuda totalmente despreocupada y ajena a lo que el tan horrible y tan cuestionable mundo que nos rodea pudiera llegar a descargar sobre su tan inocente ser, tan pura, tan suya e inconscientemente tan mía como ella solo lo es porque desde el primer día en que la vi no hago otra cosa más que desearla enteramente para mí a pesar de que pueda ser yo solo un error más en su vida y que eso solo me convierta a mí en el caos que destruya de paso todo su mundo.De su persona solo sobrevenía calma, pasividad y serenidad ligada esta a su vez a aquella, una extraña imagen que desprendía de ella la cual no se hacía de todo encajar en mi conciencia.De Aysun sobresalía un aura bastante peculiar que producía que en mi cabeza se alojara una enorme curiosidad, aura que no había nunca percibido salir de su persona en
❝ Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón❞ — Miguel de Cervantes —La mirada de sorpresa que de manera tenue se alojo por algunos segundos en el rostro de Sheis hizo eco en mí pues la misma no fue lo suficientemente pasajera como para obviar el hecho de ser notada por lo que fue inevitable el no descubrirla.Yo sin dudas le había atrapado pero él no lo entendía e imaginaba que mucho menos lo asumiría si lo llegaba a confrontar en estos momentos pese a que yo tuviese la razón, aunque pensándolo bien tampoco pretendía que el mismo se diera cuenta así que preferí callar y hacer como que nada había sucedido.Ahora bien, en estos momentos yo debería estar molesta o encabronada como no se tenga una idea pues mi espacio personal estaba siendo cruelmente quebrantado por la persona que menos tenía pensado encontrarme aquí, pero la confusión que experimentaba por lo que hacía unos segundos había sentido no me permitía ser tan reactiva como la situación lo ameritaba.El cansanc
❝ Andamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos❞ — Julio Cortázar —(Desde la perspectiva de Sheis)— Acaso Aysun me estaba ignorando — me atreví a pensar pese a que no sabía si lo que cuestionaba hacía sentido al verla como con sus ojos cerrados permanecía de aquella manera tan despreocupada y allí de pie me quede sintiéndome ser entonces el mayor payaso de la corte ante su excelencia el excelentísimo rey al ver como aquella chica simplemente pasaba de mí.Todo parecía normal salvo por la actitud de Aysun por lo que a cada segundo que transcurría yo me sentía cada vez más tonto por esperar lo que aparentemente nunca iba a suceder.Me estaba preparando para lo peor eso incluye lidiar con el mal humor que últimamente ella suele cargar cuando me di cuenta de algo inusual, su respiración se había lentificado demasiado como si aquella hubiera caído en un estado de trance profundo.— ¡Aysun! — le llame de manera interrogante aunque con calma una primera vez sin perde
❝ La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano❞ — Victor Hugo — (Desde la perspectiva de Sheis) Y fue allí que empecé a asustarme, la piel de Aysun a pesar de la temperatura cálida que el manantial emanaba se sentía tan fría ajena a la vida como si entre mis manos parecía encontrarse un simple cuerpo, una carcasa dejada a la deriva carente de alma, carente de aliento. El miedo me hizo actuar de una modo extraño y en mi pecho se anido una sensación de pérdida y agonía que parecía controlarme, nunca había actuado de esa manera una por la cual e incluso parecía ser completamente otra persona, una completamente desconocida para mí. Yo nunca había sido dulce, nunca había sido atento y mucho menos nunca había fijado verdadero interés en ellas “las lobas” aun menos había insistido tanto para estar con alguna de las mismas pues por el contrario ellas eran quienes me perseguían a mí, mucho menos había sido alguna vez cariñoso con otras mujeres que no fueran parte estrecha de
❝ No sé si me explico: besarte es pactar con el enemigo y ganar todas las batallas a la vez❞ — Guerras — Tal vez estaba condenada, era en lo que más pensaba en mi pues aquello hacía mucho ruido en mi cabeza ya que quizás y digo quizás, estaba pagando el precio de algún error, de alguna culpa o de algún acto que por mis manos quizás fue alguna vez llevado a cabo, en algún momento como muestra ahora de un castigo merecido, pero sabiendo cómo soy y como había sido mi vida tampoco se me hacía justo que se me hiciera precursora de algo que no conocía y de lo cual probablemente tampoco sentía que tenía responsabilidad alguna. El silencio era tan molesto en estos momentos que ante la incendia de la nada parecía tan eterno que incluso consideraba que hasta el más simple susurro era algo gratificante. Y solo basto que se empezara a escuchara como unas pequeñas gotas caían sobre el mismo cuerpo de agua en el cual se contenían en la distancia, se podía escuchar como si la misma se encontrara r