Una vez terminado los análisis, Esteban fue de regreso hacia su hogar con la bebé en brazos a pesar de toda la insistencia de su madre para que no lo hiciera. Por mucho que intentara pensarlo, no se imaginaba dejando a esa inocente criaturita sola en un hogar de acogida, abandonada a su suerte por segunda vez, no, se negaba a ser ese tipo de padre. Ya la propia madre había tenido que dejarla, algo por lo que él ya se culpaba, no iba a cagarla de nuevo, no esta vez.
Los días pasaron y él se esforzó en gran medida por hacer todo a su alcance por la niña. Acomodó su propia habitación con una cunita, con juguetes, acolchonó el suelo, a pesar de la niñera que había contratado, él intentaba hacer la mayoría de las cosas por sí mismo. Quería criar a Hope, quería que ella sintiera su calor, su afecto, ella necesitaba saber que él era su padre. Si de él dependía, esa bebé jamás descubriría lo que se siente estar solo en el mundo, siempre lo tendría a él.Unas semanas después, un coCuando Brooke nació, estuvo rodeada de riquezas, ostentación y lujos, su padre era un hombre poderoso en el mundo empresarial. Tenía una gran mansión y dinero, por ello cuando conoció a Simone, la madre de Brooke, no fue difícil envolverla en sus encantos. —¿Te quieres casar conmigo? —le preguntó Ignacio, a plena luz de las velas en el más prestigioso restaurante francés “Four Season de París”. Fue inevitable rechazar aquella propuesta cuando Simone se sentía la doncella del cuento de hadas. Simone Barnie, era una hermosa rubia de origen francés pero de una clase social muy pobre. Mas Ignacio Mendez quedó impactado con la belleza inusual de la rubia, la tarde que ella lo atendió en la cafetería donde trabajaba como mesera. Una hermosa historia de amor, de esas que cualquier chica de su edad, desearía protagonizar.Se casaron y a los dos meses, ella quedó embarazada. Sin embargo, había algo que ella no imaginaba y era que su príncipe era un ludopata, un hombre con u
Al notar la tardanza, Nacho se preocupó viendo que Brooke no llegaba. Decidió dar una vuelta por la mansión de Massimo Costello. Aguardó unos minutos afuera hasta que vio al chofer saliendo de la mansión por la puerta trasera. Decidió bajar y preguntarle.—Buenas noche amigo —dijo en tono amable, el joven lo miró con mala cara. —¿Qué quiere? —preguntó en tono despectivo. —Sólo quería saber si Brooke, la nueva empleada está aún aquí. —No, hace ya un buen rato que se marchó y por lo que escuché no creo que regrese. Parece que se estaba acostando con el jefe —murmuró. Aquellas palabras despertaron en Nacho, una rabia oncontenible. Tomó del cuello de la camisa al joven, quien lo empujó con fuerza haciendo que el hombre cayera al suelo. En ese preciso momento, Massimo observó la situación desde la ventana de la sala principal y salió al ver lo que ocurría. Vio como el joven sostenía a Nacho en el piso, justo cuando este se disponía a golpearlo, escuchó la voz de su patrón:—¡De
Los pensamientos de Brooke andan por todas partes, nunca en su vida se había sentido más desolada que en esos momentos ¿Qué mal había hecho ella para que la vida le pagara de esta manera? Eso era algo que no podía comprender. Nunca le había hecho un mal a nadie, siempre que pudo ayudó a otras personas y, sin embargo, ahí estaba ella, una vez más en las calles sin tener a dónde ir.Tenía la sensación de que cada vez que pensaba que ya todo estaba bien, que había conseguido una estabilidad para su bebé, las cosas se torcían de una manera demasiado complicada. El trabajo en la casa de los Costellos era perfecto para ella, le gustaba lo que estaba haciendo y, aunque no era el trabajo de sus sueños ni lo que anhelaba hacer, se sentía cómoda y tranquila y, por el momento, eso era todo lo que buscaba. Ahora, en cambio, cada célula de su cuerpo estaba en tensión y alerta intentando buscar una solución para ese momento.Estaba molesta porque por más deseos que tuviera de arreglar la situac
Después de una búsqueda exhaustiva, Nacho y Massimo no tuvieron suerte. Pasaron siete meses indagando con el investigador privado con la esperanza de encontrar alguna pista que los llevara al paradero de Brooke pero en todo ese tiempo no se le vio ni el pelo, así que desistieron, pararon la búsqueda muy a su pesar.Los dos hombres estaban desesperados, Massimo estaba arriesgando su pellejo con su mujer, llevaba saliendo cada tarde con Ignacio en su auto en búsqueda de la chica que le había robado su corazón, ya no tenía justificación que darle a Emma y esta se había cansado de hacer preguntas, sabía que su esposo andaba en algo pero le interesaba más su posición económica que lo que pudiera estar haciendo su marido, ella se estaba desquitando de la mejor manera en la que podía y Massimo no sospechaba nada.Por otra parte, estaba Ignacio quien cada noche tenía pesadillas relacionadas con su hija, unas veces ella estaba tirada a su suerte en la calle, otras estaba llorando d
Después de tanto tiempo buscando a Brooke, finalmente haberla encontrado cuando menos esperaba, es para Massimo un regalo del cielo. —¿Trabajas aquí? —preguntó con estupor.—Sí, así es —respondió ella. —Necesito que hablemos, Brooke. Greyson me habló maravillas de su nueva empleada, mas no imaginé que se trataba de ti. —de la nada y de forma inesperada, Massimo le propuso a Brooke que trabajara directamente con él.— Quiero que trabajes conmigo, en mi editorial. ¿Aceptas? —preguntó y Brooke se queda sin palabras, aquello era algo que siempre soñó. —No sabría que decirle, el Sr Greyson fue quien me contrató. —ella guarda silencio y de pronto recuerda las razones por las cuales salió de la mansión —¿Y su esposa?—No te preocupes por ella, ahora mismo lo llamo a Greyson y hablo con él. —Massimo se alejó un poco e hizo la llamada. Segundos después entró nuevamente a la librería— Listo, está todo arreglado. Toma tus cosas y acompáñame a la editorial. Mien
Después de varios días de trabajo, Brooke aún no puede creer todas las cosas que le han sucedido y lo mucho que su vida cambió en un período de tiempo tan corto. No había una mañana en la que despertara que no se quedara un buen tiempo sentada sobre su cama pensando en los eventos que recién había vivido.Al fin tenía un trabajo, un trabajo en el que se sentía más cómoda que nunca y que le permitiría ahorrar más para su alcanzar su meta, también tenía a Massimo como jefe y, al parecer, alguna química que desconocía hasta el momento estaba surgiendo entre ellos dos.Mientras fue parte del servicio de limpieza en la mansión de los Costellos, nunca se atrevió a mirar a Massimo con otros ojos, para ella era su jefe y nada más, eso sin mencionar que su mujer siempre estaba velando cada uno de los movimientos que ella hacía. Hasta ese momento, lo único que recordaba del último día que estuvo trabajando para ellos fue el temor que sintió cuando Emma los atrapó en aquella situación tan emba
Brooke dejó pasar a Nacho dentro de su pequeño hogar y lo siguió hasta frente de la cama, el único mueble que había disponible para que pudieran tomar asiento, él no paraba de mirar las cuatro paredes que los rodeaban.—Sé que no es mucho, pero no tienes ni idea de la tranquilidad que este lugar me brindó, fue el primer hogar que pude permitirme por mí misma, lo pude pagar gracias a mi trabajo en la librería —le explicó ella sentándose en el borde de la cama mientras hizo un gesto con su mano para que Ignacio la imitara.—Debimos haberte buscado más, debí haberte buscado más —dijo él mientras negaba con su cabeza una y otra vez.—¿De qué estás hablando, Nacho? —ella estaba completamente confundida, él dio un fuerte suspiro y comenzó a explicarle todo.—Después de que desapareciste de mi posada, Massimo y yo comenzamos a buscarte por todos lados, gracias a Dios él me brindó un trabajo como su chofer personal y rápidamente, tuvimos mucha complicidad, es un buen hombre pequeña y se p
Massimo se quedó en silencio, pensativo; la curiosidad lo invadía por completo, aunque no quería parecer entrometido, necesitaba saber quién era aquel hombre que teniendo a una mujer tan maravillosa como Brooke había sido tan tonto como para abandonarla. —¿Te sucede algo? —preguntó ella. —¿Quién es él? —Brooke lo miró sorprendida.—¿Te refieres al padre de mi hija? —él asintió— Es uno de los hombres más adinerados del país, Esteban Robinson. Aquella respuesta provocó en Massimo incertidumbre ¿se refería ella a los Robinson que fueron socios de su padre años atrás? —Los Robinson del imperio de las joyas —dijo con cierto recelo. —Sí, esos mismos. ¿Los conoces? —Mi padre era muy amigo de Steve Robinson, el creador de todo lo que ellos poseen y en algún momento él y mi padre se hicieron socios. Pero luego, por un problema que me padre nunca llegó a contarme, rompieron con la sociedad que tenían. —¿Y tus padres? ¿Viven? —el rostro de Massimo