Capitulo 32

La sangre brotaba de cada una de las heridas del cuerpo, los ojos desorbitados por el dolor, un eterno grito silencioso que nunca logró salir. 

Un sentimiento de impotencia la invadió al ver que solo era una niña de cinco años no podía evitar nada de lo que estaba sucediendo. Su madre estaba muerta, ya no sufría, ya no sentía dolor, pero sus ojos inertes la miraban, con tristeza. Escucho el nefasto ruido que genera la carne al ser desgarrada, cientos de manos tratando de obtener una presa de su víctima. Vómito ante la escena un par de veces, el estómago se le revolvía al ver como su madre empezó a desaparecer hasta convertirse en un puñado de huesos.

Vio la satisfacción en los ojos de aquellos seres que devoraron a su madre viva, vio el d

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