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Magnolia caminaba por la orilla de la playa, miraba el cielo oscuro, las estrellas brillaban. —¿Y qué quieres, Denzel? Él la miró, aclaró su garganta. —¿Por qué bailabas con Eric? ¿Qué, te gusta? Ella le miró intrigada, frunció el ceño. —¿Y qué te importa si me gusta? En realidad, es un hombre apuesto, seguro de que cualquier chica estaría encantada de estar con él. Denzel no esperaba esas palabras, estaba acostumbrado a que Magnolia tenía ojos solo para él, verla pensando en otro hirió su orgullo. —Vaya, no pensé que me olvidarías tan rápido —dijo —¿Y qué esperabas? ¿Qué llorará por ti todo el tiempo, mientras tú piensas en la mujer casada? —Magnolia sonrió—. Al final, no sé qué reclamas, tú no mereces mi amor —dijo —Yo no te estoy reclamando, puedes hacer con tu vida lo que quieras, pero, no me gusta Eric para ti, él es muy obsesivo con las chicas, termina volviéndose un acosador. Magnolia sonrió. —Bueno, quizás me guste esa forma de cortejar, Denzel, preocúpate por tu vid
—¡¿Qué dices?! —exclamó Lugh Clyde se quedó perplejo, no podía creer lo que ella decía. Corrió hacia ella, se veía intacta, Lugh la abrazó. —Iremos a la policía ahora mismo. Clyde se quedó un instante sin saber qué decir. Marbella abrazó a su hija. —Vamos al hospital, vamos a denunciar, dime que fue lo que pasó. —Estaba en el restaurante, y no sé en qué momento pasó, bebí solo un trago con Kate, me sentí mal, ella se fue, iba a irme, y desperté en un departamento, estaba en una cama… Celestia se echó a llorar, estaba en pánico, su madre la abrazó, acunó su rostro. —Dinos, hija —insistió Marbella —No tenía mi blusa, nadie estaba ahí sola, ¡ni siquiera tenía mi teléfono! No pude llamarlos, tomé un taxi, solo pensé en venir hasta aquí, ¿Por qué dices que te engañé, Clyde? ¡Yo jamás… jamás… lo haría! —ella rompió en llanto. Clyde estaba tembloroso, le mostró el teléfono, los mensajes ahí, las fotografías. Cuando ella lo vio, se apartó y vomitó, ver esas imágenes la hicieron asq
Clyde se quedó perplejo, no esperó que Celestia lo siguiera y escuchará todo eso. —¡Celestia… yo…! Ella negó, hundió la mirada llena de lágrimas, se alejó de él y fue a su habitación. Clyde cerró los ojos y los abrió, estaba tan frustrado, sintió esa mano en su hombro. —Clyde, escucha, estás tenso, esto es muy fuerte, pero debes permitir que la cordura entre en ti, ¿acaso no conoces a Celestia? Se crio contigo, y luego la amaste como una mujer. ¿Recuerdas alguna vez que te hizo daño o que mintió? Clyde negó. —Nunca. —¡Exacto! La conocemos bien, ella no es lo que esto dice, debes darle el beneficio de la duda, piensa, ¿Acaso ella te dio alguna sospecha? ¿Algún exnovio, o alguien de su pasado? —¡No! —exclamó Clyde al recordar—. Su único amor fui yo, yo fui su primer hombre. —¿Lo ves? No tiene sentido que ella te engañara justo ahora. —Entonces, dime, ¿Por qué quieren hacernos daño? —¡No lo sé! Podría ser un maldito loco obsesionado con el amor de Celestia, sabes que hay gente
Celestia miró a Clyde sin entender por qué estaba tan furioso. Él la apuntó con el dedo y su voz estaba por encima de la octava. —¡¿Cómo pudiste mentirme a los ojos?! Ella le miró incrédula, cuando el hombre dio un paso ante ella, Celestia retrocedió asustada, ¿Quién era ese hombre? De pronto, ella ya no lo reconoció. —¡Clyde! No he mentido. —Era el comisario, ¿¿sabes qué ha dicho? ¡Que ese hombre de las fotografías fue arrestado! ¡Dijo que es tu amante! Lo dejarán libre, porque no hay pruebas, dímelo, Celestia, ten valor, ¿él es tu amante? —¡No! —gritó ella con desesperación. Escuchó que llamaron a la puerta, Clyde decidió abrir al escuchar la voz de su padre. Lugh entró enseguida. —¡¿Qué pasa?! ¿Por qué los gritos? —¡Padre, Clyde…! —Dile, ¡dile que ese hombre es tu amante! Que nos mentiste… Lugh estaba perplejo. —¿Qué dices, Clyde? ¡Reacciona! Dices estupideces —sentenció Lugh en un ataque febril de rabia. —El comisario ha dicho que lo detuvo, lo dejarán libre, porque é
La ambulancia llegó al hospital, bajaron a Marbella, Lugh sentía el corazón en las manos, tembloroso, corrió tras la camilla que empujaban los paramédicos, nunca vio a Marbella tan vulnerable. Intentó ir tras ellos, pero como siempre pasa en estos casos, fue detenido, le dijeron que debía esperar, el doctor iba a revisarla. él hundió la mirada, sintió que lloraba, no podría perder a Marbella, podría perderse a él mismo, pero ella era su todo, era su mundo, una vez la perdió por error, pero no podía perderla otra vez. Cuando llegaron, Lugh dijo que el doctor la atendía. Magnolia abrazó a su hija, Lugh la abrazó con fuerzas, su pequeña hija era tan parecida a su madre, que a veces se la recordaba. Celestia estaba desesperada, Clyde tomó su brazo, la llevó afuera. Cory quiso ir detrás, quería cuidar a su sobrina, pero Niall se lo impidió. —Dales espacio, cariño, por favor, deja que lo resuelvan, son adultos. Cory se abrazó a él, y Niall limpió sus lágrimas, besó su frente. —Clyde.
Clyde bajó del auto, su mirada era oscurecida, llena de rabia. Julián bajó del auto, miró al hombre. —¡Oye! No puedes perseguirme, llamaré a la policía. Clyde le apuntó con la pistola, cortó cartucho. Julián abrió ojos enormes, no lo esperaba, alzó las manos, como si quisiera tener una fuerza invisible que detuviera a su contrincante. —¡No dispares! Por favor, no dispares. Denzel se acercó al hombre, le dio un fuerte golpe en el estómago que lo dejó sin aire. Luego volvió a golpearlo. Clyde se acercó, puso la pistola en la frente del hombre, lo obligaron a ponerse de rodillas. El hombre se puso a chillar, estaba rojo del rostro, comenzó a suplicar que le dejaran ir, era como un niño herido. —Dime, ¿Qué le hiciste a Celestia? —¡No le hice nada! Solo fue por las fotos, pero te juro que no toque a tu mujer. Los ojos de Clyde se abrieron enormes, golpeó al hombre con una fuerte patada en los testículos, chilló de dolor. —¿Qué dices, malnacido? ¡¿Por qué lo hiciste?! El hombre
Magnolia estaba afuera del hospital, necesitaba aire, cuando sintió que alguien se acercó a ella. Era el amigo de Clyde, Eric. —Me enteré de que tu madre se enfermó, quise venirte a ver y a Clyde. Magnolia agradeció con una tenue sonrisa. —Gracias por venir —dijo ella. Magnolia tenía lágrimas en los ojos, Eric acarició sus brazos, miró sus ojos con dulzura, intentó abrazarla, cuando sintió que alguien tocó su hombro. —¿Qué quieres aquí, Eric? Eric miró a Denzel con rabia, era la segunda vez que le impedía hablar con la joven. —Supe lo que pasó, vine a apoyar a Clyde y también a Magnolia. Denzel sintió que hervía de furia, la forma en que Eric miraba a la chica no pasaba desapercibida. Odiaba que la viera como si le importara, como si la deseara. —Busca a Clyde, porque yo estoy cuidando de Magnolia. Eric quiso rebatirlo, pero, al final, aceptó. Magnolia limpió sus lágrimas. —¿Qué haces, Denzel? ¿Por qué nos interrumpes como si tuvieras derecho sobre mí? Denzel la miró incr
Lugh entró en esa habitación, observó a Marbella recostada en la cama, él se acercó, verla tan débil, atormentó su pobre corazón. Tomó su mano, besó su dorso. —Mi amor, te amo tanto. Ella abrió los ojos, le dedicó una dulce sonrisa, sus labios estaban casi blancos, estaba muy pálida. —Yo te amo más, Lugh, estoy bien, cariño, no moriré ahora, aún me quedan muchos días para amarte. él sonrió. —Te amo, mi amor. —Lugh, ¿Cómo están nuestros hijos? ¿Clyde? ¿Celestia? No quiero que peleen, ¿Y Noli? Debe estar asustada, ¿le avisaste a August? Lugh siseó. —Todo está bien, nuestros hijos son fuertes; para que lo sepas, Clyde ya ha pedido perdón a Celestia, el hombre que dijo mentiras, era… solo un loco enamorado de Celestia, quien dijo que se equivocó, será multado por las autoridades —mintió y odió hacerlo, pero lo hacía para proteger el corazón de Marbella de Bryce y su maldad—; Noli es más fuerte de lo que crees, está afuera, está tranquila, le avisé a August, vienen en camino del se