Rodrigo no pudo refutar a Elena y se quedó en la sala observando a Juan Carlos subiendo las escaleras. Lucrecia le avisó a Scarlet.
—Tiene una visita, es el joven Juan Carlos Ibáñez. —Scarlet se extrañó.
—¿Quién es? no lo conozco.
—Es el joven que la atropelló, ¿Le digo que pase? —Ella vaciló por algunos segundos, no deseaba recibirlo, pero le daba vergüenza hacerle el desplante.
—Está bien, dile que pase. —Lucrecia fue al pasillo.
—Siga adelante joven.
—Gracias Lucrecia. —Juan Carlos entró. Tenía el ramo de rosas sobre su regazo.
—Buenas tardes señorita Scarlet, no sé si me recuerda.
—Si lo recuerdo, pero no sabía su nombre. —Él le mostró el ramo.
—Le traje estas rosas para alegrar un poco su habitaci&
Annie se encerró en su oficina y se sentó detrás del escritorio, agarró un pequeño florero y lo lanzó lejos para desquitarse la rabia que tenía por dentro; después pensó dentro de sí:"Maldita prostituta, estásmuy equivocada si piensas que te dejaré el camino fácil para quedarte con Rodrigo. Me voy a encargar de sacarte de su vida como lo que eres, una mujerzuela".Luego pensó:"Debo ser astuta, si se lo digo a Elena la echará de la casa y de seguro Rodrigo se irá con ella, así estarán lejos de mi alcance, mejor hago como que no sé nada, seguiré el jueguito que ella le montó a Rodrigo, de seguro debe tener a otro hombre y está asando dos conejos al mismo tiempo. Maldita Scarlet, haré que Rodrigo te odie y él mismo te eche de la casa”.***Rodrig
Después del almuerzo Rodrigo subió a ver a Jr. el niño seguía en la habitación de Scarlet, sentados en la mesa de lectura, ella le estaba dando sopa, aunque el niño no tenía ganas de comer. Rodrigo se sentó al borde de la cama sin decir nada y se quedó observándola como atendía al pequeño. Ella como una madre amorosa le dijo:—Come otro poco para que te mejores rápido y puedas salir a jugar con el perro Snap. —El niño le recibía poco, pero a cada bocado lo convencía.Las intrigas de Annie estaban haciendo de las suyas en el interior de Rodrigo, por más que él se esforzó en la mañana para descartar sus palabras, estas dieron su fruto; más sin embargo él seguía buscando la premisa para afianzar su confianza en Scarlet. Con sus ojos puestos sobre ella pensaba dentro de sí:"Se ve tan dulc
Rodrigo bajó al comedor a desayunar. Braulio y Elena ya estaban comiendo con Jr.—Buenos días. —Ellos también contestaron. Rodrigo comenzó a comer. Después Braulio le dijo:—Hijo ayer me quedé esperándote, necesitaba hablar contigo.—Perdona papá, es que me distraje con unos amigos.—Antes de que te vayas vamos a la biblioteca, necesito ponerte al tanto de la reunión que tuve con los hermanos Bolttier. —Jr. terminó de desayunar y Lalita se lo llevó arriba. Elena en tono sarcástico le dijo a Rodrigo:—Bien tarde y borracho que llegaste anoche, por lo visto estas volviendo a tus andadas de antes, ya te habías demorado.—Eso en qué te afecta tía. —Braulio intervino.—No empiecen otra vez. —Él miró a Elena—. Rodrigo ya está un poco viejo para t
Jr. comió la cena con Scarlet, se quedó con ella un rato y vieron una película, después se fue con Elena y que lo convenció de dormir con ella en su habitación.Después de las ocho de la noche Rodrigo no había llegado, era obvio que pensaba hacer igual que la noche anterior. Albani tocó la puerta de la habitación de Scarlet.—Señorita Scarlet soy yo, Albani.—Pasa Albani.—Le manda a decir Lucrecia que si necesita algo más.—No Albani, así estoy bien. ¿Jr. Ya se fue a dormir?—Sí, esta noche dormirá con la señora Elena, siempre que el señor Rodrigo sale ella lo cuida.—Pe
Rodrigo llegó a la casa, bajó del auto con su portafolios y se metió en la biblioteca, allí de se estuvo por algunos minutos.Rolando desde su habitación escuchó el llanto de Scarlet, comprendió aún más el daño que había causado y se alejó de la puerta para no oírla, se acercó a la ventana y la abrió para distraerse con el ruido que pudiera entrar. Pero estaba intranquilo y desasosegado, nunca se había sentido tan canalla como en ese momento."Soy un ser despreciable, no sé ni cómo tratar a una mujer".Su conciencia no lo dejó en paz, entonces decidió hablar con ella, rodó su silla hasta la puerta y tocó.—Señorita Scarlet. —Ella miró hacia l
Marina bajó del auto.—Hijo ¿qué sucede con la muchacha? —Él le dijo a Scarlet.—Vamos a mi casa y te tomas un té, después me dices a dónde deseas ir y te llevo.Dentro del auto Juan Carlos le presentó a Marina, Scarlet no estaba de humor para conocer a nadie y menos tenía ganas de hablar con vecinos de los Salvatierra que de seguro ya debían saber todo sobre ella.Cuando llegaron a la casa Marina le preparó un té y se lo llevó a la sala. Scarlet estaba con Juan Carlos y con Gema que aún no se había ido a dormir.No había que ser psicólogo para darse cuenta que Scarlet estaba muy deprimida, ellos lo notaron, Marina sintió compasión por la muchacha. Por su carácter intrépido no vaciló en preguntar:—¿La arpía de mi amiga Elena te echó de la casa a
Scarlet desayunó en casa de los Satré. Ella había decidido regresar a Estados Unidos y consiguió un vuelo a las 11 de la mañana a New York.Juan Carlos se ofreció a llevarla al Aeropuerto. Mientras llegaba la hora de abordar el avión él le dijo:—Scarlet lamento tanto verte así de triste, ¿De verdad te duele tanto que los Salvatierra piensen mal de ti?—En parte sí me duele, pero son otras cosas la que me entristecen, por ejemplo Jr. el pobre comenzará a buscarme para que lo acompañe a jugar con el perro, y Rodrigo... No pensé que me fuera a defraudar tanto. —Juan Carlos se quedó mirándola.—¿Entre Rodrigo y tú hubo algo más allá de lo laboral verdad? —Ella aga
Rodrigo le contó a Andrés lo sucedido con Scarlet y Rolando.—Oye pero tu hermano nunca hace nada ni malo ni bueno, y en un segundo provocó todo un caos.—Es verdad lo que dices.—Entonces la bailarina se ofendió, pensé que a esas mujeres no se les daba nada ese tipo de confrontaciones.—Ella es distinta. Y yo la defraudé. —Andrés lo miró con algo de desconcierto.—¿Cómo así que la defraudaste? —Rodrigo lo miró y no dijo nada—. ¿Qué sucede Rodrigo? ¿Acaso te enamoraste de esa mujer? —Rodrigo sentía un gran peso en el pecho que necesitaba desahogar con alguien.—Sí, me enamoré de ella, sabes que hice todo lo posible por evitarlo, pero no pude.Andrés se rió—Me vas a perdonar, pero esa mujer no es para enamorarse, tal vez te g