Liam parecía conducir como un loco por la calle, ya ni señas de la feria. El beta conducía como si supiera a dónde ir, ella sólo se quedaba mirando la ventana como si el paisaje fuera su único escape.
— ¿Por qué dijiste que sí?
— ¿Uh? —Nicole lo miró sin entender —. ¿A qué te refieres?
— Te dije de golpe que quería tener sexo contigo y has aceptado ir conmigo como si nada —golpeó sus dedos contra el volante —. Sé que tal vez no creas en mí, pero te aseguro que..,
— Creo en ti más de lo que crees, eres una de las personas en las que más confío —dijo, firme —. No entiendo por qué razón debo de…
— ¿Y si en algún momento de tu pasado hice algo que puede generar tu odio?
— Nada pasará —puso su mano sobre la de él —. Eres alguien especial para mí y puede que nuestra relación se haya vuelto tóxica, pero te aseguro que…
— No me asegures nada —la cortó —. Te aseguro que me vas a odiar más de lo que crees.
— Me estás asustando
Nicole agarró el miembro de Liam y lo guió hacia su parte intima. Las manos del beta se posaron en sus caderas, para guiarla por un buen ritmo que pudiese sobrellevar, ya que ella decidió tomar el control.— Es muy grande —mencionó, inconscientemente —. ¿Cómo es posible que un hombre como tú pueda tenerlo así de grande? ¿Usas drogas para el crecimiento?— Siempre levanto muchas cosas… para poder tener músculos —la ayudó a bajar —. Si crees que no puedes llevar el ritmo, puedes dejármelo a mí.— No quiero —cerró los ojos con fuerza —. Deseo continuar, porque tú eres la persona que está conmigo.— No sabes lo mucho que te deseo —se sentó de golpe, sin darle tiempo a procesar lo que estaba pasando —. Como te dije antes, no soy un hombre paciente.— Pues cuando estás trabajando tienes mucha paciencia —rodeó su cuerpo con ayuda de sus piernas —. No sabes cuánto esperé por este momento. — ¿A dónde se fue la inocente Nicole que conocí?
Liam apretó los puños escondiendo su rostro en la curva del cuello de la omega, y dejó que ella siguiera abrazandolo. Sus encuentros seguían como si nada, muchas veces la pobre chica había tenido que faltar a la universidad para quedarse con él durante el día y pasarlos en juntos en ese motel que se convirtió en su punto de encuentro.Ya el pobre chico que siempre estaba detrás del mostrador, sólo les pasaba la misma llave y les indicaba que nadie había usado ese lugar, porque ya era de ellos. Nicole estaba muy apenada por eso, porque se dio a conocer por las malas influencias que Liam le había obligado a hacer.Cambió de posición, sentándose en la cama, abrazándola y dejando que ella pudiese respirar mejor.— Con calma —murmuró, besando uno de sus senos —. Tómalo todo con calma, no queremos que este lugar se vuelva la escena de un crimen.— Acabas de hacer un chiste muy feo, eso no sé hace —mordió su hombro —. Nunca pensé que esto se v
Nicole se levantó con mucho esfuerzo de la cama, se sentía miserable y el dolor que tenía en la cara era horrible. Nicolás se había ido unos minutos antes, por lo que estaba sola en la casa. Se miró en el espejo, dándose cuenta de que estaba hinchada y que en cualquier momento podía reventar.Abrió las gavetas, para ver si encontraba alguna pomada que pudiese utilizar y de esa manera descansar por el resto del día. Su teléfono estaba sonando por alguna parte de la habitación, por lo que con pasos flojos fue en su búsqueda.— ¿Hola?— ¿En dónde estás? Te estamos esperando en la entrada de la casa — dijo Booke, sonando impaciente —. Nathan también está aquí…— No iré a la universidad el día de hoy —se limpió la nariz —. No me siento bien y sin duda no iré a desmayarme.— ¿Hablaste con tu hermano?— No sé en dónde podrá estar, tampoco es como si me interesara saberlo —hizo una mueca cuando tocó una de sus mejillas —. Le escribiré a a
El tiempo comenzó a pasar, Nicole y Liam estaban muy alejados, no se dirigían la palabra o decían algo acerca de lo que sucedió ese día en la cocina, porque en ese momento Martha llegó y le pasó lo que estaba buscando. En más de una ocasión quiso acercarse a ella, decirle la verdad y lo que en verdad pasó, pero esta simplemente había puesto una enorme pared, volviéndose fría con él. Liam estaba en la cocina con un periódico en las manos en el momento que Booke llegó con cara de pocos amigos. — Parece como si el mundo te hubiese dado algún castigo por algo que le hiciste — bromeó, y Booke lo fulminó con la mirada.— No me jodas, no estoy para tus juegos — gruñó —. No me siento bien. Pásame la mermelada y el cereal — señaló, lo que quería, y Liam frunció el ceño.— Es muy temprano para que comas eso, pero no soy quien para discutir contigo — dijo, pasándole lo que le pidió.— Liam, necesito un favor de tu parte — se mostraba nerv
— ¿Por qué estás aquí? — preguntó Nicole, dejando caer su mochila —. Pensé que estarías en tu casa, como todos.— Aun me queda una clase pendiente — hizo un puchero —. Y las conversaciones son divertidas. Estuve escuchando de todo aquí. — Lo siento, todos son muy duros… y más si ellos ven a una omega marcada y en cinta — explicó, algo apenada —. De seguro, todo pasará en cuanto se acostumbren a verte en ese estado. Te lo aseguro.— Descuida, ya debo de irme acostumbrando — se encogió de hombros —. Desde que mi hijo esté en mis brazos, todo estará bien y yo me olvidaré de todos.— Serás una madre asombrosa, de eso no hay duda alguna — le sonrió —. Te deseo todo lo mejor para ti y tu bebé.— Muchas gracias — le dedicó una sonrisa —. Me alegra saber que puedo contar contigo para este tipo de cosas.— Tú también puedes contar conmigo para lo que necesites, ¿Bien? — Booke asintió a medias —. Siento mucho el no poder contarte todo, per
El humo salió de sus labios, mientras que sus piernas estaban sobre los hombros del alfa que le daba placer con sus labios y lengua. Sus sentidos estaban tan nublados que no podía pensar con claridad todo el asunto que ocurría a su alrededor. Ese alfa era el mejor en la cama y había estado con él desde hace un año, y lo mejor de todo es que el sexo entre ambos eran tan exquisito que sus orgasmos eran memorables. Nunca pensó que sería bueno estar con alguien tan bueno en la cama y que supiera bien lo que hacía. Lo conoció el mismo día que salió del orfanato, supo que ese sujeto le daría muchos problemas y más aún al saber en donde trabajaba, la convenció de dar un maravilloso golpe a un alfa de mucho dinero, y ella encantada aceptó el asunto sin pensarlo dos veces.Una risa traviesa escapó de sus labios en el momento que descubrió que su alfa deseaba joderla tan fuerte contra la cama que en un abrir y cerrar de ojos ya estaría en la luna.— Es
— Aquí están los platos que utilizó el jefe — el chófer se acercó a ella, pero manteniendo una distancia prudente —. Dijo que no llegaría a cenar el día de hoy.— Entiendo — susurró —, ¿Usted vendrá a cenar también?— Sí — se aclaró la garganta —. Regresaré en la noche y me iré, ¿Necesitas algo?— No, simplemente estaba preguntando — sonrió, a medias, mirándolo por unos segundos —, ¿Desea comer algo en específico esta noche?— Nada en especial — dió algunos pasos hacia atrás —. Estaba deliciosa la comida, ojalá decidas seguir cocinando.— Yo…Su lengua se trabó, y sólo pudo sacudir la cabeza al escucharlo irse como si nada. Estaba teniendo muchos problemas con sus pensamientos pecaminosos acerca de Liam, si Nicolás se enteraba de eso, buscaría la manera de meterla en un hospital psiquiátrico para que sus hormonas no siguieran haciendo de las suyas.— Deja de estar pensando en otros hombres, hermana — la abrazó, de manera en
Liam se quedó mirando a la omega que estaba durmiendo en su cama, estaba tan golpeada que le daba miedo tocarla. Ese hijo de puta había roto el trato que tenían. Bueno, lo rompió en más de una ocasión, hizo todo lo que quiso con ella, dejándola inconsciente, casi matándola. Nicole no se merecía la vida que estaba llevando, muy a su pesar por el pasado horrible que tenía.Gracias al cielo, ella lo había llamado y mientras iba en su búsqueda, escuchó la conversación que había tenido con Nicolás antes. A la mierda todo lo que le hizo, a la mierda todo lo que ese alfa que le hizo jurar ese día en el hospital, ella era suya y no la dejaría libre por más que quisiera.— Hey —la llamó, en cuanto abrió los ojos —. ¿Quieres agua?— ella asintió —. Espera un momento, iré a buscarla en este momento —fue hacía donde estaba la mesita de noche —. ¿Qué tal te sientes? ¿Que te duele? —con algo de esfuerzo señaló su rostro —. Era de esperarse, sé que es por los golpes que rec