El tercer día llegó y con él una sensación de calma que ninguno de los dos esperaba. Habían sido unos dias turbulentos, llenos de emociones intensas que no se podían controlar, pero entre la tormenta de feromonas y sentimientos encontrados, algo entre ellos había cambiado. A pesar de la tormenta que seguía afuera, algo más profundo, más sereno, se había instalado en la pequeña habitación en la que estaban.Elena sentía su cuerpo aún marcado por la intensidad de los días anteriores. El deseo seguía latente, pero ya no era solo la necesidad animal lo que dominaba su ser. Había algo más en la forma en que sus corazones se conectaban, algo que los envolvía y los hacía más que simples instintos de Alfa y Omega. Era el deseo de estar juntos, de aprender el uno del otro, de compartir algo que iba más allá de la atracción física.Hades, por su parte, sentía la misma lucha interna. No solo por la fuerza de su naturaleza de Alfa, sino por el deseo de Elena que lo había arrastrado a un territori
El día amaneció más tranquilo de lo que ellos esperaban. La tormenta de nieve ya había pasado. A través de las ventanas del motel, la luz suave de la mañana se filtraba en la habitación, creando un ambiente cálido y acogedor. Era su sexto día ahí, juntos, las circunstancia habían sido intensas.Elena dormía profundamente al lado de Hades, su respiración era regular y apacible. Un contraste tan marcado con la tormenta emocional que habíamos enfrentado en estos días. En todo ese tiempo Hades había entrado en celo y no se había dado cuenta.El no podía dejar de mirarla. Su mente estaba en conflicto, pero sus sentimientos por ella eran más fuertes de lo que quería admitir. Quería retenerla ahí, desnuda solo para el. Siempre había tenido la capacidad de alejarse de los problemas, de no involucrarme demasiado, de mantener su corazón protegido, pero con Elena… las barreras que había construido a lo largo de los años se derrumban sin esfuerzo alguno.Elena despertó lentamente, moviendo los pá
Hades avanzó con cautela por el apartamento, con su respiración entrecortada mientras recorría el pasillo oscuro, los pasos retumbando en el suelo de madera.Su mente estaba un torbellino de pensamientos confusos, pero algo en su interior le decía que tenía que seguir adelante, que no podía quedarse sin hacer nada.Al llegar a la puerta de la habitación, vio que la luz de la lámpara de noche estaba encendida. Eso lo hizo detenerse un momento. ¿Dónde estaba Elena? No podía entender por qué se había ido sin dejar una nota, sin dar explicación alguna. El sentimiento de vacío que sentía en su pecho se intensificaba con cada segundo que pasaba sin ella a su lado.Se asomó por la puerta entreabierta, los ojos clavados en la figura sentada junto a la ventana, con la espalda ligeramente encorvada, como si estuviera perdida en sus pensamientos. Elena no lo vio entrar, y su silencio le permitió observarla de cerca. Estaba tan concentrada en sus propios pensamientos, tan alejada de todo, que no
El aire en el apartamento se había vuelto denso. La presencia de Hades, la tensión entre mis hermanos, y la mirada preocupada de Macarena lo hacían todo aún más incómodo.Todos los ojos estaban puestos en mí, quien, a pesar de intentar mantener la calma, sentía la presión sobre mi pecho, como si el mundo estuviera colapsando a mi alrededor.Hades, sin embargo, solo parecía molesto porque nos interrumpieron.Sus ojos se mantuvieron fijos en los de Dante, reflejando poder como si estuviera defendiendo su territorio casi inquietante, pero se veía tranquilo, como si estuviera acostumbrado a este tipo de enfrentamientos.—¿Eso es todo lo que quieren saber? —dijo Hades en un tono bajo y calmado, pero con un filo que parecía cortar el aire.Mi hermano no lo pensó dos veces y se le fue encima a Hades. Le lanzó un fuerte puñetazo con todo su poder de alfa, pero la mano de Hades subió lentamente para agarrar el brazo de Dante, quien apretaba su agarre, pero no pudo evitar retroceder un paso ant
El ambiente era todo un caos, como si pudiéramos cortarlo con un cuchillo.Todos pasamos a la sala y estábamos reunidos alrededor de la mesa del comedor, pero en lugar de la usual calidez, bromas y anécdotas graciosas que solía acompañar a nuestras reuniones, el ambiente estaba cargado de preguntas no formuladas y preocupaciones latentes.Miré a Dante, mi hermano mayor, quien no podía ocultar su furia y su preocupación, y sentí una mezcla de frustración y vergüenza.Dante siempre había sido el más protector de todos, el primero en defenderme cuando las cosas se ponían difíciles. Hoy, su mirada estaba llena de desconfianza y algo más oscuro. Sus ojos se clavaron en mí, y pude ver cómo su mente comenzaba a llenar los huecos de lo que había sucedido entre Hades y yo. Sentí cómo si me despreciará en ese momento.—Elena... —dijo Dante, con voz firme, mientras su mirada se mantenía fija en mí. No necesitaba decir mucho más, porque su tono y su gesto lo dejaban claro. Estaba disgustado, y la
—¡Escúchame bien, Hades! —dijo Dante, su voz baja, pero cargada de amenaza—. Tú y yo sabemos lo que has hecho. ¿Y ahora te adelantas para decir que tendrás que presentarte ante mis padres y responder por tus acciones? No vas a deshonrar a mi hermana, ni ahora ni nunca pero no pienso aceptarte en la familia por tus acciones, que te quede claro hijo de pütä.El tono de Dante estaba lleno de una furia protectora que nunca antes había visto en él. Mi hermano podía ser temperamental, pero ver esa mirada en sus ojos me hizo darme cuenta de lo serio que estaba. No podía culparlo, su lealtad hacia mí era incuestionable, pero el miedo que sentía en ese momento por Hades era más grande que nunca.—Tomaste su virtud, y aunque no te guste lo que vas a escuchar de mi padre, ya no hay vuelta atrás. —Dante apretó un poco más su agarre, haciendo que Hades se inclinara hacia adelante, aunque mantenía la calma—. No quiero a un tipo como tú como cuñado, pero lo que está hecho, hecho está. Tendrás que as
Mis hermanos me miraron, sorprendidos por mi estallido. Sabía que no esperaban esa reacción, pero la presión de todo lo que había acumulado me había hecho estallar.—Elena… —dijo Victoria, con voz suave, pero la angustia seguía ahí—. Te queremos proteger, y lo haremos siempre. Pero ver cómo te ha afectado todo esto nos está destrozando. Quiero que seas feliz, y no sé si este hombre sea lo que te haga feliz.Hades no dijo nada, pero sus ojos brillaron con una intensidad que solo él podía proyectar. Sabía que ahora no se trataba solo de defenderme de mis hermanos, sino también de ganarme a mí.Respiré hondo y me volví hacia Hades, con mis manos frías sobre la tela de mi vestido.—Estoy cansada de pelear con ustedes —dije, casi en un susurro—. Hades, yo sé lo que he hecho. Te arrastré porque entré en mi face de celo, fuiste el único que estuvo allí para ayudarme porque pensé que moriría. Dante, Victoria y Lucas, ustedes también saben lo que estoy pasando. Siempre tuve problemas para mani
Elena, la chica que había sido siempre tan segura de su lugar en el mundo, ahora se encontraba en medio de una tormenta de emociones.Las aguas comenzaban a calmarse lentamente, aunque aún no podía ver con claridad hacia dónde se dirigía. Pero una cosa era cierta: en ese momento, no estaba sola.De pronto, alguien llamó a la puerta. Y todos volteamos al instante. Era un golpe firme, pero no agresivo. Macarena se acercó, aún perdida en sus pensamientos, para abrirla. Al hacerlo, se encontró con Amil, quien sostenía su celular con una expresión tensa. Había algo en sus ojos que denotaba una mezcla de preocupación y resignación.—¿Quien es usted?— le pregunta Macarena.—Soy Amil, el primo de Hades Necesito pasar, Hades tiene una llamada de larga distancia, muy... importante.Macarena lo anunció.—Señorita Elena, un joven dice ser primo de... él. Dice que es importante.—Si, déjalo pasar.Amil entró, no sin mirarnos a todos. Mis hermanos estaban alerta al ver a otro alfa entrar y al saber