La cena transcurre normalmente, mientras que los nervios en Joaquín disminuyen a cada bocado. Hacía ya ocho meses que no veía a su padre, justamente desde su ultimo cumpleaños, el numero diez. Está muy contento. No solo pasó una esplendida tarde junto a él, sino que también, preparó su comida favorita.El niño se dedica tan solo a comer y escuchar mientras los adultos conversan. Frederich trata de no hacer ninguna pregunta que evidencie que recién se conocen, pero el niño no es tonto y capta perfectamente la situación. Aunque elige pasarlo por alto. Los niños de esta época, ya a esta corta edad, comienzan a mostrar interés en como cotejar a una niña; y trata de observar como se desenvuelve su padre, incluso hasta copiando alguno de sus movimientos.Por parte de Scarlet, a diferencia de como se mostró a solas con el niño, se deja ver de lo mas amigable y jocosa. Cada vez mas jocosa a cada trago de Malbec.Frederich realmente disfruta el momento. Hace años que no tiene una velada tan gr
En medio de la noche, el sueño de Frederich es interrumpido. Aún algo mareado por el vino abre sus ojos lentamente. Se encuentra en posición fetal y dándole la espalda a Scarlet. Lo primero que intercepta a su visión es la mesa de luz. Todavía siente el agotamiento por la magnitud del acto que tuvo como escenario su cama. En la habitación aún hay rastros de olor a sexo.Así como está, recostado sobre su brazo derecho, extiende el que tiene liberado y lo lleva hacia atrás, pero sin voltear su cuerpo, como buscando contacto con su compañera de copas. No encuentra lo que busca, por lo que se estira un tanto más. Su mano recorre la sabana como si fuera una araña. Aun no hay contacto, así que decide por fin voltearse mientras esboza una expresión de resaca.Junto a él está la cama medio vacía. El lugar donde debería estar Scarlet lo ocupa tan solo la sabana revuelta. No hay rastros de la dama, salvo por la copa manchada con labial rojo, y su vestido del mismo color tirado sobre el modular.
Algunas horas han pasado. El sol ya se alza sobre el horizonte, bañando con una cálida luz de amanecer a toda Stonelake. Frederich no ha sido capaz de volver a la cama y mucho menos pudo volver a conciliar el sueño.Se encuentra en el corredor del primer piso, frente al cuarto de su hijo. Arrodillado, con un valde de agua a su derecha, una esponja en mano y sus pies vendados. Se encuentra terminando de limpiar sus propias huellas carmesí que el tiempo ya han secado.Desde que pudo detener su llanto y acomodar un poco su cordura, no pudo parar de pensar en todo lo que viene sucediendo. Su cabeza no se detiene tratando de encontrar alguna explicación lógica a este día de pesadillas eternas.Fue recién, cuando comenzó a fregar el suelo, que pudo realmente pensarlo con mas tranquilidad. Como si el estar concentrado en un acto repetitivo, a cada huella sangrienta, le hubiera permitido enfocar su mente en un pensamiento un tanto más detectivesco.De todas las ideas que surcaron su oscura me
Al recordar esa respuesta es cuando realmente comienza a atar cabos. El primer día que vio a la dama de rojo, luego de su café en Fiftys, él le hizo la misma pregunta y la respuesta fue la misma que arrojó la Ouija.En ese momento obviamente no tenía ningún significado y hasta sonó ilógico, pero ahora, luego de los acontecimientos desde que se cruzó por primera vez con Scarlet, aquella respuesta comienza a ser mas que significante. Ya ni siquiera cree que Scarlet sea su nombre real. Eso, teniendo en cuenta de que, algo de todo esto sea real.Sin hacer ninguna pregunta, las llamas comienzan a disminuir en intensidad. Ambos observan el puntero con suma atención. No se mueve, sin embargo, la luz continúa achicándose hasta desaparecer. Dejándolos envueltos por una total oscuridad.—¿Papi? — la voz del pequeño se escucha temblorosa.—Tranquilo hijo. Estoy aquí— la respuesta contiene el mismo nerviosismo que la de su hijo y es casi un susurro.Aunque no lo vea, su padre tiene los ojos abier
En la cafetería Fiftys es un día de lo mas tranquilo. El cielo se encuentra encapotado de gris en su totalidad. Una sola mesa se encuentra ocupada por una señora de edad avanzada, que disfruta de un capuchino mientras ojea el diario de hoy. 08 de noviembre del 2014.Candela reposa del lado interno del escritorio, junto a la caja registradora. Casualmente leyendo un libro de su escritor favorito.Su teléfono celular suena y muestra un numero desconocido por ella hasta el momento. Desde que sonrojada anotó su número en aquella servilleta su escritor jamás le había telefoneado. Pero eso no le impide reconocer de forma automática la voz de quien pronuncia su nombre al contestar. Sus mejillas toman color al instante.—¿Federico? — pregunta tan incrédula como sorprendida, mientras se coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.—Hola preciosa— trata de persuadirla, como si realmente hiciera falta —. Perdona que nunca te llamé.—No hay problema. Ahora lo estás haciendo— enfocada solo en la c
Ya no siente que su espalda esté aprisionada con fuerza contra la puerta, sin embargo, percibe perfectamente que está recostado sobre su columna. Lentamente, advierte como las leves ordenes que envía su cerebro a sus músculos van surtiendo efecto. Sus extremidades le responden, pero algo sujeta sus piernas, al igual que sus brazos inmóviles, cruzados sobre el pecho.Sus parpados ya reaccionan, pero no está seguro de querer abrirlos. Jamás creyó sentir tanto temor por el solo hecho de abrir sus ojos, pero sabe que no tiene más remedio que hacerlo. Lo hace poco a poco.Ni bien despega sus pestañas, una luz blanquecina llega como un puñetazo en las retículas. El movimiento de sus parpados es milimétrico, pero continúan abriéndose. Por su cabeza llega a pasar el pensamiento de estar muerto, asimilando automáticamente la situación con la tan nombrada luz a la que debemos avanzar al momento de nuestra partida.Sus pupilas se acostumbran al brillo. Lentamente comienza a distinguir algunas fi
Joaquín Frederich se encuentra en su habitación. Es un cuarto típico de adolescente, con las paredes llenas de posters de sus bandas musicales y películas favoritas.Está sentado junto a un pequeño escritorio, ubicado en un rincón. Se lo ve agitado por demás. Su mano tiembla sosteniendo una lapicera, con la que trata de esgrimir palabras, encorvado sobre una hoja.Lejos de estar tranquilo. Sus pelos despeinados, su postura y la oscuridad del lugar, conforman una escena de lo más inquietante. Su mirada se dirige desde la hoja hacia la puerta, seguidamente a la única ventana de su cuarto, para luego volver sobre la hoja. Secuencia que repite, al menos, tres veces.El movimiento rápido de su cuello lo hace ver como a una paloma, a la espera de que, de un momento a otro, alguien o algo ingrese al lugar. Una expresión asustada, sus ojos abiertos a mas no poder y una mancha de sangre sobre su labio. Sangre que salió de su nariz. La mancha roja en su manga evidencia que no se trató de una so
Cinco años antes.08/11/2014Un intenso y enorme sol baña la ciudad de Stonelake. Su luz llena de vida es opacada únicamente cuando finas y largas nubes logran esconderlo.Como un enorme reflector, suspendido en el aire, alumbra todo un poblado actoral, capaz de formar parte de cualquier historia, tan peculiar como extraña se le pueda a uno ocurrir.Stonelake es una ciudad tan grande como variada en todo sentido, tanto como en atractivos turísticos, como en la cantidad de clases sociales que comparten su territorio.Este día, el sol nos lleva a un lugar en particular del poblado. Un sector en donde se codea la gente de la clase alta de la ciudad. Una zona tranquila, calma, esencialmente acogedora. Siempre y cuando pertenezcas a sus tan característicos pobladores.Aquel gran reflector, alumbra con un brillo particular sobre una casa determinada, como si se tratase de quien entra en escena en el primer acto de una tragedia. Eso es por fuera porque, por debajo de aquellas tejas, la escen