Al recordar esa respuesta es cuando realmente comienza a atar cabos. El primer día que vio a la dama de rojo, luego de su café en Fiftys, él le hizo la misma pregunta y la respuesta fue la misma que arrojó la Ouija.En ese momento obviamente no tenía ningún significado y hasta sonó ilógico, pero ahora, luego de los acontecimientos desde que se cruzó por primera vez con Scarlet, aquella respuesta comienza a ser mas que significante. Ya ni siquiera cree que Scarlet sea su nombre real. Eso, teniendo en cuenta de que, algo de todo esto sea real.Sin hacer ninguna pregunta, las llamas comienzan a disminuir en intensidad. Ambos observan el puntero con suma atención. No se mueve, sin embargo, la luz continúa achicándose hasta desaparecer. Dejándolos envueltos por una total oscuridad.—¿Papi? — la voz del pequeño se escucha temblorosa.—Tranquilo hijo. Estoy aquí— la respuesta contiene el mismo nerviosismo que la de su hijo y es casi un susurro.Aunque no lo vea, su padre tiene los ojos abier
En la cafetería Fiftys es un día de lo mas tranquilo. El cielo se encuentra encapotado de gris en su totalidad. Una sola mesa se encuentra ocupada por una señora de edad avanzada, que disfruta de un capuchino mientras ojea el diario de hoy. 08 de noviembre del 2014.Candela reposa del lado interno del escritorio, junto a la caja registradora. Casualmente leyendo un libro de su escritor favorito.Su teléfono celular suena y muestra un numero desconocido por ella hasta el momento. Desde que sonrojada anotó su número en aquella servilleta su escritor jamás le había telefoneado. Pero eso no le impide reconocer de forma automática la voz de quien pronuncia su nombre al contestar. Sus mejillas toman color al instante.—¿Federico? — pregunta tan incrédula como sorprendida, mientras se coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.—Hola preciosa— trata de persuadirla, como si realmente hiciera falta —. Perdona que nunca te llamé.—No hay problema. Ahora lo estás haciendo— enfocada solo en la c
Ya no siente que su espalda esté aprisionada con fuerza contra la puerta, sin embargo, percibe perfectamente que está recostado sobre su columna. Lentamente, advierte como las leves ordenes que envía su cerebro a sus músculos van surtiendo efecto. Sus extremidades le responden, pero algo sujeta sus piernas, al igual que sus brazos inmóviles, cruzados sobre el pecho.Sus parpados ya reaccionan, pero no está seguro de querer abrirlos. Jamás creyó sentir tanto temor por el solo hecho de abrir sus ojos, pero sabe que no tiene más remedio que hacerlo. Lo hace poco a poco.Ni bien despega sus pestañas, una luz blanquecina llega como un puñetazo en las retículas. El movimiento de sus parpados es milimétrico, pero continúan abriéndose. Por su cabeza llega a pasar el pensamiento de estar muerto, asimilando automáticamente la situación con la tan nombrada luz a la que debemos avanzar al momento de nuestra partida.Sus pupilas se acostumbran al brillo. Lentamente comienza a distinguir algunas fi
Joaquín Frederich se encuentra en su habitación. Es un cuarto típico de adolescente, con las paredes llenas de posters de sus bandas musicales y películas favoritas.Está sentado junto a un pequeño escritorio, ubicado en un rincón. Se lo ve agitado por demás. Su mano tiembla sosteniendo una lapicera, con la que trata de esgrimir palabras, encorvado sobre una hoja.Lejos de estar tranquilo. Sus pelos despeinados, su postura y la oscuridad del lugar, conforman una escena de lo más inquietante. Su mirada se dirige desde la hoja hacia la puerta, seguidamente a la única ventana de su cuarto, para luego volver sobre la hoja. Secuencia que repite, al menos, tres veces.El movimiento rápido de su cuello lo hace ver como a una paloma, a la espera de que, de un momento a otro, alguien o algo ingrese al lugar. Una expresión asustada, sus ojos abiertos a mas no poder y una mancha de sangre sobre su labio. Sangre que salió de su nariz. La mancha roja en su manga evidencia que no se trató de una so
Cinco años antes.08/11/2014Un intenso y enorme sol baña la ciudad de Stonelake. Su luz llena de vida es opacada únicamente cuando finas y largas nubes logran esconderlo.Como un enorme reflector, suspendido en el aire, alumbra todo un poblado actoral, capaz de formar parte de cualquier historia, tan peculiar como extraña se le pueda a uno ocurrir.Stonelake es una ciudad tan grande como variada en todo sentido, tanto como en atractivos turísticos, como en la cantidad de clases sociales que comparten su territorio.Este día, el sol nos lleva a un lugar en particular del poblado. Un sector en donde se codea la gente de la clase alta de la ciudad. Una zona tranquila, calma, esencialmente acogedora. Siempre y cuando pertenezcas a sus tan característicos pobladores.Aquel gran reflector, alumbra con un brillo particular sobre una casa determinada, como si se tratase de quien entra en escena en el primer acto de una tragedia. Eso es por fuera porque, por debajo de aquellas tejas, la escen
Un cenicero que se apoya sobre la mesa es quien devuelve su vista.—Buenas tardes, señor Frederich.Frente a él y dispuesta a tomar su pedido se encuentra una de las meseras. Federico no puede evitar recorrerla con la vista de punta a punta recordando que, el Cadillac y la ambientación, no es lo único hermoso de Fiftys. Bandeja en mano, sosteniéndola perpendicular a su vientre, se encuentra Candela. Luciendo el característico uniforme del lugar. Una visera corta y roja, chomba de cuello rojo con franjas verticales blancas y rojas, ceñida en su cintura por una falda plato azul con pespuntes camel que deja ver sus rodillas, haciendo juego con sus zapatillas náuticas azules, de cordones blancos impolutos.—Hola Candela— la saluda ya mirándola a los ojos —. Te dije que me llames Federico.Siempre que se lo pide es lo mismo, las mejillas de Candela adoptan un particular rosado y una sonrisa se dibuja en su boca.—¿Le traigo lo de siempre Federico? — pregunta la joven inclinada sobre la mes
Las horas pasan y Frederich no se detiene ni siquiera para cenar. El momento es ahora. Carlos está esperando que, como prometió, esta noche le envíe el maldito libro terminado. Sin contar que mañana lo espera un día junto a su hijo de diez años. Lo que indica que no habrá tiempo para la escritura.A esta altura ya lo tiene prácticamente cocinado. La ultima frase, el punto final y dará por terminado su mas reciente trabajo. Para él, el mejor de todos.La última palabra es colocada, sus dedos se detienen, aleja el rostro de la pantalla y su espalda reposa en el respaldo de la silla. Eleva su mano derecha y la hace descender en cámara lenta, haciendo el típico sonido de “Psicosis” de Hitchcock, con su dedo índice en dirección al punto final. A escasos milímetros de llegar a la tecla que concluirá su obra, la computadora se apaga por completo.La palabra ¡NO! es escupida por su boca reiteradas veces, para luego suplicar que se haya guardado el archivo. Varios intentos después de que la co
Con un espasmo de ahogado abre los ojos y se sienta rápidamente. Su pecho se infla y desinfla mostrando una enorme agitación, mientras que las gotas de su cuerpo todo transpirado, caen sin cesar mojando las sabanas de su cama. Confundido y con cara de dolor observa hacia los costados al momento en que con su mano derecha se toca la mandíbula.>Aun sin entender y con su cabeza dando vueltas piensa que solo se trató de eso, una inquietante pesadilla.Al costado de su cama puede ver una botella de whisky, vacía y tumbada en el suelo. Eso despeja su dilema de no acordarse cuando se acostó.—Sin dudas fue una horrenda … — Sus palabras son acalladas por un punzante dolor. Su ceño se frunce y su mano presiona su boca. Siente como si de la noche a la mañana, un sin fin de caries hubieran atacado a cada uno de sus dientes, sumadas al extraño sabor metálico que capta su lengua, como si hubiera estado mascando clav