Capitulo 5

Capítulo 5

*No puedo rendirme...*

Seis meses después de que comenzaron a salir, la pareja derrocha tensión, al darse cuenta de esto en una de las cenas en su mansión, Richard los observa en la mesa.

Parecen estar peleando, de hecho, ella se ve triste y su hermano nervioso.

Tenso al ver a Anna tan triste, Richard decide que va a hablar seriamente con su hermano para averiguar qué está pasando entre ellos.

Hace unos días los había notado, están lejos el uno del otro, ya no se besan, no se abrazan, la relación de su hermano es casi igual a la de él, la diferencia es que Valéria no parece para cuidar y vive sonriendo.

Después de la cena, Anna dice que le duele la cabeza, así que se va a casa.

- Está bien. – responde Michael con frialdad.

Al ver esa situación y que la niña está castigada por la falta de educación de su hermano, Richard se ofrece a llevarla a casa.

- No necesita. Voy a pie.

– No, hace mucho frío y está oscuro. No te dejaré solo en la calle a esta hora, tu casa está a más de un kilómetro de aquí. Michael, te veré en mi oficina cuando regrese.

- Derecha. - Dice y sale de la habitación.

En el garaje, Richard va a su Mercedes plateado, desbloquea las puertas y las abre para que Anna entre, ella se para frente a él y mira hacia arriba, sus ojos están fijos en los de ella por unos segundos.

– ¿Qué fue, Ana? peleaste?

Llorando, se arrojó a sus brazos apretándolo.

– Oh, Richard... Es que yo... ¡No puedo! ¡No estoy listo todavía! Miguel no entiende. - Habla llorando desesperadamente.

Frunciendo el ceño, la abraza por los hombros, transmitiendo seguridad y cariño. Son raros esos momentos que lo completan y siempre es cuando está con Anna.

- Tranquila querida, mi hermano es testarudo. Lo entenderás y esto entre ustedes pasará. ¿Quieres decirme qué pasó?

- No es mejor. - Dice alejándose.

En ese momento vuelve a sentir un vacío, el vacío de siempre.

Anna levanta la cabeza, él ahueca su rostro con ambas manos, mira profundamente en sus ojos almendrados.

- Mañana será otro día, hablaré con él y te volverá a tratar mejor.

Anna no responde, todo su cuerpo hormiguea por la cercanía, mira sus labios, Richard sigue su mirada, y también observa la de ella, intenta alejarse antes de cometer un error. Incapaz de controlarse, baja lentamente la cabeza.

"¡Oh, Dios mío! Él va a... ¿verdad?"

Antes de continuar, un automóvil ingresa al garaje y lo hace alejarse.

"¡Dios mío! ¿Qué iba a hacer? Estoy completamente loco. ¿Qué me está pasando? ¡Diablos!" - Richard piensa indignado con sus acciones.

El auto se estaciona a su lado, Valeria baja sonriendo y los saluda.

– ¿Te vas o acabas de llegar? - Pregunta Valeria.

“Llevaré a Anna a casa y vuelvo enseguida.

– ¿Por qué Michael no la lleva?

- Espérame adentro. Yo ya vuelvo. - Richard prefiere no contestar.

- Está bien. Hasta luego Anninha, querida. - Habla Valeria dirigiéndose a la puerta que conduce a la mansión.

Richard estaciona frente a la mansión de la familia de Anna, toma su mano suavemente.

– Pasará, volverás a ser como antes. Hasta otro día, Ana.

- Gracias. - Sal del coche todavía con la cabeza baja.

Al llegar a casa, Richard pasa por la sala de estar hacia la oficina.

– Cariño, ¿estás bien? - pregunta Valeria al verlo tenso.

– Sí, vuelvo enseguida. Hablaré con Michael por un momento.

Entra a la oficina, su hermano lo está esperando jugueteando con su celular y sonriendo.

Siéntate frente a ti y pregunta seriamente:

- ¿Qué te ríes?

- Me iré pronto.

– Eso no responde a mi pregunta.

- Tengo un gatito para tener sexo.

Richard no puede creer lo que sus oídos escucharon:

- ¿Qué? ¿Tu novia está triste y te vas a comprar otra?

Michael suspira y pone su teléfono celular en su bolsillo.

– Escuche aquí hermano, nuestros padres murieron. Es decir, murió nuestro padre y murió mi madre, tu madre solo Dios sabe dónde está. Así que seré directo. Soy mayor de edad, no me gobiernas, no tienes ningún derecho sobre mí, hago lo que quiero.

Richard escucha por primera vez que su hermano es grosero con él.

- Estoy cansado de ser un novio de solo abrazos y besos. La sangre corre por mis venas, como Anna tiene frío, necesito alguien cálido.

Richard baja la mirada por un momento y la levanta diciendo:

– Solo tiene 17 años, no tiene una vida sexual activa. Deberías esperar su momento, no tratar de forzarlo.

- ¡Vaya! ¿Que demonios? Ella no quiere, hay quien quiere. ¡Estoy lleno! - Habla casi gritando.

- Ya que no quieres respetarla más, romper con ella es lo mejor que puedes hacer.

- ¿Para que? ¿Para despejarte el camino?

Richard se levanta nervioso e indignado:

– ¿De qué estás hablando, chico?

Miguel sonríe:

– ¡¿Te golpeé el tendón de Aquiles?! ¿Crees que soy tonto o estúpido Richard? Ya me he fijado en tu forma de mirarla, no tiene edad para estar contigo, ¡sería un escándalo! ¡Piénsalo, imagina las noticias que salen en los periódicos! Apuesto a que incluso tendría problemas con las empresas y nos llevaría a la ruina.

Michael se pone de pie frente a su hermano mayor.

– Que quede claro Richard. Anna es mía, será mi esposa. Solo voy a tener sexo con otros ya que ella no quiere soltarse, no te preocupes que no se enterará y seremos felices para siempre.

- Con otros...

- ¡Sí! Siempre con los demás, ¡todo indica que es frígida! Quiero mujeres calientes, follar hasta que esté satisfecho, lo que ya me he dado cuenta de que ella nunca hará. Pero la quiero a mi lado, ella será solo mía. ¿Me escucha? Ella no será de nadie más. ¿Tu entendiste? De nadie más, si ella me deja, soy capaz de cagarla.

Richard niega con la cabeza, vuelve a su asiento y lo mismo hace Michael.

- ¡Te estás volviendo loco! Te equivocas sobre lo que siento por Anna. - Habla en un tono serio, mirándolo a los ojos. No quiero que la lastimes. ¡Estaré pendiente de ti!

- Ya te dije que seremos felices. Este chat se está volviendo aburrido, me voy. Mañana seré otro, que tengas buenas noches hermano.

Richard se queda un rato en la oficina hasta que se le calman los nervios, entra Valeria.

- Cariño... ¿Qué es? Vi a Michael salir chillando. peleaste?

– Sí, acabamos discutiendo. No está pensando bien.

– ¿Se trata de Anna? La vi tan triste.

– Sí, está bastante molesta con él.

Valeria se acerca, Richard está apoyado en el extremo de la mesa.

“¿Y si nosotros…” Ella tira del nudo de su corbata y comienza a desabrochar los botones de su camisa. - Podríamos hacer el amor, me ha faltado últimamente. Echo de menos esa polla grande y caliente.

Richard toma sus manos:

- Lo siento, Valeria. No estoy de humor para eso ahora mismo. Ven, me tomaré un whisky, te haré un trago conmigo.

Él suelta sus manos y se dirige hacia la puerta, Valeria se queda en el mismo lugar, no mueve un músculo, sus ojos brillan.

"Estoy perdiendo terreno ante esa chica". - Piensa enojada, Richard nunca lo había negado antes, como lo ha estado haciendo desde que salvó a Anna en el lago.

Valeria se da la vuelta sonriendo y se dirige a la puerta:

- Claro querida, acepto.

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