Capítulo 31
[De lo contrario pensarán que mi asistente no tiene una buena ética profesional.]

Aurelio pensó: "Ja, ja, ja... ¿No cree que esa explicación suena más a excusas poco convincentes?"

Pero siendo un simple empleado, solo podía quejarse internamente, sin atreverse a contradecir.

El auto avanzaba a velocidad constante. Marisela miraba de lado el paisaje a través de la ventana, sin querer preguntar por qué Lorenzo sabía su hora de alta, y menos aún por qué había venido a recogerla.

De todos modos, la razón seguramente era "callarla", para que no dijera nada frente a Eduardo, o quizás por un resquicio de conciencia, después de todo, fue él quien le causó la fractura.

En el asiento trasero, Lorenzo tampoco hablaba, su mirada fija en la nuca de ella para luego desviarse hacia sus pies.

Las marcas de las ampollas ya habían desaparecido, quedando solo unas leves manchas rojizas. Ahora caminaba con soltura y su rostro lucía sonrosado y saludable.

Parece que las comidas nutritivas no fueron en vano
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