Las burlas y el desdén de Lorenzo le causaban poca molestia; sin embargo, las palabras de Celeste lo herían como mil agujas atravesando su corazón.Ella había dicho que estaba con Lorenzo porque lo quería.La voz de Celeste estaba llena de dulzura, como la de una chica enamorada, sin ningún rastro de miedo o sumisión.Era simplemente una joven feliz en su relación.Ya no había más que decir. Lorenzo perdió el interés en seguir mirando la cara de Jacob, y con una actitud relajada, tomó su teléfono y se levantó para irse.Pero antes de que pudiera salir, escuchó la fría voz de Jacob:—Señor Vargas, ¿cree que con esto me va a provocar?Lorenzo se detuvo y lo miró de reojo.Jacob estaba sentado, con una expresión serena y una mirada indiferente, sin rastro alguno de la furia o el dolor que había mostrado antes.—Antes tenía muchas dudas, pero ya no más. Señor Vargas, ¿qué le parece si apostamos quién ganará el corazón de Celeste esta vez?Por primera vez, Lorenzo comenzó a ver a su cuñado
¡Lo que quería era su corazón!Isabella lo comprendió en un instante aterrador. Sabía que Viviana estaba al tanto de sus problemas cardíacos. El terror la inundó como una ola aplastante.—¡Estás loca! ¡Quieres robarme el corazón! ¡No puedes hacerlo! ¡No somos iguales! ¡Mi corazón no te servirá! —gritó desesperada, intentando razonar con Viviana.Pero Viviana solo levantó un dedo, llevándolo a sus labios en un gesto tranquilizador, haciendo un suave «shhh». Luego, con una serenidad escalofriante, dijo:—Sé que tienes un tipo de sangre raro, tipo Bombay. No muchos pueden usar tus órganos por eso… pero, qué coincidencia… yo también tengo sangre tipo Bombay.Los ojos de Isabella se abrieron de par en par, inundados de pánico.Viviana había investigado todo meticulosamente.—¿Te preguntas cómo sé tu tipo de sangre, verdad? —continuó Viviana, su tono ligero, casi burlón—. Planeabas hacerte una inseminación artificial en secreto para ocultar tu falso embarazo. Y, por casualidad, yo también es
—¿Qué? —Celeste no podía creer lo que escuchaba—. ¿Cuándo sucedió? ¿Se suicidó?—Señorita Torres, en la madrugada descubrimos que Isabella había desaparecido. La buscamos y finalmente encontramos su cuerpo frente al edificio de la Empresa López. Murió al caer desde una gran altura —respondió Andrés con tono sombrío. Luego hizo una pausa antes de añadir—: Sin embargo, algo no encaja. Si Isabella escapó de la cárcel, ¿por qué iría a la Empresa López para suicidarse? Aunque murió al caer, no tiene sentido.Isabella odiaba a Celeste. Si había logrado huir, lo más lógico habría sido buscar venganza o escapar para no ser capturada. Su muerte allí, frente al edificio, era inexplicable.¿Quién se fuga de prisión para suicidarse?Celeste recordó el momento en que deseó que Isabella se arrodillara frente a la tumba de Margarita para pedir perdón. Nunca imaginó que moriría tan rápido.Frunciendo el ceño, preguntó:—¿No había alguien vigilándola? ¿Cómo pudo escaparse?—Hubo un incendio en la prisi
Lorenzo entrecerró los ojos, rodeándola con fuerza por la cintura. Le devolvió el beso con intensidad, presionando sus labios contra los de ella, reclamándola en silencio.Estaban en la entrada del ascensor, y la gente pasaba a su alrededor. Celeste, con el rostro encendido de vergüenza, apretaba con fuerza la tela del traje de Lorenzo con sus manos pequeñas.El beso de Lorenzo, lleno de dominio y una pizca de enojo, maltrataba sus labios con una intensidad casi descontrolada, como si estuviera desahogándose.Los labios de Celeste comenzaron a doler, y sus pestañas temblaban sin cesar. A pesar del ceño fruncido de Lorenzo, una sensación dulce la invadió.Podía sentir su deseo de posesión, pero también cuánto le importaba.Lentamente, Celeste rodeó con sus brazos la cintura de Lorenzo, devolviéndole el beso con ternura.Su delicadeza era la única manera de calmarlo.Poco a poco, el beso furioso de Lorenzo fue perdiendo intensidad. La abrazó y continuó besándola un rato más, hasta que Ce
—De todos modos, Isabella está muerta, pero el individuo misterioso sigue sin aparecer. Debes tener cuidado —advirtió Jacob, preocupado.Celeste asintió con la cabeza.—Lo tendré. Por cierto, hoy me dan el alta del hospital.—¿De verdad? Me alegra oír eso. Si te dan de alta es porque ya estás bien. Eso es una buena noticia.—¿Te dijeron cuándo te dejarán salir a ti? —preguntó Celeste.—Tal vez me quede unos días más en observación. Los médicos están preocupados de que las heridas se infecten. Es más fácil hacer los cambios de vendaje aquí.—Escucha a los médicos, Jacob. Has sufrido mucho con esas heridas. Lo mejor es que te quedes el tiempo necesario. Aún necesitas descansar. El trabajo puede esperar…Celeste se interrumpió de pronto al ver unos documentos sobre la mesa. Frunció el ceño al leer el título: Estructura corporativa de los Grupos de Lorenzo.Tomó el documento y lo abrió. Al revisar el contenido, descubrió que eran investigaciones sobre las empresas de Lorenzo, incluyendo el
Steven recordaba vagamente que, cuando era pequeño, su tía Leonor lo había conocido en persona. Aunque por su corta edad no tenía recuerdos claros de ese encuentro, una sensación persistía en su mente.Desde el primer momento en que vio a Celeste, Steven tuvo una corazonada: ¡ella debía ser la hija de su tía Leonor!Y ahora, las pruebas lo confirmaban.No podía estar más feliz.La familia Quiroz siempre había sido un misterio. Generación tras generación nacían hijos varones, pero tener una hija era extremadamente raro, casi una maldición. Su madre, de hecho, había intentado de todo para tener una niña, sin éxito.En cuanto recibió los resultados, Steven no perdió tiempo. Fue directo a ver a Celeste, sin siquiera informarle a su familia.Sabía que cuando la noticia llegara a los Quiroz, ¡sería una verdadera bomba!Siempre había deseado tener una hermana o una prima, y ahora, finalmente, ¡su deseo se había hecho realidad!La única incomodidad era que Celeste ya no era una niña. Abrazarla
Manuel, retorciéndose de dolor, gritó desesperado:—¿De verdad crees que puedes compararte con Lorenzo? ¡Hasta tu suegro, aquel alcalde, tiene que hacer lo que él diga! ¡Yo no maté a tu padre! Si eres listo, me sueltas ahora, ¡o el que va a estar acabado eres tú!—Qué miedo… —Yael presionó con más fuerza su pie contra el rostro de Manuel, sus ojos brillando con una furia asesina—. Manuel, te has creído intocable por mucho tiempo. Tú mataste a mi padre y a mi hermana, y Celeste dejó a mi hermano ciego de un ojo. ¡Vaya par de desgraciados son tú y tu hija! Hoy, voy a arrancarte los ojos como compensación por lo que le hiciste a mi hermana.Uno de los guardaespaldas le entregó con respeto una navaja, que Yael tomó sin dudar.Manuel, sabiendo lo peligroso que podía ser Yael, sintió el terror apoderarse de él. Su rostro se desfiguró por el miedo mientras luchaba frenéticamente por liberarse.—¡Yael, no puedes hacerme esto! ¡Mi hija no te lo va a perdonar!—¡Hermano!Jacob irrumpió en la hab
Fijando su mirada en Manuel, preguntó:—Recuerdo que una vez me dijiste que tú y mi madre tuvieron problemas en su relación y que por eso se separaron, ¿cierto?Manuel no esperaba que ella tocara ese tema. Su corazón dio un vuelco, temiendo que Celeste hubiera descubierto algo. Sin embargo, Manuel sabía cómo mantener la calma. Adoptando una expresión triste, propia de quien ha perdido a un gran amor, contestó:—Ya te lo expliqué, Celeste. Lo que pasó entre tu madre y yo fue complicado. ¿Por qué lo preguntas ahora?—Solo tengo una duda —continuó Celeste, sin apartar la mirada—. Después de años sin verla, ¿bastó con que ella te dijera que yo era tu hija para que lo creyeras?Celeste sabía que Manuel no era de los que aceptaban algo así sin más.Manuel soltó una risa tranquila y respondió:—Claro que no me fie solo de eso. Hice una prueba de ADN para asegurarme. Tomé un mechón de tu cabello cuando eras pequeña. No lo recuerdas. Además, ya hicimos otra prueba, ¿o tienes dudas sobre eso? Si