—¿Una vida perdida y tú crees que estamos a mano? —La voz de Celeste era un eco de dolor y resentimiento.No solo Margarita había pagado el precio de ese engaño. Jacob había perdido un ojo, y Celeste había estado en peligro una y otra vez.Durante todo ese tiempo, había creído que Isabella era la única culpable, ¡pero ahora se daba cuenta de que todo había comenzado con Manuel!Aunque nunca lo llamó «papá», en el fondo lo había considerado como uno, confiando plenamente en él.¡Y ahora, se daba cuenta de que todo había sido una farsa!Los más sorprendidos al escuchar la conversación eran Yael y Jacob.Yael mantenía una mirada cargada de emociones. Recordaba el incidente en el que había capturado y torturado a Celeste, convencido de que ella era la culpable. Ahora, descubrir que todo había sido un error lo dejaba perplejo.Por otro lado, Jacob sentía alivio. Desde el principio, había dudado de que Celeste fuera hija de Manuel, ¡y finalmente, se confirmaba que no lo era!El rostro de Man
Si hubiera recordado su infancia, quizás habría reconocido a Jacob cuando lo conoció.Yael no supo qué decir. Su rostro reflejaba emociones encontradas. Minutos antes, había deseado arrancarle los ojos a Celeste, y ahora le decían que ella era la hermana a la que tanto había amado de pequeño.Y su verdadera hermana…Jacob, por su parte, la miraba con una mezcla de confusión y conmoción. Sus pensamientos estaban tan desordenados como los de Yael.Mientras tanto, Steven, que acababa de asumir el papel de hermano, no ocultaba su incomodidad. «¿Ahora resulta que Celeste tiene otros dos hermanos mayores?» pensó, molesto.—¿Por qué Nieve decidió esconder a Celeste en el campo? —preguntó Steven fríamente.Manuel sacudió la cabeza.—No lo sé. Siempre quiso irse de la capital, pero como la niña estaba en manos de Dylan, no tenía opción. Parecía temer que alguien descubriera la existencia de Celeste. Una vez mencionó que tal vez sería mejor que permaneciera con Dylan. Después de salvarla, huyó c
Celeste no recordaba su infancia. No sabía si realmente había vivido con la familia Morales. Manuel no parecía estar mintiendo, no tenía motivos para hacerlo.Si había estado o no con ellos, no afectaba en nada a Manuel.¡Pum!De repente, un tipo rudo chocó contra ella, haciéndola tambalear. Al notar su hermoso rostro, una sonrisa lasciva se dibujó en su cara.—Vaya, chica guapa… ¿Por qué no vienes conmigo a tomar algo…? —no terminó la frase. Un grito de dolor salió de su garganta cuando fue lanzado por los aires, aterrizando pesadamente en el suelo, el rostro contorsionado por el dolor.—¡¿Quién se atreve a tocarla?! ¡Te voy a…!Lorenzo lo miraba con desprecio, sus ojos oscuros irradiaban peligro. Su semblante, cargado de furia contenida, parecía el de un depredador acechando a su presa.Celeste, al ver la situación, lo detuvo rápidamente.—Déjalo, no vale la pena. Estoy bien, no perdamos el tiempo con alguien como él.Pero el tipo, ignorante del peligro, seguía gritando con arroganci
El coche se detuvo en un semáforo.Sin pensarlo mucho, Celeste se inclinó y le plantó un beso en la mejilla.Lorenzo arqueó una ceja, sonriendo con ironía.—¿Te llama tu exnovio y me besas a mí? —preguntó en tono burlón.—Estoy besando a mi novio actual —replicó Celeste, con una sonrisa traviesa en sus ojos.Lorenzo sabía que lo hacía para calmarlo, pero funcionó.La frialdad en sus ojos se desvaneció. Su mirada se suavizó, observándola intensamente.—Entonces guárdate más besos para cuando lleguemos a casa —dijo con seriedad, pero su tono era claramente seductor.Su voz baja y grave, junto con la seriedad en su provocación, hizo que a Celeste le temblaran las rodillas.Este hombre sabía exactamente cómo hacer que su corazón latiera con fuerza.Sonrojada, y notando que Lorenzo parecía estar de mejor humor, le susurró:—Lorenzo, ¿te puedo pedir un favor? ¿Podrías… dejar en paz a Jacob…?El rostro cálido de Lorenzo cambió al instante. Su tono se volvió frío cuando la interrumpió:—Creo q
Colgó antes de que él pudiera decir algo más y miró a Lorenzo.—¿Ahora estás satisfecho? —preguntó, con una mezcla de cansancio y resignación.Lorenzo la observó con ojos oscuros y profundos.—No es suficiente.Celeste lo miró, sorprendida y confusa. ¿Cómo no era suficiente?—¿Qué más quieres? —preguntó, frustrada.—Todos, fuera —ordenó Lorenzo con frialdad.Las sirvientas, incluida Matilda, desaparecieron en segundos, dejándolos solos en el amplio salón.Celeste notó los ojos enrojecidos de Lorenzo y supo que algo estaba por pasar. Se levantó rápidamente para escapar, pero él fue más rápido. En un segundo, la tumbó en el sofá.—¡Ah! —soltó un pequeño grito.El sofá era lo suficientemente suave como para que no sintiera dolor, pero la rapidez de la acción la tomó por sorpresa.—¿Por qué corres? —preguntó Lorenzo con una sonrisa torcida—. ¿No querías saber qué me haría sentir satisfecho? Pues así es como lo consigo.Mientras hablaba, tomó su mano y la llevó a sus labios, mordisqueando s
Celeste sonrió, una sonrisa tan luminosa que era imposible no sentirse conmovido.Steven suspiró internamente. «Qué lástima que mi prima ya haya crecido. Si todavía fuera una niña, podría consentirla, abrazarla y jugar con ella como cuando era pequeña.»—Celeste, existe la posibilidad de que tu mamá siga viva. Estoy organizando una búsqueda para encontrarla —añadió Steven.Al oír mencionar a su madre, la luz en los ojos de Celeste se apagó un poco. Ya había deducido que Nieve había esperado a su madre mientras se escondían en la ciudad, pero Leonor nunca apareció. Celeste no sabía qué le había sucedido, ni siquiera si seguía con vida.Bzzz…De repente, su teléfono vibró. Era Viviana. Celeste frunció el ceño, dudando.No estaba segura de si Viviana había participado en las mentiras de los Jiménez, pero ahora sentía un profundo desprecio por todos ellos. No quería escuchar ni una palabra.Sin embargo, Viviana insistía con las llamadas.Molesta, Celeste contestó al fin. La voz de Viviana
—Celeste, ¿por qué me citaste aquí? ¿Qué está pasando? —preguntó con su voz profunda y calmada, aunque ahora su tono la confundía, sus sentidos distorsionados.Celeste apenas podía distinguir sus rasgos. Solo veía la figura de un hombre frente a ella, con una altura y postura familiar, pero todo se mezclaba en su mente.Dando pasos torpes, se acercó a él, pero antes de que pudiera reaccionar, sus piernas cedieron y comenzó a caer.—¡Celeste, ¿estás borracha?! —exclamó Jacob, moviéndose rápido para sostenerla antes de que tocara el suelo.La atrapó en el aire. Su piel ardía, más caliente de lo normal. No olía a alcohol, pero algo estaba muy mal.—Parece que tienes fiebre —dijo Jacob, perplejo—. ¿Qué te pasa?Antes de que pudiera decir más, Celeste se aferró a él con fuerza. De repente, lo tumbó al suelo, cayendo sobre su pecho, sus labios rozando su cuello. El cuerpo de Jacob se tensó de inmediato.—¡Celeste, espera, ¿qué estás haciendo?! —la voz de Jacob estaba cargada de confusión, pe
En las oficinas del Grupo Vargas.Lorenzo estaba relajado en su elegante sofá, el teléfono en la mano, llamando a Celeste.No obtuvo respuesta, pero no se molestó.La pequeña había estado molesta esa mañana, después de que él, tal vez, había ido demasiado lejos jugando con ella. Recordó cómo se negó a ayudarle a ajustar la corbata antes de salir.«Qué temperamento tiene…», pensó, dejando el teléfono a un lado y revisando unos documentos.Sin embargo, no lograba concentrarse. Ya estaba planeando cómo hacer las paces.El sol brillaba a través de las ventanas, iluminando su figura imponente como una montaña nevada.Andrés entró desde el pasillo. Lorenzo escuchó los pasos y levantó la vista para mirarlo de forma despreocupada.—Reserva una cena en un restaurante que le guste a ella. La llevaré a cenar esta noche.—Señor Vargas… —Andrés dudó antes de continuar.Lorenzo levantó la mirada, su expresión fría.—Dilo de una vez —ordenó con impaciencia.Andrés, nervioso, le extendió su teléfono.