Manuel, retorciéndose de dolor, gritó desesperado:—¿De verdad crees que puedes compararte con Lorenzo? ¡Hasta tu suegro, aquel alcalde, tiene que hacer lo que él diga! ¡Yo no maté a tu padre! Si eres listo, me sueltas ahora, ¡o el que va a estar acabado eres tú!—Qué miedo… —Yael presionó con más fuerza su pie contra el rostro de Manuel, sus ojos brillando con una furia asesina—. Manuel, te has creído intocable por mucho tiempo. Tú mataste a mi padre y a mi hermana, y Celeste dejó a mi hermano ciego de un ojo. ¡Vaya par de desgraciados son tú y tu hija! Hoy, voy a arrancarte los ojos como compensación por lo que le hiciste a mi hermana.Uno de los guardaespaldas le entregó con respeto una navaja, que Yael tomó sin dudar.Manuel, sabiendo lo peligroso que podía ser Yael, sintió el terror apoderarse de él. Su rostro se desfiguró por el miedo mientras luchaba frenéticamente por liberarse.—¡Yael, no puedes hacerme esto! ¡Mi hija no te lo va a perdonar!—¡Hermano!Jacob irrumpió en la hab
Fijando su mirada en Manuel, preguntó:—Recuerdo que una vez me dijiste que tú y mi madre tuvieron problemas en su relación y que por eso se separaron, ¿cierto?Manuel no esperaba que ella tocara ese tema. Su corazón dio un vuelco, temiendo que Celeste hubiera descubierto algo. Sin embargo, Manuel sabía cómo mantener la calma. Adoptando una expresión triste, propia de quien ha perdido a un gran amor, contestó:—Ya te lo expliqué, Celeste. Lo que pasó entre tu madre y yo fue complicado. ¿Por qué lo preguntas ahora?—Solo tengo una duda —continuó Celeste, sin apartar la mirada—. Después de años sin verla, ¿bastó con que ella te dijera que yo era tu hija para que lo creyeras?Celeste sabía que Manuel no era de los que aceptaban algo así sin más.Manuel soltó una risa tranquila y respondió:—Claro que no me fie solo de eso. Hice una prueba de ADN para asegurarme. Tomé un mechón de tu cabello cuando eras pequeña. No lo recuerdas. Además, ya hicimos otra prueba, ¿o tienes dudas sobre eso? Si
—¿Una vida perdida y tú crees que estamos a mano? —La voz de Celeste era un eco de dolor y resentimiento.No solo Margarita había pagado el precio de ese engaño. Jacob había perdido un ojo, y Celeste había estado en peligro una y otra vez.Durante todo ese tiempo, había creído que Isabella era la única culpable, ¡pero ahora se daba cuenta de que todo había comenzado con Manuel!Aunque nunca lo llamó «papá», en el fondo lo había considerado como uno, confiando plenamente en él.¡Y ahora, se daba cuenta de que todo había sido una farsa!Los más sorprendidos al escuchar la conversación eran Yael y Jacob.Yael mantenía una mirada cargada de emociones. Recordaba el incidente en el que había capturado y torturado a Celeste, convencido de que ella era la culpable. Ahora, descubrir que todo había sido un error lo dejaba perplejo.Por otro lado, Jacob sentía alivio. Desde el principio, había dudado de que Celeste fuera hija de Manuel, ¡y finalmente, se confirmaba que no lo era!El rostro de Man
Si hubiera recordado su infancia, quizás habría reconocido a Jacob cuando lo conoció.Yael no supo qué decir. Su rostro reflejaba emociones encontradas. Minutos antes, había deseado arrancarle los ojos a Celeste, y ahora le decían que ella era la hermana a la que tanto había amado de pequeño.Y su verdadera hermana…Jacob, por su parte, la miraba con una mezcla de confusión y conmoción. Sus pensamientos estaban tan desordenados como los de Yael.Mientras tanto, Steven, que acababa de asumir el papel de hermano, no ocultaba su incomodidad. «¿Ahora resulta que Celeste tiene otros dos hermanos mayores?» pensó, molesto.—¿Por qué Nieve decidió esconder a Celeste en el campo? —preguntó Steven fríamente.Manuel sacudió la cabeza.—No lo sé. Siempre quiso irse de la capital, pero como la niña estaba en manos de Dylan, no tenía opción. Parecía temer que alguien descubriera la existencia de Celeste. Una vez mencionó que tal vez sería mejor que permaneciera con Dylan. Después de salvarla, huyó c
Celeste no recordaba su infancia. No sabía si realmente había vivido con la familia Morales. Manuel no parecía estar mintiendo, no tenía motivos para hacerlo.Si había estado o no con ellos, no afectaba en nada a Manuel.¡Pum!De repente, un tipo rudo chocó contra ella, haciéndola tambalear. Al notar su hermoso rostro, una sonrisa lasciva se dibujó en su cara.—Vaya, chica guapa… ¿Por qué no vienes conmigo a tomar algo…? —no terminó la frase. Un grito de dolor salió de su garganta cuando fue lanzado por los aires, aterrizando pesadamente en el suelo, el rostro contorsionado por el dolor.—¡¿Quién se atreve a tocarla?! ¡Te voy a…!Lorenzo lo miraba con desprecio, sus ojos oscuros irradiaban peligro. Su semblante, cargado de furia contenida, parecía el de un depredador acechando a su presa.Celeste, al ver la situación, lo detuvo rápidamente.—Déjalo, no vale la pena. Estoy bien, no perdamos el tiempo con alguien como él.Pero el tipo, ignorante del peligro, seguía gritando con arroganci
El coche se detuvo en un semáforo.Sin pensarlo mucho, Celeste se inclinó y le plantó un beso en la mejilla.Lorenzo arqueó una ceja, sonriendo con ironía.—¿Te llama tu exnovio y me besas a mí? —preguntó en tono burlón.—Estoy besando a mi novio actual —replicó Celeste, con una sonrisa traviesa en sus ojos.Lorenzo sabía que lo hacía para calmarlo, pero funcionó.La frialdad en sus ojos se desvaneció. Su mirada se suavizó, observándola intensamente.—Entonces guárdate más besos para cuando lleguemos a casa —dijo con seriedad, pero su tono era claramente seductor.Su voz baja y grave, junto con la seriedad en su provocación, hizo que a Celeste le temblaran las rodillas.Este hombre sabía exactamente cómo hacer que su corazón latiera con fuerza.Sonrojada, y notando que Lorenzo parecía estar de mejor humor, le susurró:—Lorenzo, ¿te puedo pedir un favor? ¿Podrías… dejar en paz a Jacob…?El rostro cálido de Lorenzo cambió al instante. Su tono se volvió frío cuando la interrumpió:—Creo q
Colgó antes de que él pudiera decir algo más y miró a Lorenzo.—¿Ahora estás satisfecho? —preguntó, con una mezcla de cansancio y resignación.Lorenzo la observó con ojos oscuros y profundos.—No es suficiente.Celeste lo miró, sorprendida y confusa. ¿Cómo no era suficiente?—¿Qué más quieres? —preguntó, frustrada.—Todos, fuera —ordenó Lorenzo con frialdad.Las sirvientas, incluida Matilda, desaparecieron en segundos, dejándolos solos en el amplio salón.Celeste notó los ojos enrojecidos de Lorenzo y supo que algo estaba por pasar. Se levantó rápidamente para escapar, pero él fue más rápido. En un segundo, la tumbó en el sofá.—¡Ah! —soltó un pequeño grito.El sofá era lo suficientemente suave como para que no sintiera dolor, pero la rapidez de la acción la tomó por sorpresa.—¿Por qué corres? —preguntó Lorenzo con una sonrisa torcida—. ¿No querías saber qué me haría sentir satisfecho? Pues así es como lo consigo.Mientras hablaba, tomó su mano y la llevó a sus labios, mordisqueando s
Celeste sonrió, una sonrisa tan luminosa que era imposible no sentirse conmovido.Steven suspiró internamente. «Qué lástima que mi prima ya haya crecido. Si todavía fuera una niña, podría consentirla, abrazarla y jugar con ella como cuando era pequeña.»—Celeste, existe la posibilidad de que tu mamá siga viva. Estoy organizando una búsqueda para encontrarla —añadió Steven.Al oír mencionar a su madre, la luz en los ojos de Celeste se apagó un poco. Ya había deducido que Nieve había esperado a su madre mientras se escondían en la ciudad, pero Leonor nunca apareció. Celeste no sabía qué le había sucedido, ni siquiera si seguía con vida.Bzzz…De repente, su teléfono vibró. Era Viviana. Celeste frunció el ceño, dudando.No estaba segura de si Viviana había participado en las mentiras de los Jiménez, pero ahora sentía un profundo desprecio por todos ellos. No quería escuchar ni una palabra.Sin embargo, Viviana insistía con las llamadas.Molesta, Celeste contestó al fin. La voz de Viviana