Capítulo 426
En la habitación, la luz era tenue, creando un ambiente cargado de intimidad.

En la entrada, la ropa de ambos yacía dispersa por el suelo, y al avanzar, el desorden en la cama grande contaba una historia de pasión descontrolada. Almohadones tirados, pedazos de tela y pañuelos usados se encontraban esparcidos por todos lados.

En el otro extremo de la habitación, sobre un sofá de cuero negro, Lorenzo descansaba con un pie en el suelo, sus músculos tensos brillando bajo la luz tenue. Su rostro, marcado por el deseo, mostraba una ferocidad que lo hacía parecer un animal salvaje.

Su imponente figura eclipsaba completamente a Celeste, que estaba acorralada en una esquina del sofá, emitiendo suaves gemidos de agotamiento...

Después de una tormentosa sesión de pasión, Lorenzo la abrazó, recostándose con ella en el sofá para recuperar el aliento.

—¿Estás cansada? —preguntó, con la voz ronca.

—Sí... —Celeste murmuró, cerrando los ojos y sintiendo cómo el cansancio la invadía—. Alya te puso algo
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