Capítulo 37
—¿Qué? —preguntó Lorenzo un poco confundido por sus extrañas palabras.

Celeste le explicó:

—Me ayudaste en liberar a la señorita Jiménez, ¿hay alguien que te busque problemas?

Aunque eso fue solamente un trato entre ellos, Celeste no quería que Lorenzo se metiera en problemas por su culpa. Eso la haría sentir que le debiera aún más favores.

—Aún no eres capaz de causarme grandes problemas —Lorenzo soltó una leve risa despreocupada.

Según el tono relajado del hombre, como si no le diera mucha importancia. Esto alivió a Celeste mucho.

—Por cierto, jefe, quería agradecerte por organizar el hospital y los médicos para la señorita Jiménez.

—Agradece cuando yo regrese —interrumpió Lorenzo con su voz profunda —, ¿te has recuperado por completo ya?

—Sí, casi…

—Hum —Lorenzo rio.

Aunque solo fue una sílaba, su voz profunda y juguetona tenía un toque de provocación. Celeste se quedó perpleja por unos segundos antes de reaccionar. De repente, su rostro se ruborizó y, sin palabras, mordió su labio
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