Capítulo 43
—No, no… ¡No! ¡Ahhh! —gritó Pablo desesperadamente y abrió los ojos de par en par con enorme dolor.

No podía hacer nada más que ver todos los platos ser metidos en su boca. Pronto, tenía comida sin tragar por todo su cuerpo, su estómago estaba tan lleno que su abdomen era como una pequeña montaña. Cayó al suelo y había perdido ni la capacidad de soltar los gritos de dolor…

Todos los presentes contuvieron la respiración y observaron la escena, sintiendo cómo el sudor frío recorrió por toda la espalda…

Lorenzo bajó la mirada y observaba al hombre, como si estuviera mirando a un perro.

—Ten cuidado con tus comportamientos en el futuro. Recuerda, no eres digno de invitar a mi mujer a cenar.

Los ojos de Pablo se quedaron de par en par. Ya no podía pronunciar ni una palabra. Yacía en el suelo como un jabalí atrapado.

—Basta. Saquen a este desgraciado y no ensucien el lugar —dijo Enrique y de inmediato, unos guardaespaldas se acercaron y lo llevaron.

—Ya es tarde. Lorenzo, vamos a comer. ¿Qu
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