Capítulo 25
Después de reflexionar un momento, Celeste no encontró ninguna pista clara. Se sentía mareada y decidió dejar de darle vueltas al asunto.

—Señorita, aquí tiene una bata de hospital. Se sentirá más cómoda si se la pone —dijo amablemente la enfermera mientras le entregaba una bata holgada—. ¿Necesita ayuda para ponérsela?

Celeste notó que todos aquí parecían tratarla con amabilidad, probablemente debido a Lorenzo.

—Gracias, no necesito ayuda. Puedo hacerlo sola —respondió Celeste de manera cortés. No estaba acostumbrada a que otros la ayudaran a cambiarse de ropa.

—De acuerdo. Si necesita algo, llámeme.

—Está bien.

Después de que la enfermera se fue, Celeste yacía en la cama mareada por un rato, luego se levantó y se quitó la camiseta sucia, dispuesta a ponerse la bata limpia. Dado que tenía heridas, sus movimientos eran lentos. Sacó una mano de una manga y luego hizo lo mismo con la otra muy lentamente.

Cuando Lorenzo regresó a la habitación, se encontró con esa escena: Celeste estaba s
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