Capítulo 33
Al día siguiente de la partida de Lorenzo, Celeste llegó al hospital para visitar a Viviana. Era la primera vez que se encontraba con Viviana. La chica tenía un rostro delicado y encajaba perfectamente en su estatus de una señorita adinerada. Era delgada y pálida, con un semblante demacrado. Sus labios adquirían un tono morado debido a su enfermedad cardíaca, lo que acentuaba aún más su palidez. La bata del hospital le quedaba amplia y su cuerpo parecía frágil.

—Celeste, Viviana quiere conocerte, por eso te llamé —explicó Rosalina sonriendo. Su estado de ánimo había mejorado considerablemente y también había cambiado su actitud hacia Celeste.

—Eres Celeste, ¿verdad? Mi madre me ha hablado de ti antes. ¡Dios mío, eres realmente hermosa! ¿Por qué no te has convertido en una estrella con tanta belleza? —exclamó Viviana. Parecía una persona abierta y observaba a Celeste con curiosidad.

Celeste le sonrió:

—Estás exagerando, no soy tan hermosa como dices.

Viviana negó con la cabeza:

—Lo digo
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