Capítulo 1: El comienzo

Jaden Lee era de todo menos normal.

Desde que había sufrido un accidente cinco años atrás, su vida había dado un giro total convirtiéndola en una friki total.

Ella podía ver fantasmas.

Algo demasiado anormal para está sociedad e incluso para ella.

Cada día era una locura total y un apestoso dolor de cabeza. El miedo recorría su cuerpo a cada hora del día.

No importaba donde estuviera, sí un espíritu se daba cuenta que ella los veía la perseguían hasta el cansancio.

Suspiró.

Se encontraba sentada en su cama atándose las cintas de sus zapatillas rojas ya que necesitaba salir a realizar ciertas diligencias.

Una vez atadas se levantó y se acomodó la blusa mientras se veía en el espejo.

—Eres un desastre Jaden Lee.

Su rostro estaba totalmente pálido, lo cual no la ayudaba ya que resaltaba las enormes ojeras que cargaba. Se dió un par de suaves golpes en las mejillas tratando de darles color y luego recogió su mochila.

Salió de la habitación y caminó hacia la salida del pequeño apartamento dónde vivía.

Recién había cumplido veinte años y ya llevaba viviendo sola dos de ellos. Había tomado la decisión de independizarse para no ser una carga para su prima. A los quince vivió refugiada bajo el techo de Sam por tres años, pero Jaden sabía que ella no estaba cómoda con la presencia de sus visitantes del más allá y era mejor afrontarlo sola. Además Sam siempre le llevaba comida lo cuál le ahorraba bastante dinero.

Al salir de su apartamento notó el cielo nublado, algo normal en la vieja Londres.

—Lloverá pronto pero vendré a tiempo.— Se dijo mientras cerraba la puerta con llave.

Se acomodó la mochila y bajó los escalones de los siete niveles de aquel viejo complejo de apartamentos.

Se despidió de la dueña del lugar, una mujer que siempre estaba vigilando a sus inquilinos, algo raro  por si se lo preguntaban, y salió del edificio.

Al estar en la calle caminó por la acera siguiendo al espíritu de una anciana quien la había molestado por más de una semana. La mujer le había robado el sueño atemorizándola cada noche hasta que Jaden habló con ella y por esa razón necesitaba ir al límite de la ciudad londinense para que la mujer dejará de molestarla.

En su mochila llevaba un sobre de dinero que pertenecía a la hija de la anciana.

Una hora más tarde, se encontraba en la casa de la mujer. La anciana le indicó que dejara el dinero en el buzón acción que Jaden realizó sin chistar.

Una vez terminada su labor la anciana se despidió de Jaden y desapareció.

—Un espíritu menos— suspiró. Bajó los escalones que se dirigían hacia la acera y comenzó a caminar de nuevo de regreso a su hogar. Revisó su reloj, éste indicaba las seis de la tarde en punto por lo que llegaría tarde a su casa de nuevo.

Mientras caminaba para tomar un autobús su atención fue dirigida a un pequeño local donde se leía: "Descubre tu fortuna".

Antes del accidente Jaden creía que esas cosas eran una farsa, pero con lo que vivía día a día era difícil de regresar a esa postura así que por pura curiosidad, decidió entrar.

Abrió la puerta dándole la bienvenida un aroma muy peculiar parecido al olor del incienso. El lugar era pequeño, estaba lleno de libreros que formaban varios pasillos los cuales conducían a una mesa donde se encontraba una joven mujer.

—Bienvenida Jaden— sonrió. La nombrada se sorprendió al escuchar su nombre dicho de una extraña.

—¿Cómo sabe mi nombre?

—¿Tú cómo crees que lo supe?- Jaden tragó duro. No sentía ninguna presencia a su alrededor. Así que no estaba del todo segura.-Toma asiento- dijo señalando la silla frente a ella.

Jaden un poco desconfiada hizo la silla para atrás y se sentó.

Al hacerlo notó la bola de cristal en el medio de la mesa. Los largos dedos de la mujer, quién al parecer era una psíquica, se posicionaron en la bola.

Jaden observó su rostro, tenía los ojos cerrados y una expresión extraña.

—Parece que tú tercer ojo está abierto, linda.

—¿Mí tercer ojo?

—Tú habilidad de ver espíritus.

Jaden asintió comprendiendo.

—Sí. Desde qué tuve un accidente me pasa esto. Me gustaría deshacerme de ese tercer ojo.

—Es una lástima. Tú don es inigualable. Pero si tú deseas eso, puede que éste sea tú día de suerte.

Jaden abrió los ojos sorprendida. Colocó sus manos en la mesa y miró a la joven psíquica.

—¿Es en serio?

—Según lo que veo, necesitas de energía masculina para que se cierre tu tercer ojo.

—¿Energía masculina?

—Sí. Dos energías opuestas que se complementen. El Ying y el Yang. De esa forma se complementarán, haciendo que tu tercer ojo se cierre poco a poco hasta que ya no vuelva a abrirse.

—¡No puede ser! Creía que esto no tenía solución.

La psíquica sonrió.

—Sólo debes esperar querida. Y esto se resolverá.

Jaden rió bajo. Por primera vez en cinco años sentía esperanza. Y eso le gustaba.

...

Arley Davis lo tenía todo, dinero, belleza, éxito y juventud.

Su familia estaba a cargo de la línea de hoteles The Davis. Y Arley era el director del hotel ubicado en Londres y uno que pronto abriría en Cambridge, por esa razón llevaba más de siete horas sentado en un carro para regresar a su casa.

—Secretario Carson ¿guardó los papeles que le solicité?

—Por supuesto señor. Van en la USB que usted me indicó.— Respondió el nombrado.

—Genial. No sé que haría sin usted— el señor Carson sonrió. Estaba orgulloso de trabajar para el joven Arley, era un chico muy maduro, profesional serio e independiente.

No lo culpaba, el pasado del joven no era de lo más felíz.

Mientras Arley revisaba unos documentos, el Sr. Carson conducía el automóvil de su jefe. Faltaba poco para llegar a la casa de Arley y apenas iban entrando a los límites de la ciudad cuando la lluvia no tardó en caer.

Era una tormenta, los truenos retumbaban en los vidrios del auto y los rayos aparecían iluminando por segundos el cielo.

—Parece que es una tormenta joven Arley.

—Eso veo. Espero que no nos haga detenernos.

—Dios lo oiga — Justo cuándo terminó de hablar un enorme rayo cayó frente a ellos botando una enorme y gruesa rama de un árbol, la cuál les obstruía el camino. El señor Carson debido al susto se frotó los ojos cuando detrás de esa rama una mujer totalmente empapada con el pelo en la cara apareció espantando a ambos hombres.

El señor Carson después de tremenda sospresa tomó su paraguas y decidió asistir a la joven.

—¿Señor Carson?

—La caballerosidad no se ha perdido joven Davis.

Él señor Carson salió del auto y encendió el paraguas.

—¿Está usted bien jovencita?

La chica temblaba del frío. Toda su ropa estaba totalmente empapada.

—Si gusta entrar al auto jovencita, puedo llevarla a su casa.

La joven asintió y se acercó al gentil hombre.

El señor Carson la ayudó a entrar y acomodarse en el asiento trasero, luego le brindó una toalla.

La joven le agradeció mientras se sacudía el cabello.

El gentil hombre cerró la puerta y la joven suspiró.

Mala suerte había tenido al ser atrapada por la lluvia. Creyó que llegaría a tiempo a su casa.

Sacudiendo su pelo se tomó la cara y se recostó.

Se llevó un enorme susto al escuchar un suspiro al lado suyo haciendo que soltara un grito.

Había un hermoso joven al otro lado del asiento quién la miraba de manera extraña.

—¿Quién es usted?

—Eso debería preguntar yo señorita ya que estamos en mi auto.

—¿Su auto? Pero el señor fue quién me ofreció ayuda. ¿Es acaso usted...— ella se acercó al rostro del joven tratando de verificar si estaba muerto.

Así que sin dudarlo le tocó el rostro.

Arley al ver el atrevimiento de la joven abrió sus ojos sorprendido y se alejó.

—¿Qué le sucede?

—Lo lamento mucho. Creí que era... Olvídelo— regresó a su asiento

Arley confundido se ajustó el traje y se sentó de nuevo.

—Por cierto soy Jaden y agradezco mucho que me hayan ayudado.

—Sí bueno, el señor Carson tiende a ser muy gentil.

Jaden asintió. En verdad estaba muy agradecida, cualquiera hubiera pensado que ella era solamente una loca que intentaba pasar debajo de la lluvia. Cerró sus ojos agradeciendo la ayuda.

Pronto la lluvia comenzó a calmarse. Y enseguida entró el señor Carson.

—Joven Arley, ya viene la ayuda. Quitarán esa rama y nos iremos pronto de aquí.

—Gracias señor Carson.

—Esperaré fuera joven—dijo el anciano y volvió a salir.

Jaden se sorprendió al escuchar la pequeña conversación. El joven que estaba a su lado era jefe del señor.

Jaden giró su cabeza para observar al hombre de nuevo. Era muy apuesto en verdad.

Arley observó a la chica. Su expresión le recordaba a la de una loca. ¿En qué estaría pensando esa mujer?

Su ropa era un asco y su pelo un desastre. Puede que fuera porque estuvo bajo la lluvia, pero su rostro tenía unas enormes ojeras que le recordaban a la mujer de esa película de terror japonesa.

—¿Así que usted se llama Arley?

Los pensamientos del joven fueron interrumpidos. La chica lo observaba esperando una respuesta.

—Sí

Jaden volvió a acercarse a él. Arley se estaba incomodando.

—Es usted muy guapo.

Arley la empujo cuidadosamente.

—Y tú muy directa.

Jaden rió.

Arley estuvo a punto de salir del auto pero el señor Carson entró.

—Listo joven. Podemos irnos ya.

—Genial.

El señor Carson dejó a Jaden cerca de una parada de autobús por solicitud del joven y Jaden agradeció.el gesto. No esperaba más de un hombre como Arley Davis.

Se bajó del auto y se despidió de ambos hombres pero sólo el señor Carson se despidió de ella. Arley la ignoró.

El joven era demasiado antipático para su gusto pero no podía negar que era lindo.

Se encogió de hombros quitándole interes y esperó el autobús.

Mientras lo hacía su celular vibró. Era un mensaje de su prima.

"Recuerda que mañana es la fiesta. Y no quiero un no por respuesta"

Jaden suspiró, había olvidado por completo la fiesta sorpresa que le harían al amigo de Sam, Henry.

"¿Y si no voy?"

Contestó sabiendo ya la respuesta.

"Si no vas, te mato."

La joven suspiró, de pronto sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Un aire demasiado helado se hizo presente. Jaden se abrazó a si misma cuando sintió aquella presencia a su lado.

Una mujer vestida de mucama con un orificio en el centro de su cabeza la hizo estremecerse.

—Ayúdame— fue lo único que dijo antes de desaparecer.

(...)

Era viernes por la noche, el clima en la ciudad había estado algo lluvioso y Jaden no tenía ni la más mínima intención de salir, claro, eso era hasta que Sam apareció frente a su puerta y la había obligado a vestirse como una persona decente.

—Te odio— le dijo Jaden a Sam, quién se encontraba arreglando el alboroto de pelo que la joven tenía.

—No seas dramática, sabes que Henry quiere que estés ahí.

—El quiere que tú estés ahí— sonrió Jaden de lado mirando a su prima en el reflejo del espejo.

Sam jaló el cabello de su prima. —¡Eso duele!— exclamó mientras Sam le sacaba el dedo medio.

—Sabes que Henry tiene novia y yo sólo soy su amiga.— Jaden hizo una mueca.

Sam siempre decía lo mismo, pero estaba segura de que Henry sentía algo por Sam al igual que ella por él. Lo malo es que ambos eran unos tontos para notarlo.

Pasaron dos horas hasta que Jaden quedó lista, la pelinegra se colocó frente al espejo, llevaba puesto un top negro junto conn unos jeans azules,  un saco blanco y su cabello se veía liso debido a la plancha que Sam había utilixado.

Se colocó un par de zapatos de tacón que se amarraban a la altura de sus tobillos.

Sam le colocó brillo labial el cual hacía que su labios se vieran más carnosos y además, había puesto rímel en sus pestañas resaltando sus ojos.

Literalmente había sufrido una transformación.

—Esto apesta— suspiró. Sam rió y le dio una nalgada.

—Deja de quejarte, te ves bien. Y tú trasero— le dio una mirada lujuriosa —ya no se ve plano— Jaden la miró mal y la empujó mientras su prima reía. —Ya vámonos— Jaden asintió.

Tomó su bolso y ambas salieron del departamento de la pelinegra.

Mientras iban de camino Jaden no pudo evitar sentirse un poco nerviosa, después de que aquel fantasma había aparecido frente a ella la noche anterior, tenía miedo de que lo hiciera de nuevo en cualquier momento. Suspiró tratando de relajarse.

Minutos después se encontraban en el "Egg London," una de las discotecas más famosas de la ciudad.

La música se podía escuchar desde la calle y había gente haciendo cola para entrar, las chicas mostraron sus identificaciones y ya que estaban en la lista entraron. Pronto los oídos de Jaden retumbaron por la música que estaba a todo volúmen.

Sam la tomó de la mano y la llevó entre el gentío hasta acercarse a un grupo de personas, del cual, Jaden sólo logró reconocer a Henry.

Jaden se acercó y le sonrió.

El hombre al verla le devolvió la sonrisa y extendió sus brazos. Jaden corrió hacia él y lo abrazó fuerte al igual que él a ella.

—¡Feliz cumpleaños!— gritó y el la abrazó aún más fuerte.

—¡Me alegra que hayas venido!- Jaden se separó y le dio una caja envuelta en papel de regalo —no debiste— Jaden se encogió de hombros.

Antes de que pudiera decir algo mas fue empujada por su prima quién se abalanzó sobre Henry. Jaden rió, iba a dejarlos solos pero el joven la detuvo.

—Jade, no vayas a irte muy lejos. Te tengo una sorpresa— Jaden lo miro confundida pero asintió mientras se dirigía a la barra. Necesitaba una gaseosa.

Al otro lado de la misma discoteca Arley Davis se encontraba pasando el rato con la modelo Frida Kensington.

Su madre lo había obligado a asistir a un evento con la modelo, se suponía que ahí acabaría la cita, pero no, la joven insistió en irse de "fiesta" y bueno, Arley tuvo que aceptar a regañadientes ya que tenía negocios pendientes con el padre de la chica y no podía plantarla así porque si.

—Vamos a bailar— insistía la joven y Arley rechazó cada una de las insistencias de la joven, finalmente alguien más la invitó a bailar y el castaño se sintió agradecido. Se levantó y se dirigió a la barra por un trago.

Mientras esperaba alguien le dio un pequeño golpe en la espinilla, al levantar la mirada una hermosa joven de cabello negro lo miraba apenada.

—Lo lamento, no era mi intención— Arley sólo asintió y la chica se retiró.

Suspiró hondo, ya no se sentía cómodo en el lugar por lo que decidió largarse de ahí.

Mientras tanto, Jaden se sentía apenada por haber lastimado a aquel joven. La pelinegra creyó haberlo visto antes pero no lo ubicaba del todo por lo que continuó su camino hasta dónde estaban Henry y Sam.

Frente a ellos se encontraba alguien más y justo cuando iba a dar otro paso el desconocido se giró y sonrió. Jaden confundida lo observó lentamente, era alto, muy alto y ella apenas le llegaba al hombro, parecía que su cabello era rubio o...¿castaño? no lograba diferenciarlo debido a las luces de colores de la discoteca. Lo que si notó fueron los hermosos ojos claros que el joven poseía.

—Jade, el es Luke Cooper, mi amigo del hospital. — habló Henry.

—Mucho gusto— sonrió Luke, Jaden casi se derrite por aquella linda sonrisa.

Momento, se dijo a si misma.

Calma tus hormonas Jaden.

La pelinegra se tranquilizó un poco y sonrió.

—Soy Jaden Lee, el gusto es mío.

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