Invicta

Por Gonzalo

Cuando arranqué, Débora me dijo que la deje en la próxima avenida, que ella tomaba un taxi.

-Ni lo sueñes.

-No quiero molestarte.

-Es…un placer.

Ella no me contestó, yo, en lugar de llevarla a su casa, fui hasta mi departamento.

-¿Querés ir a tomar algo?

Me mira seria, ya no sonreía.

Miedo no me tiene.

-No, gracias.

Estaciono en la puerta de mi edificio.

Me desabrocho el cinturón de seguridad.

-Subí a mi departamento y charlamos un rato.

-No.

Sus labios temblaron.

-Un rato…después te llevo a tu casa.

-No quiero.

Ahora sí me pareció un cachorrito.

-¿Tenés miedo de no resistir la tentación de tirarte sobre mí?

Estaba pensando la respuesta, mi mano se depositó en su cabello y la fui deslizando lentamente hasta su cuello, nuevamente ella se estremece.

Yo recurro a toda mi fuerza de voluntad para no besarla en ese momento, porque presentía que si lo hacía, ella no iba a subir.

-No me voy a tirar sobre vos.

-Eso lo tengo que comprobar.

-¡Estás equivocado!

Parecía una criatura ca
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