CAPITULO 5

ARIEL

Apenas proceso todo lo sucedido sin imaginarme que esta pequeña fuera un demonio en piel de oveja. Voy directo a la oficina para ponerme al día con mis labores, pensando seriamente en cómo llevar la personalidad de la chiquilla sin convertirnos en enemiga.

Antes de ingresar llamo a mi hermana porque debe darme muchas explicaciones, con un tema en específico y es esa criatura del demonio. Es que todavía estoy es shock y no salgo de mi asombro.

—Debes saber manejarla porque la tendrás encima de ti siempre—me dice mientras deseo un cigarrillo en este momento—es una buena niña, pero se siente sola y es su mecanismo de defensa nada mas, tenle un poco de paciencia hermana.

—Esa niña da miedo, se cree Dayneris, lo único que le faltan son los dragones para calcinarme—ella sonríe y escucho a su marido —te dejo, no quiero molestarte.

—No siempre los lujos llenan el vacío que tenemos en el alma y esa niña, como tú se necesitan la una a la otra, estoy segura que con el paso del tiempo aprenderán a conocerse y soportarse.

Cuelgo la llamada cuando tomo el pasillo que me lleva a la oficina de mi nuevo jefe, mi psicólogo y demás. No puedo evitar sentirme altamente atraída por ese hombre. Es demasiado atractivo, interesante, su personalidad es aplastante y su aura intimidante que despierta un millón de sensaciones en mi cuerpo.

—Buenos días—Abril observa

—Hola buenos días—contesto un poco desanimada—¿Michael se encuentra?

Me observa por la manera que tengo de llamarlo.

—Suelo tratar así a las personas, es una mala costumbre—me excuso

—¿Se molestó?

—No pareció importarle de todas maneras—me sonríe ampliamente—iré a reportarme.

—Está bien.

Abro la puerta sin tocar, chocando con la mirada que pone la piel de gallina y de la nada me imagino cosas malas hechas por él y yo dentro de su oficina. Se me contrae involuntariamente el sexo cuando lo veo y esta abstinencia me está matando y ver a este hombre se hace demasiado notaria.

—¿Como te fue con mis ángeles?—me observa de pies a cabeza alterándome los nervios.

—Son ambos unas ternuritas—sonrió con falsedad—Sofía es un ángel caído del cielo y que decir del pequeño, todo un amor.

Como decirle que son la personificación del mal. Que son ambos el anticristo y que su niña se cree diosa entre mortales.

—Espero te lleves muy bien, se que son unos angelitos, un poco difíciles, pero son niños de todas maneras.

No puedo dañar la imagen que tiene de sus hijos, que clase de ser humano lo haría.

—Si—no digo nada mas—vine a reportarme e iré con Abril para que me ponga al tanto de mis deberes aquí.

—¿Como te sentiste ahora? —es tan apuesto y atento. No se si me pregunta por el trabajo que el mismo acaba de ponerse, o solo por el hecho de yo importarle.

—Bien—me levanto—¿a cualquier instante vas a actuar como mi Psicólogo?

—¿Eso te molesta?

—Como hare para pagarte después.

—De eso me encargo yo.

—Que no sea en especie, porque llevo prácticamente un año sin sexo y creo que perdí sensibilidad allí abajo ya queeee—me trago la lengua cuando me doy cuenta de mis palabras… me observa con curiosidad y debo bajar la mirada debido a su intensidad.

—¿Ya qué?

—Ya que debo empezar con mis labores.

—Intenta no huir de las cosas que te avergüenzan, enfréntalas.

Asiento saliendo de su oficina, como si fuera tan sencillo, soy una tonta mujer fracasada que ni su matrimonio pudo cultivar, no pudo mantener a su hijo en el vientre y posiblemente jamás vuelva a tener hijos y quiere que hable de mi vida sexual abiertamente con él, que es mi jefe y el padre de esos dos engendros.

Abril me explica algunas de mis responsabilidades. Que van desde manejar su agenda, programar las citas, atender a las llamadas de los clientes más importantes y el teléfono, estará conectado a mi móvil para atender las llamadas.

Me apersono de las cosas que me ayudan a olvidar mi triste vida y antes de la hora estimada, salgo a recoger al demonio uno que enojada me espera en la puerta, junto con la encargada de cuidarla hasta mi llegada.

—Voy hacer que te despidan—dice—porque tardaste tanto, crees que estoy para esperarte hasta que te de la gana.

Paciencia Dios, dame paciencia por favor.

—Su majestad perdone la demora—la chica me mira, pero a esto le pondré un alto. No puedo permitir que me maneje como se le da la gana.

—Toma mis cosas.

Va hacia el alto y le sonrió a la chica tomando sus pertenecías, respiro profundo cuando me subo a este y la hallo mirando por la ventana con la mirada perdida. Tiene clase de tenis y de ahí tengo que venir por el hermano.

—No quiero ir a clases hoy—dice—quiero estar en casa, asi que llévame.

—Pide su majestad o declara.

—Te digo.

—Tiene que ser entonces más específica porque me confunde.

—¿Estás jugando conmigo?—ruedo los ojos, es una patada en el culo esta niña, pero paciencia, solo está en crecimiento.

—Lo siento mucho majestad, si le hago pensar tal barbaridad—tengo ganas de reírme—pero su padre es muy estricto y debe asistir a sus entrenamientos deportivos ya que están en vacaciones de navidad, por eso le recomiendo no hacerlo enojar.

—No se va a enterar, nunca se entera de nada, así que no te preocupes y llévame a mi casa, te lo ordeno esclava.

—Vera usted mi majestad que temo a su ira, pero más a la de su padre si le desobedezco, así que por favor no provoque que las dos seamos castigadas.

El hombre que conduce me observa por el retrovisor y solo es una niña, le sigo el juego pero no por mucho tiempo. No tiene más alternativa, la entrego a la persona encargada y ni se despide la grosera, voy por el pequeño con el tiempo medido y no le hablo, ya creare un espacio para interactuar los dos, sin la influencia de su hermanita.

—Vendré por ti cumplidamente.

Asiente cuando el hombre lo recibe.

—Eres nueva—asiento ofreciéndole la mano.

—Mi nombre es Ariel Cornet y soy la niñera de los niños.

—Mucho gusto, Walter.

Es un lindo pelinegro de ojos claros pero ahora el cabello negro me parece de lo más de hermoso. Es amable conmigo y suspiro, realmente estar de aquí para alla me ayuda con el estrés y los factores que afectan mi estado de ánimo.

 Me subo al auto donde platico con el conductor para hacer el viaje más ameno. Necesito en todo momento tener mi mente ocupada, los pensamientos malos se perpetúan en mi pecho y siento ganas de llorar de momento.

—No está bien que le des alas a la niña—me encojo de hombros—si quieres puedo hablar con el señor y ponerlo al tanto de como te trata.

—Puedo manejarlo, no te preocupes, solo estoy esperando un buen momento para hacerlo ya que solo es una chiquilla que quiere llamar la atención y sobretodo de su padre.

—El señor es atento, solo que su trabajo le devenga muchas horas, pero no es mal padre. Es tierno con ellos.

—No digo que lo sea, pero si debe estar más pendiente, esa niña grita su compañía.

—Hablare entonces con el señor.

—No, conoceré primero a Sofía, quiero ganarme su confianza.

—Esta bien señorita como usted diga.

Recibo llamadas que atiendo y paso a mi jefe mientras el conductor me lleva de regreso. Cuando llego a la empresa no se encuentra. Continuo con mis labores y me gusta esto de no estar encerrada en un mismo lugar. 

Michael requiere siempre que sus hijos en todas partes estén acompañados pero les da algunas libertades para que no se sientan presionados.

Las horas pasan y de la nada ya es medio día. 

—¿Ya almorzaste?—niego a la pregunta de Abril—vamos te invito

—No tengo mucho tiempo, tengo que ir por los niños. 

—Que agitador estar saliendo, tu hermana tenía la misma rutina y Sofía la dejaba por lo general traumada. 

Era de esperarse, ya tengo mis problemas existenciales, para ponerme mas presión con esta niña.

—Es solo una niña—tomamos el ascensor—solo tenemos que entenderla.

—Vamos al restaurante de la empresa para no demorarnos. 

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