Darek Adams

El agua manchada por la sangre seca que cubría mi piel cae a mis pies, no hay más marcas que esas gotas carmín. Mi piel sin cicatrices por la penetración de la daga que utilizaron para darle fin a mi vida, el recuerdo del objeto punzante atravesando mi pecho y abdomen me hacen llevar mi mano hasta esas zonas en donde la piel se encuentra liza como si nada hubiese pasado.

Solo quedan los recuerdos de anoche en mi cabeza haciéndome sentir impotente, no logre cuidar de Litza, me odio y odio a esos bastardos. Cierro mis ojos, no controlo la rabia que recorre mi cuerpo, es como si todas mis emociones se intensificaron al morir, respiro profundo mientras apoyo mi frente contra el frío cristal.

Termino de eliminar todo rastro de sangre de mi piel, cierro el grifo de la ducha, me envuelvo en una toalla mientras con otra seco mi cabello, Kalen duerme en la cama, cubierto por las nuevas sábanas blancas que colocaron. Tomo la ropa que dejaron para mí, me la coloco y siento al lado de