Me desperté temprano, notando la ausencia de Eduard a mi lado, esa sensación vacía volvió. Recordé que me había dicho que no se quedaría anoche.Me levanté bostezando y me dirigí a la ducha. A pesar de mi deber en el trabajo, recordé que no debo abusar de mi posición con el jefe, quien es también mi pareja.Opté por una falda de tubo color vino tinto, que caía justo encima de las rodillas, y una camisa blanca entallada con un sugerente escote y algunos botones sueltos. Complementé el conjunto con tacones de aguja y dejé mi cabello negro suelto y bien arreglado.Para finalizar, me rocié con el perfume favorito de Eduard y evité las joyas llamativas, optando por unos sencillos, aunque costosos, aretes. Al mirarme al espejo, quedé satisfecha con mi apariencia.Tomé mi bolso, metí el celular y la tarjeta del apartamento, saludé a la recepcionista al bajar y luego tomé un taxi que me llevó en pocos minutos a la empresa.—Hey —saluda Amanda al llegar.—Hola —le regalo una sonrisa.—Estás her
Después de la reunión, regresé a mi escritorio, y como era de esperar, el señor William se acercó, indicando que era hora de almorzar.Lilian y Amanda se fueron sin mí, intercambiando miradas cómplices. Ni lo piensen, con el subjefe no.Acompañé al señor William en su auto a un restaurante cercano. Al llegar, las miradas curiosas nos rodearon, dando la impresión de que éramos una pareja. Él, como subjefe de la ahora empresa Walton, y yo, conocida junto a Eduard.Al ordenar, sentí incomodidad por su mirada y el ambiente del restaurante, claramente a su nivel.—¿Te sientes cómoda? —preguntó al notar mi distracción.—Oh, sí, señor —respondí, disimulando mi inconformidad.—Solo estamos aquí para comer, no serás el plato principal —bromeó, y no pude evitar sonreír, relajando mis músculos. Quizás me sentía así porque Eduard estaba distante, y aceptar almorzar con el subjefe no le agradaría.—Estoy bien, no se preocupe —dije, más relajada. Él sonrió satisfecho.En pocos minutos, el mesero sir
Antes de girar la perilla de la puerta, reflexioné, tratando de ocultar mi nerviosismo. No entiendo qué le sucede a Eduard, pero su mal humor me intimida un poco.Finalmente, decido entrar. Lo encuentro revisando unos papeles. Al levantar la mirada y verme frente a su escritorio, me escudriña de arriba abajo, apartando los documentos a un lado.Ahora su rostro carece de expresión, y me frustra no saber qué piensa o si su enojo está dirigido hacia mí por algo que haya hecho mal y le haya molestado.—¿Me llamó, señor?—rompo el silencio tras unos segundos parada como una tonta.—¿Por qué tanta formalidad?—me pregunta, frunciendo el ceño al instante.—¿No es usted el formal, señor Eduardo?—replico, y esta vez soy yo quien frunce el ceño mientras él se levanta de su asiento.—¿Por qué aceptaste almorzar con él?— formula, apoyándose sobre su escritorio.—Porque el señor William es el subjefe; no podía rechazar su amable invitación. ¿Algo más?— alzo una ceja, observando cómo se tensa.—Ya veo
Acompañé a Lilian hasta que tomó un taxi y luego me quedé sola afuera de la empresa.No vi a Eduard cerca; tal vez también se había ido, pero no sé si fue a su nuevo apartamento o al suyo propio. Opté por tomar un taxi por mi cuenta, y el conductor me llevó en la dirección que le indiqué.Al entrar al edificio, subí por el elevador sintiéndome inquieta. No me gusta que Eduard me oculte cosas, y sé que lo está haciendo porque él mismo me dijo que no podía decírmelo.Cuando las puertas del elevador se abrieron, caminé por el pasillo hasta llegar a la puerta con el número correspondiente. Inserté la tarjeta, y la puerta se abrió. Sin embargo, al entrar, me sorprendió ver a Eduard ya sentado en el sofá, esperándome. No debía haber llegado mucho antes, ya que me demoré un rato hablando con Lilian y luego la despedí.—Sandra —me llamó Eduard al ver que pasaba de largo hacia la habitación y lo ignoraba—, tenemos que hablar.—¿De qué? —le respondí de espaldas antes de tomar la perilla de la pu
LILIAN Al llegar a mi apartamento, reflexioné sobre las palabras de Sandra. Consideré la posibilidad de llamar a Carter para resolver nuestras diferencias, con la esperanza de evitar la sensación de tristeza que me embargaba en ese momento. Además, debo admitir que lo extraño.En tan solo unos días, exploramos aspectos mutuos, compartimos confidencias hasta altas horas de la noche, y durante ese tiempo me enamoré aún más, comprendiendo que realmente quería estar con él. Sin embargo, desde el día en que lo conocí, siempre existió una barrera: ya tiene a alguien a su lado.Decidí tomar una ducha antes de decidir llamarlo, buscando despejar mi mente de esa idea. Me resisto a hacerlo, sin saber si aún está molesto o si ya no desea verme. La incertidumbre es frustrante.Al salir de la ducha, me puse un vestido corto de pijama, de tirantes y sedoso. Me senté en la cama con el celular en la mano, sintiendo la urgencia de llamarlo.Sin darme cuenta, ya estaba marcando el número de Carter, y m
SANDRA Hace varios días que me mudé a este apartamento que Eduard me compró y debo admitir que han sido los días más maravillosos de mi vida.Eduard ha compartido las noches a mi lado, incluso pasamos los fines de semana juntos, y en la empresa disfrutamos de pequeños momentos íntimos cuando logramos estar a solas.Lo más destacado ha sido la sorprendente dosis de romanticismo. Aunque siempre fue un tanto reservado y frío, últimamente, al pasar más tiempo juntos que nunca, se ha mostrado de manera diferente: dulce y atento, como nunca lo había visto.También me alegra por Lilian, quien me contó que hace unos días, Carter le pidió ser su novia. Descubrí que los sentimientos no eran unilaterales, ya que él también empezó a sentir algo por ella desde el primer día que se conocieron. Lo positivo es que Carter dejó a esa mala mujer que tenía a su lado para estar con Lilian; es un gran hombre.Espero tener la suerte de que mis sentimientos no sean solo de mi parte. Aunque he notado cambios
No tenía a dónde ir. Evitar la empresa era mi deseo, no quería enfrentar los murmullos sobre Eduardo y su prometida Megan, y mucho menos verlos expresarse cariño delante de mí. Aunque ella lo ignore, no puedo simpatizar con esa mujer; compartimos al mismo hombre.Ir a casa de mis abuelos despertaría sospechas; no soy buena ocultando mis sentimientos. Además, mi abuela se recupera de salud, y no deseo añadirle preocupaciones. La última cosa que quiero es convertirme en una carga para ella.Mi madre estaría decepcionada si estuviera viva. Soy la amante de mi jefe y he tomado el cariño de mi padre, repitiendo el mismo patrón que llevó al fracaso su matrimonio anterior. Me convertí en una amante, ocupando un papel similar al de la actual esposa de mi padre. Si todo sale a la luz, también destruiré otro compromiso.Jamás imaginé ocupar este papel; mi madre me odiaría. Si mi padre se entera, me reprochará, aumentando su desprecio. ¿Por qué Eduardo me involucró de esta manera? Si no hubiéramo
Max insistió en que me quedara en su apartamento, y al final, cedí. No planeo quedarme mucho tiempo; solo necesito calmarme para hablar con Eduard y aclarar esta situación que debió contarme desde el principio. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que ahora tiene a otra en sus brazos, y esa debería ser yo, no ella.—¿No piensas volver a tu trabajo? —le pregunté a Max, sentado a mi lado. Al menos dejé de llorar, me daba un poco de vergüenza.—No iré hoy, me quedaré contigo.—No es necesario, Max. Estoy bien, me harás sentir mal si dejas de lado tus deberes por mi culpa —señalo, pero a él parece no importarle.—No descuido mis deberes, mi secretaria está encargada de todo, no te preocupes por eso.Siempre sabe cómo decir las cosas sin hacerme sentir mal por nada.—Bien, es tu decisión.—Saldré un momento y te conseguiré algo de ropa para esta noche. No quiero que regreses a ese apartamento si no estás en condiciones.—¿Me vas a comprar ropa? Por supuesto que no, Max, eso es...—Eso no e