...**Eduardo**—Oye, por favor, deja de beber —insistió William una vez más.—Déjame, si realmente eres mi amigo, permíteme tomar —respondí, llevando el vaso de licor a mis labios.—¿No deberías estar contento por tu próxima boda? —inquirió, resignándose.—Sabes muy bien por qué estoy comprometido con Megan.—Pero es hermosa, tienes a una modelo como futura esposa, y estás aquí bebiendo como si esa fuera la raíz de todos tus problemas.En realidad, la causa de todos mis problemas es precisamente el compromiso. Si no estuviera comprometido, ese anillo que Megan lleva en su dedo ya estaría en la mano de Sandra.—No la amo, William, ni siquiera soporto estar en la misma cama con ella —confesé.—¿No han tenido intimidad? —puso cara de sorpresa.—No entiendo por qué te sorprendes tanto; ya te dije que no la amo. No estoy con nadie sin sentir algún tipo de afecto.—Vaya, eres increíblemente una caja de sorpresas. Con una modelo así, ningún hombre se resistiría.—Puedes casarte en mi lugar s
**Sandra** ...Después de una jornada laboral, me dirijo al baño antes de salir a almorzar con las chicas, quienes hoy prometieron no abandonarme para estar con sus parejas, evitando dejarme sola en un mar de lamentaciones.Anoche dormí en casa de mis abuelos, sin saber si Eduard fue al apartamento. Aunque dudo que lo haya hecho, esperaba al menos una llamada suya si me necesitaba. Sin embargo, nada llegó, quedando atrapada solo en la esperanza.—Así que eres Sandra —oí una voz chillona detrás de mí. Miré el reflejo en el espejo y me encontré con una mujer rubia perfectamente vestida de negro, provocativa.—¿Necesitas algo? —me volví hacia ella, tomé papel de baño y sequé mis manos recién lavadas.—No hemos hablado desde que llegué aquí. ¿Me estás evitando, Sandra? —su voz sonaba odiosa, sin tener la confianza suficiente para tutearnos.Desde que llegó a la empresa, la he evitado deliberadamente. Cuando viene con Eduard, me voy al departamento de ventas y si me necesita, me llama. Tod
Estaba en la cafetería cuando escuché tacones resonando detrás de mí, como si alguien viniera corriendo. Al girarme con mi café, me encontré con Amanda y Lilian, quienes se detuvieron frente a mí, tomando aire de manera exagerada después de correr. Supongo que ya saben lo que pasó; debe de estar esparcido por toda la empresa.—Sandra... —Amanda pronunció mi nombre, tomando aire— ¿Estás loca? ¿Te falta un tornillo?.—¿En serio hiciste eso? —indagó Lilian, un poco más recuperada que Amanda.—Chicas, ¿vinieron hasta aquí solo por el chisme? —casi reí. Están todas desarregladas y agitadas por venir hasta aquí como locas.—¡Por supuesto! —chilló Amanda— Nos acabamos de enterar de lo que pasó, que golpeaste y le tiraste café encima a la señorita Megan. ¿Eso es cierto?.—Bueno, vine a buscar otro café. ¿Eso no les da una respuesta? —me encogí de hombros.—Sandra —Lilian me miró atentamente—, sabemos que no eres capaz de hacer algo así; no eres una mujer impulsiva. Pero dijeron que no fuiste c
**Eduardo**—¿No la despediste después de lo que me hizo? —me reclamó Megan, visiblemente molesta.—No me dirás lo que debo o no hacer con el personal de mi empresa —respondí fríamente.—¿Con el personal o con ella? ¡Soy tu prometida! —exclamó.—Lo sé, m*****a sea. Sé que eres mi prometida, y todo el tiempo me lo recuerdas —terminé irritado.—¡Entonces actúa como tal!.Enojado, la acorralé contra la pared, tomé su mentón con fuerza y la obligué a mirarme a los ojos.—Escúchame bien, Megan —empecé—. No te hagas la víctima. Sé por qué lo hiciste, pero te pido que no interfieras en mis asuntos, ya sea en la empresa o en cualquier otro aspecto de mi vida. Si vuelves a hacer algo así, arruinaré tu carrera como modelo, y todo este juego del matrimonio se vendrá abajo. Es una advertencia.La solté bruscamente y me dirigí a la habitación, dejándola sin argumentos. Sabe que hablo en serio y tengo el poder para arruinar su reputación si comete otro error. Hoy se metió con Sandra, lo más valioso
—No bebas más —me pidió Max, otra vez tratando de impedir que me lleve el vaso a los labios. —Déjame, Max, quiero beber aunque no me sienta bien; ayuda a olvidar —insistí, logrando finalmente tomar mi vaso con éxito mientras sentía cómo el licor me quemaba la garganta.Después del trabajo, le pedí a Max que me llevara a un bar cercano; tenía muchas ganas de beber, algo inusual en mí. Eduardo tuvo que irse a casa de sus padres para cenar con Megan, seguramente discutiendo los detalles de su próxima boda. Mientras tanto, yo estaba sentada en un taburete, ahogándome en el alcohol y tratando de olvidar a Eduardo por un breve momento.—Hoy conocí a su madre —comenté a Max mientras tomaba otro trago amargo —. Me trató maravillosamente, es una mujer excepcional, incluso se consideró mi amiga. ¿Puedes creerlo? —reí irónicamente.—¿Y eso es malo? —Max también bebió de su vaso.—No lo es, pero... —hice una pausa, bajando la mirada —. Pero fue tan bueno que no creo merecerlo. Incluso esa señora
**Eduardo**—Te aconsejo que te alejes de ella —le advertí a ese tal Maximiliano.—No necesito su consejo; debería ser usted quien se aleje, le está haciendo daño —respondió desafiante.—Este asunto es entre ella y yo. No me gusta para nada tu cercanía con Sandra —manifesté con evidente irritación.—A ella parece gustarle mi cercanía. Me hubiese pedido que me alejara si se sintiera indiferente —declaró, tensando mi mandíbula al instante.—No esperes que ella te mire con otros ojos. No me creo el cuento de que están juntos.—Sandra no lo negó. Aclare sus dudas con ella si quiere, pero una cosa le digo —dio un paso hacia mí— puede que ella lo quiera, pero no la culpe cuando deje de sentir lo que siente por usted. La está empujando al abismo sin darse cuenta. Aléjese de ella si le tiene algún afecto o, al menos, respeto, aunque lo dudo.Dicho eso, pasó por mi lado hasta desaparecer de mi vista. Quedé con los músculos tensos y la sangre hirviendo como un volcán a punto de explotar.Nunca m
Me desmoronaba al ver cada lágrima brotar de sus ojos, el brillo apagado en ellos, todo por mi culpa. Cada palabra suya agrietaba mi corazón. ¿Es malo ser un poco egoísta para mantenerla a mi lado? Solo quiero que no me abandone, la amo, y ese amor me impide dejarla ir, aunque otros digan que debería hacerlo. Ese es mi problema, no puedo.—Si estoy contigo, Sandra, lo estoy ahora.Sostenía su rostro entre mis manos, sus lágrimas resbalaban por sus mejillas calientes, me duele, me rompe, siento que se corta la respiración. Odio verla llorar, odio su falta de sonrisa, pero también temo que me odie.—No quiero seguir, Eduardo, basta —me pidió, intentando apartar mis manos, pero no lo permití acercándome más a ella. Solo quería estar con Sandra, sentirla y abrazarla esta noche, ¿era mucho pedir?.—No me hagas esto, Sandra —le dije, limpiando sus mejillas húmedas—. Quédate conmigo, por favor.—Eduardo...—Eduard, dime Eduard, me gusta cuando lo haces.Dejó de llorar, sus ojos me miraban con
* * * **Sandra**Me desperté somnolienta, frotándome los ojos con pereza; deseaba seguir durmiendo, pero debía ir al trabajo.Al mirar a un lado de la cama, noté que estaba vacía, Eduard no estaba presente. Inicialmente, pensé que se había ido temprano, pero al ver su camisa y saco en el pie de la cama, me di cuenta de que seguía en el apartamento.Anoche compartió la velada conmigo de una manera inusualmente gentil y dulce, algo poco común en él. Aunque sea efímero, me hizo sentir bien. Mis emociones se desbordaron y no pude contenerme al expresarle mi amor, demostrándoselo incluso cuando anhelaba su compañía. A pesar de mi vulnerabilidad al llorar frente a Eduard, cada palabra provino sinceramente de lo más profundo de mi corazón.Me levanté de la cama envuelta en la cobija, buscando algo entre los cajones. Extrañamente, no encontré las pastillas anticonceptivas que tomo diariamente sin falta. No recordaba si las había agotado o simplemente olvidé comprar más. Continué la búsqueda s