**Eduardo**—¿No la despediste después de lo que me hizo? —me reclamó Megan, visiblemente molesta.—No me dirás lo que debo o no hacer con el personal de mi empresa —respondí fríamente.—¿Con el personal o con ella? ¡Soy tu prometida! —exclamó.—Lo sé, m*****a sea. Sé que eres mi prometida, y todo el tiempo me lo recuerdas —terminé irritado.—¡Entonces actúa como tal!.Enojado, la acorralé contra la pared, tomé su mentón con fuerza y la obligué a mirarme a los ojos.—Escúchame bien, Megan —empecé—. No te hagas la víctima. Sé por qué lo hiciste, pero te pido que no interfieras en mis asuntos, ya sea en la empresa o en cualquier otro aspecto de mi vida. Si vuelves a hacer algo así, arruinaré tu carrera como modelo, y todo este juego del matrimonio se vendrá abajo. Es una advertencia.La solté bruscamente y me dirigí a la habitación, dejándola sin argumentos. Sabe que hablo en serio y tengo el poder para arruinar su reputación si comete otro error. Hoy se metió con Sandra, lo más valioso
—No bebas más —me pidió Max, otra vez tratando de impedir que me lleve el vaso a los labios. —Déjame, Max, quiero beber aunque no me sienta bien; ayuda a olvidar —insistí, logrando finalmente tomar mi vaso con éxito mientras sentía cómo el licor me quemaba la garganta.Después del trabajo, le pedí a Max que me llevara a un bar cercano; tenía muchas ganas de beber, algo inusual en mí. Eduardo tuvo que irse a casa de sus padres para cenar con Megan, seguramente discutiendo los detalles de su próxima boda. Mientras tanto, yo estaba sentada en un taburete, ahogándome en el alcohol y tratando de olvidar a Eduardo por un breve momento.—Hoy conocí a su madre —comenté a Max mientras tomaba otro trago amargo —. Me trató maravillosamente, es una mujer excepcional, incluso se consideró mi amiga. ¿Puedes creerlo? —reí irónicamente.—¿Y eso es malo? —Max también bebió de su vaso.—No lo es, pero... —hice una pausa, bajando la mirada —. Pero fue tan bueno que no creo merecerlo. Incluso esa señora
**Eduardo**—Te aconsejo que te alejes de ella —le advertí a ese tal Maximiliano.—No necesito su consejo; debería ser usted quien se aleje, le está haciendo daño —respondió desafiante.—Este asunto es entre ella y yo. No me gusta para nada tu cercanía con Sandra —manifesté con evidente irritación.—A ella parece gustarle mi cercanía. Me hubiese pedido que me alejara si se sintiera indiferente —declaró, tensando mi mandíbula al instante.—No esperes que ella te mire con otros ojos. No me creo el cuento de que están juntos.—Sandra no lo negó. Aclare sus dudas con ella si quiere, pero una cosa le digo —dio un paso hacia mí— puede que ella lo quiera, pero no la culpe cuando deje de sentir lo que siente por usted. La está empujando al abismo sin darse cuenta. Aléjese de ella si le tiene algún afecto o, al menos, respeto, aunque lo dudo.Dicho eso, pasó por mi lado hasta desaparecer de mi vista. Quedé con los músculos tensos y la sangre hirviendo como un volcán a punto de explotar.Nunca m
Me desmoronaba al ver cada lágrima brotar de sus ojos, el brillo apagado en ellos, todo por mi culpa. Cada palabra suya agrietaba mi corazón. ¿Es malo ser un poco egoísta para mantenerla a mi lado? Solo quiero que no me abandone, la amo, y ese amor me impide dejarla ir, aunque otros digan que debería hacerlo. Ese es mi problema, no puedo.—Si estoy contigo, Sandra, lo estoy ahora.Sostenía su rostro entre mis manos, sus lágrimas resbalaban por sus mejillas calientes, me duele, me rompe, siento que se corta la respiración. Odio verla llorar, odio su falta de sonrisa, pero también temo que me odie.—No quiero seguir, Eduardo, basta —me pidió, intentando apartar mis manos, pero no lo permití acercándome más a ella. Solo quería estar con Sandra, sentirla y abrazarla esta noche, ¿era mucho pedir?.—No me hagas esto, Sandra —le dije, limpiando sus mejillas húmedas—. Quédate conmigo, por favor.—Eduardo...—Eduard, dime Eduard, me gusta cuando lo haces.Dejó de llorar, sus ojos me miraban con
* * * **Sandra**Me desperté somnolienta, frotándome los ojos con pereza; deseaba seguir durmiendo, pero debía ir al trabajo.Al mirar a un lado de la cama, noté que estaba vacía, Eduard no estaba presente. Inicialmente, pensé que se había ido temprano, pero al ver su camisa y saco en el pie de la cama, me di cuenta de que seguía en el apartamento.Anoche compartió la velada conmigo de una manera inusualmente gentil y dulce, algo poco común en él. Aunque sea efímero, me hizo sentir bien. Mis emociones se desbordaron y no pude contenerme al expresarle mi amor, demostrándoselo incluso cuando anhelaba su compañía. A pesar de mi vulnerabilidad al llorar frente a Eduard, cada palabra provino sinceramente de lo más profundo de mi corazón.Me levanté de la cama envuelta en la cobija, buscando algo entre los cajones. Extrañamente, no encontré las pastillas anticonceptivas que tomo diariamente sin falta. No recordaba si las había agotado o simplemente olvidé comprar más. Continué la búsqueda s
**Sandra**Creo que, en mi experiencia, los momentos de felicidad son efímeros, como el que viví hace aproximadamente una hora con Eduard. En ese momento, compartíamos una intimidad que ambos extrañábamos, pero ahora todo parece desvanecerse como la espuma.Lo menciono porque, en este preciso instante, veo a Eduard llegar a la empresa con Megan, ella tomada de su brazo y sonriendo de manera aparente, mostrando simpatía cuando en realidad parece ser totalmente apática. Eduard, por su parte, con el rostro inexpresivo como siempre. Es entonces cuando me doy cuenta de que mientras más intento aferrarme a él, más sufro, y comprendo que nuestra conexión es simplemente efímera.La mirada de Megan y la mía se cruzaron brevemente, y pude percibir una sonrisa maliciosa que no logré entender hasta que la vi besar a Eduard frente a todos, desencadenando murmullos entre los presentes. Él no le correspondió, al contrario, fue una unión de labios bastante corta, ni siquiera puedo decir que duró dos s
* * *La noche se desplegó en su oscuridad, marcando el final de una extenuante jornada laboral. Últimamente, experimento una fatiga más pronunciada de lo habitual.Después de trasladar los últimos archivos a la bodega y recoger mis pertenencias del escritorio, noté que Eduard y Megan ya habían abandonado la oficina. Ella ha estado acompañándolo prácticamente todo el día, saliendo solo por breves momentos. Incluso al entregarle algún reporte, parecía estar pegada a él como una sombra.Hoy fue otro día infernal, especialmente cuando presencié cómo ella lo besó apenas llegamos a la oficina. Esa imagen me ha atormentado durante todo el agotador día, afectando mi concentración de manera significativa.Al despedirme de mis compañeras en el estacionamiento, observé a sus novios que claramente las valoran. Aunque me ofrecen llevarme, siempre rechazo la oferta. Ser la tercera rueda sería incómodo, prefiero enfrentar sola esta vida aparentemente patética....Caminaba hacia la salida del estaci
Han pasado unas semanas desde que Eduard me contó todo sobre su unión con Megan, y puedo decir que nuestra relación ha mejorado mucho, ya no somos distantes, él es mucho más cariñoso de que de costumbre, al parecer todo volvió a ser como era antes, excepto ese pequeño detalle, el compromiso que tiene que con Megan, que aún sigue en pie. Me dijo que le diera tiempo, y he esperado con paciencia, me siento ansiosa, y muy feliz de que estemos juntos como antes. Pero hay algo que no me tiene bien, o me preocupa, y es que últimamente me he sentido extraña, además de eso, mi periodo está retrasado. Hace unos días atrás, pensé que se me habían acabado las pastillas y que se me había olvidado comprarlas, pero cuando saqué la basura, me di cuenta que ahí estaban mis pastillas. No recuerdo haberlas tirado, sé que últimamente he tenido mi cabeza ocupada, pero no como para no darme cuenta que tiré algo tan importante. ¿Y si fue Eduard? Pero no tendría por qué hacerlo, ¿Acaso quiere tener un be