—Por favor, te hará bien. El chico apenas se percató de la llegada de Victoria, dejó la taza sobre la mesita de noche para acercarse a ella y saludarla. —Gracias por venir. ¿Julia está dormida? —quiso saber mirando a la niña que tenía sobre su regazo.—Así es, ¿podrías cargarla un rato? —Puedo encargarme de ella, quédate con Amina un rato. —Vale. Le entregó a la niña. Él salió con Julia cargada. Se aproximó a la joven postrada sobre una cama. Sin ganas de nada. —No voy a preguntarte cómo te sientes, sino ¿cómo te gustaría sentirte? Porque ahora es todo negro y oscuro, pero luego volverás a ser la misma chica de antes. Lamento mucho que tengas que pasar por todo está triste situación, pero eres fuerte, podrás superarlo. —Me quiero morir, eso quiero, quiero sentirme bien y sé que así no lo voy a conseguir. —No, no digas eso, por favor. Tienes mucha gente a tu alrededor que te quiere, así que no debes tirar la toalla y darte por vencida o pensar que la vida ya no tiene sentido,
Julia había cumplido seis meses, estaba boca arriba y llevándose el pies a la boca, algo que le causa mucha gracia a los dos. Empezaba a ser una chica muy curiosa, quería explorar todo a su paso, y por eso sus padres debían estar pendiente de ella ya que todo lo que encontraba se lo quería llevar a la boca. Ahora tomó su sonajero y empezó a moverlo. Victoria observaba desde el sofá mientras intentaba elegir un modelo para la invitación de la boda. Rashid estaba en el trabajo, así que tenía que hacerlo todo ella y estar pendiente de la pequeña. Amina, había quedado en llegar en cualquier momento para sacar a la pequeña Julia al parque. Era una tía muy cariñosa y siempre le gustaba consentir a la pequeña Madi, cómo había decidido decirle, ya que todos le decían Juli, pero también le encantaba el nombre de Madison. —¡La tía Amina ha llegado! —canturreó haciendo acto de presencia. Era increíble cómo se ponía Julia cuando escuchaba la voz de su amiga. Emocionada a mil.Ya empezaba a mo
—Victoria, espera, no te vayas. —Suéltame, eres un imbécil. No puedo creer que hayas hecho eso, eh —señaló con los ojos llenos de lágrimas ,en ese momento sentía que su corazón se partía en dos y ya todo lo que había construido junto a él, parecía que fue siempre de mentiras aunque en el fondo conocía que todo eso fue solo al inicio y ahora se había vuelto realidad. —No, cariño. La verdad es que yo lo di por sentado cuando me enamoré de ti, lo olvidé. Yo te amo y lo sabes, Victoria. —¿Me amas? Sin embargo, solo estas alturas es que me dices que me querías a tu lado para llevar a cabo una venganza en la que ni siquiera yo tenía la mínima culpa. Todo fue un accidente, mi padre jamás quiso arrebatarle la vida tu hermano, ahora lo entiendo todo. Desaparecío de pronto de mi vida por algunos meses, todo por ello. Mi padre no deja de ser un hombre inocente. Y lamento tu perdida, lo que no acepto es que hayas tenido una idea tan retorcida. ¿Qué hubiera sucedido si no te hubieras enamorad
Dubai, es un lugar estupendo. Nunca me imaginé estar en un sitio así. Ya no hay problemas. Ya no siento que haya ningún inconveniente entre nosotros, ahora la vida solo nos sonríe; tengo una hermosa familia y estoy casada con el hombre que amo, independientemente de los problemas que hubieron en el pasado, ya todo eso ha quedado en el olvido y solo importa este presente que es solo felicidad y aunque sé que probablemente puedan venir más embrollos, no hay nada que el amor no pueda lograr. Nosotros somos el ejemplo claro de ello. Hemos podido seguir adelante a pesar de todo lo que se nos ha presentado en el camino.Amina, después de superar todos sus miedos se decidió a intentar de nuevo, y como resultado hay que se esperaba la espera de su bebé junto a Alaric, quién se había vuelto más sobreprotector y cuidadoso con ella. Siempre al tanto de lo que necesitaba y consintiendo a la joven en cualquier momento. Victoria se alegraba demasiado de que ambos tuvieran otra vez la oportunidad de
Victoria sentía que su corazón iba a salir corriendo de su pecho, su respiración irregular y los nervios flotando a través de todo su ser, le arrebataban la escasa valentía que la habitaba. Trató de mantener la calma y quedarse quieta en su lugar, pero resultaba una tarea imposible. Lo único que quería era salir corriendo de aquella oficina y regresar a su casa; sin embargo recordaba la situación terrible en la que se encontraba junto a su madre enferma y sabía que no había vuelta atrás. No podía retroceder cuando sabía lo mucho que necesitaba sostener a su progenitora adolecida por una terrible enfermedad. No tenía un solo centavo, y con lo costoso que era el tratamiento para tratar a su mamá, se encontró con la soga en el cuello, así que se aventó a tomar una decisión tan desatinada como aquella. Vender su virginidad. Sí, entregar su inocencia al mejor postor. Y allí se encontraba ella, en el ostentoso y oscuro despacho de un hombre del que no tenía remota idea, no conocía absolu
Se le quedó viendo y esbozó una sonrisa ligera. Ella pasó saliva con dificultad y mantuvo el aire dentro, sin inhalar más, luego lo necesitó. Sus ojos volaron a esa carpeta abierta que miraba Rashid. Claro, tenía que ser algún documento que validara el pago, lo que ella daba. En ese preciso instante sintió que no valía nada. ¿Cómo podría si estaba vendiendo su cuerpo por dinero? Ella no era una cualquiera, pero se sentía como una y sabía que el resabio se quedaría por mucho tiempo en ella. —¿Estás bien? —S-si... Solo un poco nerviosa —tras emitir la admisión se arrepintió. —Es normal, pero no deberías, no soy un desquiciado, y seré bueno, lo prometo. De lo que quiero platicar es un asunto que debe quedarse entre nosotros. ¿Comprendes? —No, aún no me dices a qué vas —confesó turbada, esa forma en la que la miraba le causaba cierto temor. Y él lo sabía. Tomaba ventaja del impacto que tenía en la muchacha, lo ponía a su favor, y lo convencía de que podría persuadirla para que aceptar
Al llegar a casa y encontrarse sola, lloró mucho, la visita a donde ese hombre no le sentó bien. Ahora que estaba en su hogar, uno que en realidad ya no le pertenecía, porque solo era cuestión de unas semanas para que el banco se quedara con la casa, se puso a llorar. Tal vez si un empleo digno le diera la remuneración que necesitaba, entonces no estaría en esa situación, pero lamentablemente no tenía opción, porque lo que recibía de empleada en un sitio normal, se quedaba corto. —Hola, pequeño. —saludó al gato que se acercó a ella de inmediato, un peludo blanco y negro muy cariñoso —. Ya no me siento sola, tu recibimiento me hace sentir mejor. Lo acarició un rato, antes de ir por una ducha. Debía pensar bien las cosas, no era una decisión irrelevante. Dos días era poco tiempo. Se fue a la cama con el tema en la cabeza, al día siguiente siquiera comió antes de irse al hospital. Su visita matutina le hizo bien a su madre, quién se alegró de verla, el cáncer la tenía mal, apresada en
Y el día llegó. Cuándo anocheció y se miró al espejo de cuerpo completo con aquella ropa puesta tan exhibicionista se sintió aplastada por el sentimiento de culpa que ya se hacía presente en su sistema. La lencería a su medida la hizo sentir asqueada. ¿Qué es lo que pasaba con ella? La presión era grande, aún así se empujó a seguir adelante. No tenía otra opción que hacerlo. Se puso un abrigo sobre la ropa, entonces se quedó a la espera de Rashid, quién pasaría buscándola cerca de las diez, de ahí partirían a un hotel. Las manos le temblaban así como todo su cuerpo, no era ella, sino otra persona la que ocupaba aquel lugar. Se repetía vez tras vez, quizá para aminorar la culpa, que solo lo hacía por su madre. Salió de casa cuando escuchó aquel claxon que sonaba sin parar, era el árabe. Estaba a nada de ocurrir, a nada de ser desvirgada por ese espécimen de hombre. Cuando entró al auto, el perfume del aludido la asesinó, era tan fuerte, olía a todo eso, a un deseo fortuito, a esa no