Atina
William estaba frente a mi casa, cinco minutos antes de la hora. Apenas había alcanzado a bañarme y vestirme. Mi madre ya no estaba cuando volví de casa de Henrik, lo que agradecí internamente. Había dejado la invitación de William fuera de la conversación que tuvimos antes. No me gustaba ocultarle cosas, pero lo de este muchacho no era importante, y ella lo tomaría demasiado en serio. No quería tener otra de esas pláticas sobre porqué debía tener cuidado con los chicos. Mi madre había tenido malas experiencias, y era lindo saber que me protegía, pero no quería hacer de este asunto algo más grande de lo que era.
Le envié un mensaje diciéndole que regresaría a las ocho. Ella sabía que a menudo estaba con Jess, y esperaba que asumiera que este era el caso, o que me encontraba en alguna actividad de
HenrikEra viernes, y en la semana no habían avanzado en absoluto en el proyecto. Atina había ido a su casa cuando Henrik no se encontraba, y aunque pensó en llamarla, decidió a buscarla en lugar de ello, pero terminó viéndola irse con él.Los siguió hasta el muelle, y de regreso la vio dejarla en la esquina de su casa. No había visto a William tocarla, pero el simple hecho de que la mirara, lo enfurecía. Pero nada lo hacía arder tanto como la expresión de Atina cuando estaba con él.Si ella llegaba a sentir algo por él, su corazón no lo soportaría.Tú la estás dejando irse con otro.La estás dejando irse con alguien a quien ni siquiera le importa.El peso de su conciencia era tal que tuvo que tomar uno de los medicamentos de su padre para poder dormir. Wil
William Luana era exactamente como él la recordaba, divertida, brillante, y demasiado segura de sí misma. Se había graduado antes de tiempo y había recibido varias ofertas para asistir a prestigiosas universidades. Le contaba cómo había sido su vida sin separar los ojos de él un instante. Estaban en casa de su madrina, con quien estaba viviendo en la ciudad de momento.“Te extrañé” confesó la pelirroja.William no respondió, y escapó de la prisión de sus ojos, levantándose del sofá.“No quiero dejar a mi madre mucho tiempo. Apenas la han dado de alta”La decepción no tardó en notarse en Luana.“Entiendo”William se despidió de ella con un beso en la mejilla, pero ella se giró justo entonces, rozando sus labios.“No hagas esto, por favor&r
HenrikEl lunes supo la razón real por la que Atina se retiró temprano del festival. Lo supo cuando la escuchó hablado con una coordinadora académica. Su sangre hirvió solo de pensar que alguien se hubiese atrevido a atacarla.“Eso es horrible, Atina. Siento mucho que hayas tenido que pasar por eso” dijo, con tono maternal, tomándola de las manos. “Que bueno que William estuviera allí. Y ten por seguro que investigaremos esto” aseveró.Y ahora William era el héroe. Si tan solo hubiese ido él, acompañándola. Pero por mucho que le disgustaba, lo único importante era que Atina estaba bien. Estaba a salvo, y eso era todo para Henrik.Como ella no le había contado personalmente lo sucedido, él decidió no mencionar que se había enterado de esa forma. En lugar de ello, se concentró en
AtinaLa primera semana fue en extremo difícil. Aunque le pedí a William que fuésemos prudentes respecto a la relación, las cosas no fueron exactamente como esperaba. A la mañana siguiente al concierto, Reuben apareció en nuestro salón, con un obsequio para Jess. Un intenso alivio recorrió mi cuerpo cuando vi que el peluche que llevaba en brazos era para mi amiga (por un momento pensé que era otro encargo de William), pero ésta no duró mucho, pues antes de despedirse, se volvió hacia mí a felicitarme.“Y felicidades, ya supe del noviazgo. Mi amigo es afortunado”Lo dijo tan alto que todos mis compañeros lo escucharon, y sus voces sorprendidas inundaron el salón en cuestión de segundos. Todos me estaban mirando, mientras yo ardía en vergüenza.Era una granada que tarde o temprano explotaría, p
Atina“Hija, solo paso a decirte que estoy bien”“Papá, ¿qué pasó? No imaginas lo preocupada que estaba”“Solo tuve una semana difícil. Pero estoy bien. Ahora debo cortar, pero te llamaré pronto”Estaba en el instituto cuando recibí la llamada, en el baño. Su voz sonaba tranquila, pero eso no era garantía alguna. Mi padre jamás se alteraba, incluso en los peores momentos. No recordaba haberlo visto alterado ni sola vez. Mi madre solía decir que ahunque durante el noviazgo, le gustaba lo calmado que era, esa no reacción en momentos cruciales terminó por desesperarla. No me lo dijo a mí, por supuesto. Lo escuché cuando lo hablaba con Fran.Colgó antes de que pudiera hacer otra pregunta. No mencionó el dinero, pero aunque eso era ciertamente importante, no era prioridad. Querí
AtinaCuando se lo dije, mi madre no estaba contenta. Mariana Palacios era una mujer que no se iba con rodeos. No solo me recordó que era muy joven, y me repitió la historia que conocía a la perfección, sino me habló de casos terribles. Pero, aún así, me había ido mucho mejor de lo que esperaba.Quizás vio mi determinación a seguir con él en las pocas palabras que se me permitió decir en la conversación. Ella me conocía perfectamente; sabía que si estaba haciendo eso era porque se trataba de algo importante para mí. Después de todo, William era mi primer novio. No estaría con él si no fuese porque era realmente especial.Tras unos minutos, y un suspiro resignado, ella dijo que deberían conocerlo. Fran, quien estaba tras ella escuchándolo todo con detenimiento, me sonrió en c
AnnaTodo estaba listo para que partieran. Su vuelto saldría en dos horas. Ya habían pasado por seguridad, y estaban frente a su puerta.“Señora, ¿quiere que vaya por algo que beber?” preguntó Vincent. Ella negó con la cabeza. “Gracias, ve tú si quieres”Vincent regresó enseguida con un jugo y un sandwich de pavo, pero apenas pudo comerlo. Anna había notado cierto nerviosismo en su asistente. Era tan impropio de él.“Veo que no te gusta volar” conjeturó.Éste se sonrojó ligeramente.“Creo que hay cosas que uno no puede ocultar por mucho que se esfuerce” dijo sin levantar la mirada.“No, que no te avergüence. No hay nada de malo en ello. Tampoco me gusta subir a los aviones”Vincent sonrió. A veces, él le inspiraba la ternura de un niño. Quizás por eso se sentía tan cómoda en su compañía. En el pasado, la habían traicionado tanto que había pensado ya no podría confiar en los demás, pero oersonas como él re
HenrikEstaba levatandose en la mañana cuando Greta tocó la puerta. Llevaba una expresión muy seria en el rostro. Por un momento, Henrik pensó que algo malo había sucedido.“Greta, ¿qué pasó?”“Es su abuela Anna, joven”“¿Mi abuela?” dijo horrorizado “Oh, no, ¡tuvo un accidente!”“¡No!” Se apresuró a explicar “llega mañana a la ciudad”Henrik soltó uns suspiro de alivio.“GRETAAA, por favor no vuelvas a asustarme así.“Lo siento. Estoy sorprendida también. Acaba de llamar a avisar”“Bueno, hace bastante no la veo”“Pero no entiende joven” dijo ella acercandose “Ella quiere que vayan a su casa. Todos”Henrik lo entendió de pronto.“Greta, n