Granada

Atina

La primera semana fue en extremo difícil. Aunque le pedí a William que fuésemos prudentes respecto a la relación, las cosas no fueron exactamente como esperaba.  A la mañana siguiente al concierto, Reuben apareció en nuestro salón, con un obsequio para Jess. Un intenso alivio recorrió mi cuerpo cuando vi que el peluche que llevaba en brazos era para mi amiga (por un momento pensé que era otro encargo de William), pero ésta no duró mucho, pues antes de despedirse, se volvió hacia mí a felicitarme.

“Y felicidades, ya supe del noviazgo. Mi amigo es afortunado”

Lo dijo tan alto que todos mis compañeros lo escucharon, y sus voces sorprendidas inundaron el salón en cuestión de segundos. Todos me estaban mirando, mientras yo ardía en vergüenza.

Era una granada que tarde o temprano explotaría, p

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