MÍAEn cuanto llegamos al hospital, soy la primera en bajar del auto, lo que menos necesito en estos momentos, es estar en un espacio tan pequeño, en compañía de Basil, Portia le habló por teléfono, vi la preocupación excesiva en su mirada, no sé de lo que hablaron o qué le dijo, pero sé reconocer a un hombre enamorado, y él lo sigue estando de Portia.—Ángelo —me acerco hasta mi amigo.—Los doctores la atenderán, tenemos que esperar.Asiento lento.Viendo cómo de lejos, Akin, uno de los chicos que está enamorado de Emma, se acerca a nosotros, Emma me habló algunas cosas privadas sobre él, y lo que sé con certeza, es que lo considera alguien importante.—El Boss me pidió que me quedara cuidando de usted —me dice.Miro a mi alrededor, tratando de localizarlo, no está.—¿Se fue?—Sí.—Vaya, no le importa ni siquiera que su mejor amiga esté casi desangrándose.No me responde, imagino que debe tener la respuesta, pero su lealtad a su Boss, le impide decirme algo más. Portia viene a mi men
EMMALa nueva fractura que siento en mi pecho, termina por matar esa parte humana de mí, embarazada, ¿cómo es que no lo vi? No tenía idea de mi estado, según lo que me dijo el doctor, tres semanas de embarazo, una vida en mi interior y no estaba enterada, es decir, no le puse atención a mi regla, tenía otras malditas cosas en las que enfocarme.No dejo de mirar hacia la nada, sintiendo alivio, el dolor y el llanto han mermado, duele, sí, siempre voy a recordar lo que pudo ser, por el resto de mi vida, pero el alivio calma el huracán que nace dentro de mí, al saber que ya no tengo nada que me ate a Donovan Stillv.Lo que me dijo en la habitación cuando me llevó a la fuerza, solo son mentiras, él jamás me amó, él ahora está casado con María Morozova, es ella quien porta el anillo, quien tiene el título de “esposa y mujer” yo no. Trampa o no, eso es algo que no se puede deshacer.La puerta se abre y con ello salgo de mis pensamientos, pensando que se trata de Mía, pero no es así.—Ángelo
MÍA—¿Adónde me llevas?Pregunto a Basil cuando me saca del auto casi a rastras, detallo el enorme palacete que se presente ante mí, es hermoso, más que cualquiera que haya visto antes en fotos, más que cualquier fortaleza de los Sokolov o los Bennett.—¿Qué es este sitio? —insisto en preguntar.Basil no me dice nada, cuando entramos, me congelo al ver a Viktoria, su madre, bajando las enormes escaleras al lado de la persona que jamás pensé ver en Rusia.—Ludo.Observo la escena y me parece casi marciana.—¿Qué haces aquí?Basil me suelta y al instante me dirijo hacia él, tratando de buscar su ayuda, Ludo me sonríe y niega con la cabeza, me lanzo a sus brazos porque se siente bien sentirse como en casa, él es amable, atento, pero amigo de mi padre, cuando recuerdo ese pequeño dato, retrocedo.—Siento que de este modo estén sucediendo las cosas, princesa —me dice en tono dulzón—. Aunque esta vez no he venido por ti.Tenso el cuerpo.—¿Qué quieres decir con eso? No comprendo nada.—No h
MÍAEsto no me puede estar pasando, me niego a creer que los hombres que trabajan para mi padre, me estén apuntando con un arma, es casi imposible, pero lo hacen, mientras Basil me sigue sosteniendo de la mano con fuerza.—No entiendo de qué habla, pero hemos venido hasta aquí, por la princesa italiana —arguye alguien más.Justo en ese momento es Ludo quien interviene.—El Boss se ha casado con Mía, la hija del capo siciliano —espeta con firmeza—. Si es que Lucian desea ver a su hija, tiene que aceptar ver a Basil Sokolov, ahora son esposos, por lo que es su deber estar cerca de su mujer.No me creo lo que dice, la boca se me seca, el corazón me late frenético. Todos ellos me usaron, incluso mi padre, él ya no tuvo la oportunidad de hacerlo, sin embargo, lo hizo, da igual lo que hiciera, solo soy un juguete que ambos se pelean por usar a su antojo. —Andando —me dice Basil. Intenta tomar mi mano y estoy a nada de retirarlo de mí, pero siento la mirada pesada de Viktoria y descarto es
MÍA—Embarazada.Es todo lo que puedo decir, una vez que termino de procesar cada palabra que me dice Basil. —No, yo… es decir… estaba cuidándome —siento que el alma se me cae a los pies—. No puedo estar embarazada, yo he estado tomando la pastilla. Basil frunce el ceño. —Aun cuando te pedí que no lo hicieras —espeta con firmeza—. Ese método no sirve si no la tomas con constancia, seguro que has estado demasiado ocupada como para darte el tiempo de estar al pendiente de la toma. Sus palabras son la bofetada que necesitaba, tomo una bocanada de aire, no me puede estar pasando esto, aún tengo grabada en la mente la imagen de Emma desangrándose, como para que ahora resulte que esté embarazada, y de un mafioso que para colmo, es el Boss de la mafia rusa, mi marido sin opción. —¿En qué piensas? —acuna mi rostro con su mano. La acción hace que me quede sin aliento. —No quiero estar embarazada —confieso con lentitud, dejando que mis lágrimas se liberen—. No quiero tener un hijo contig
MÍAEstoy embarazada.Me repito en la mente, mientras el silencio que se forma en el despacho de mi padre, mientras revisa los documentos de mi boda con Basil, altera más mis nervios, levanto la mirada, me encuentro con los ojos de Franco, odio que me observe de ese modo, como si hubiera cometido el peor crimen de la historia.Yo no tengo la culpa de todo lo que había organizado mi padre para nosotros, tampoco fue planeado que conociera antes a Basil, y ahora, estoy casada con el Boss, y esperando un hijo de él.Cuando apareció mi padre en el hospital, habló con el doctor, pidió que me volvieran a hacer los estudios, por lo que pasé prácticamente todo el día en el hospital, luego nos pidió que lo siguiéramos, lo que no comprendo, es por qué Franco tiene que estar aquí, él ya no tiene nada que hacer en este sitio.Nuestro compromiso nunca fue algo real, y, sin embargo, es como si tanto mi padre como él, se empeñaran en querer que así sea.—Son reales —por fin habla mi padre.Franco no
NARRADOR OMNISCIENTE —Te sientes tan bien —Basil mordió el cuello de Mía, mientras la penetraba en la regadera, bajo el agua caliente—. Tan apretada y húmeda. Pese a que Mía disfrutaba de cada arremetida de Basil, una parte de ella no dejaba de pensar en el mensaje que Portia le había enviado, si quería que esto funcionará, Basil debía elegir entre las dos. Tenía claro que si la quería a su lado, él tendría que cortar todo lazo que lo uniera a Portia Romanova. —Basil —jadeó Mía cuando se corrió por profundo de ella, como si quisiera dañar su matriz. —Eso es Mía, yo —las manos de Basil se aferraron a sus caderas—. Tu hombre, tu esposo, el padre de tu hijo. Basil estaba tan excitado como duro de nueva cuenta, pensar en que Mía estaba albergando en su interior su semilla, hizo que una demencia posesiva recorriera sus venas. —Te amo, Mía, te amo con enferma locura —empujó sus caderas de nueva cuenta, sintiendo que estaba a punto de hacerla cambiar de posición—. No tienes idea
MÍABasil no ha dejado de follarme, me ha hecho suya en posiciones que jamás hubiera imaginado, me duele todo el cuerpo, me sorprende la cantidad de orgasmos que me ha hecho sentir y que me han dejado agotada. —Quiero que te quites esa idea de la cabeza —dice.Encima de mí, mientras su dura polla me perfora la matriz, mis piernas están tan abiertas para recibirlo. Nuestros cuerpos desnudos, tan cerca el uno del otro, como si quisieran fundirse de verdad en uno solo. —Ya no amo a Portia. Frunzo el ceño.—Lo digo en serio, lo que viste en el balcón, no fue real, fue por la impresión de saber que todo este tiempo estuvo viva, pero nunca saliste de mi mente —confiesa sin moverse, haciendo un poco incómoda la experiencia. —No tienes que darme explicaciones. —Lo hago porque eres mi esposa y quiero. Me siento agotada. —Basil, creo que lo mejor es que te muevas… —Intentemos esto en serio. —El qué. —Tú y yo, en serio, intentemos esto en serio, quiero que te entregues a mí por complet