EMMASiento el filo de la daga cortar mi piel, estoy lista para partir de este mundo, para estar sola una eternidad, no cierro los ojos, solo me enfoco en los ojos grises de Basil, de la persona que, pese a todo, amo como mi hermano mayor, una lágrima se resbala por mi mejilla, estaré bien, lo sé.El problema es que antes de que el filo termine de tajarme por completo, o de que me corte con más profundidad, es cuestión de solo dos segundos, para que alguien le dispare en la cabeza al mismo hombre que me sostenía, alcanzo a ver que Basil palidece, pero reacciona tomando su arma y disparando a los italianos que comienzan a atacar.Por instinto de supervivencia, me inclino y comienzo a correr, esquivando las balas que me rozan los pies, los brazos y la cabeza.—¡Abran la maldita reja! —escucho la voz de Basil, desesperada, ronca, dura, cruel.Hacen lo que les pide y enseguida corro hacia allá, Basil me lanza una pistola y la agarro, disparando a los italianos que quedan, cuando todo term
MÍAPuedo ver el dolor en los ojos de Emma, es el mismo que sentí cuando vi a Basil besándose con Portia en aquel balcón, la única razón por la que me atreví a venir hasta Rusia, fue por ella, por mi amiga, ver y sentir tan cerca al hombre que se hace llamar Boss, solo incrementa el dolor y la rabia que siento por mí misma.Una cosa que tenemos Emma y yo en común, es que confiamos en los hombres equivocados, y al final, somos nosotras las únicas que salimos lastimadas.—Emma —intento darme la media vuelta, hasta que alguien tira de mi brazo—. ¿Y ahora qué?Miro por encima del hombro, se trata de Basil, quien ajusta su agarre.—No te metas en eso —demanda.Abro la boca para decir algo, justo veo cómo es Ángelo quien va detrás de Emma, mientras Donovan hace lo mismo.—Le pido que me suelte —susurro, sintiendo un escalofrío recorrer mi espina dorsal.—Eso sigue siendo un no —espeta con firmeza.No me atrevo a verlo a la cara, no quiero.—¿Qué cree que hace Donovan? —la pelirroja camina a
MÍA—Mientes.Retrocedo del hombre que me mira con ojos tan fríos como el invierno, no, me niego a creer lo que me está diciendo.—¿Crees que no me doy cuenta de lo que estás haciendo? —cierro los puños, al tiempo que me quedo casi sin aire—. Me dices esto solo porque quieres que sea tuya, pero sabes una cosa, Basil, jamás lo seré, no importa lo que hagas, lo que digas, lo que intentes, no volveré a tu lado, primero muerta.Mi pecho sube y baja debido al subidón de adrenalina que siento. Es que lo que dice, simplemente no tiene ningún sentido, se siente tan irreal el significado de cada de una de sus palabras. —Ya tuve suficiente de ti, Basil Sokolov, iré a ver a Emma y después, cuando ella se sienta preparada, nos iremos —aclaro, reuniendo todo o el poco valor que me queda. —Tienes razón, es broma lo de tu padre. Tenso el cuerpo. —Eso es lo que pensamos cuando hace una hora, nos llegó la información, tengo algunos contactos que se están asegurando de ello, pero quería que lo supi
BASILDesde que conozco a Mía Bennett, mi mundo se ha puesto de cabeza, pero esto es más que un simple capricho, han pasado demasiadas cosas con las que tengo que lidiar, y ahora una de ellas, es hacer que ella vuelva a verme de la misma manera que al principio, lo reconozco, pude ver en su mirada muerta, la rabia y el dolor que el regreso de mi pasado, le ha causado.Portia es la mujer que amé, eso siempre será una verdad que no puedo negar, pero ella es la mujer que me enloquece y que ahora amo, es mi presente, no mi pasado, mi móvil no ha dejado de vibrar dentro de mis bolsillos, sé que a estas alturas se debe tratar de Dimitri o de Viktoria.Mi estúpido tío a cometidos demasiados errores, comenzando con el acabar con la vida de la madre de Mía, solo porque pensó que mi padre estaba enamorado de ella, y eso había lastimado a mi madre, cosa que no es cierta, Anna Bennett, solo era una buena amiga de Bill, mi padre. Luego está su asunto de la trata de blancas que tiene con Danilo Cam
MÍAEn cuanto llegamos al hospital, soy la primera en bajar del auto, lo que menos necesito en estos momentos, es estar en un espacio tan pequeño, en compañía de Basil, Portia le habló por teléfono, vi la preocupación excesiva en su mirada, no sé de lo que hablaron o qué le dijo, pero sé reconocer a un hombre enamorado, y él lo sigue estando de Portia.—Ángelo —me acerco hasta mi amigo.—Los doctores la atenderán, tenemos que esperar.Asiento lento.Viendo cómo de lejos, Akin, uno de los chicos que está enamorado de Emma, se acerca a nosotros, Emma me habló algunas cosas privadas sobre él, y lo que sé con certeza, es que lo considera alguien importante.—El Boss me pidió que me quedara cuidando de usted —me dice.Miro a mi alrededor, tratando de localizarlo, no está.—¿Se fue?—Sí.—Vaya, no le importa ni siquiera que su mejor amiga esté casi desangrándose.No me responde, imagino que debe tener la respuesta, pero su lealtad a su Boss, le impide decirme algo más. Portia viene a mi men
EMMALa nueva fractura que siento en mi pecho, termina por matar esa parte humana de mí, embarazada, ¿cómo es que no lo vi? No tenía idea de mi estado, según lo que me dijo el doctor, tres semanas de embarazo, una vida en mi interior y no estaba enterada, es decir, no le puse atención a mi regla, tenía otras malditas cosas en las que enfocarme.No dejo de mirar hacia la nada, sintiendo alivio, el dolor y el llanto han mermado, duele, sí, siempre voy a recordar lo que pudo ser, por el resto de mi vida, pero el alivio calma el huracán que nace dentro de mí, al saber que ya no tengo nada que me ate a Donovan Stillv.Lo que me dijo en la habitación cuando me llevó a la fuerza, solo son mentiras, él jamás me amó, él ahora está casado con María Morozova, es ella quien porta el anillo, quien tiene el título de “esposa y mujer” yo no. Trampa o no, eso es algo que no se puede deshacer.La puerta se abre y con ello salgo de mis pensamientos, pensando que se trata de Mía, pero no es así.—Ángelo
MÍA—¿Adónde me llevas?Pregunto a Basil cuando me saca del auto casi a rastras, detallo el enorme palacete que se presente ante mí, es hermoso, más que cualquiera que haya visto antes en fotos, más que cualquier fortaleza de los Sokolov o los Bennett.—¿Qué es este sitio? —insisto en preguntar.Basil no me dice nada, cuando entramos, me congelo al ver a Viktoria, su madre, bajando las enormes escaleras al lado de la persona que jamás pensé ver en Rusia.—Ludo.Observo la escena y me parece casi marciana.—¿Qué haces aquí?Basil me suelta y al instante me dirijo hacia él, tratando de buscar su ayuda, Ludo me sonríe y niega con la cabeza, me lanzo a sus brazos porque se siente bien sentirse como en casa, él es amable, atento, pero amigo de mi padre, cuando recuerdo ese pequeño dato, retrocedo.—Siento que de este modo estén sucediendo las cosas, princesa —me dice en tono dulzón—. Aunque esta vez no he venido por ti.Tenso el cuerpo.—¿Qué quieres decir con eso? No comprendo nada.—No h
MÍAEsto no me puede estar pasando, me niego a creer que los hombres que trabajan para mi padre, me estén apuntando con un arma, es casi imposible, pero lo hacen, mientras Basil me sigue sosteniendo de la mano con fuerza.—No entiendo de qué habla, pero hemos venido hasta aquí, por la princesa italiana —arguye alguien más.Justo en ese momento es Ludo quien interviene.—El Boss se ha casado con Mía, la hija del capo siciliano —espeta con firmeza—. Si es que Lucian desea ver a su hija, tiene que aceptar ver a Basil Sokolov, ahora son esposos, por lo que es su deber estar cerca de su mujer.No me creo lo que dice, la boca se me seca, el corazón me late frenético. Todos ellos me usaron, incluso mi padre, él ya no tuvo la oportunidad de hacerlo, sin embargo, lo hizo, da igual lo que hiciera, solo soy un juguete que ambos se pelean por usar a su antojo. —Andando —me dice Basil. Intenta tomar mi mano y estoy a nada de retirarlo de mí, pero siento la mirada pesada de Viktoria y descarto es