MÍAMi mente me hace una mala jugada, en especial, porque van dos noches que sueño con lo mismo, las mismas imágenes de Basil haciéndome el amor, una y otra vez, es brutal, intenso, salvaje. —Eres mía —gruñe entre sueños—. Mía Bennett. Y con esto último, despierto, desorientada, llena de sudor, son las cinco de la mañana, hace tres noches que no veo a mi padre, lo que hace que comience a preocuparme. Me levanto, me voy directo a la ducha y dejo que el agua caliente relaje cada uno de mis músculos. Mis articulaciones me lo agradecen al instante. El estado de Emma no ha mejorado mucho, pero los doctores que han venido a revisarla y suministrarle medicamentos, me han asegurado que está fuera de peligro de muerte, y quiero que sea así, aunque prefiero que los rusos piensen que está muerta. “Las decisiones cambian al mundo” siempre había escuchado eso, ahora, todo toma sentido, y estoy dispuesta a soportar todas las consecuencias que conlleve esto. Cuando termino, me visto, me pongo un
EMMAHan pasado dos meses desde que llegué a Italia, al principio, cuando estaba en Alaska por una nueva misión, aunque en el fondo era una simple excusa para poder evitar el cuestionamiento constante de Donovan, y me enteré sobre el posible ataque a la Bratva por parte de los italianos. Supe de inmediato que fue mala idea y que debí volver. Por ello, mandé toda la información que tenía en mi poder, a Basil, con gente de mi entera confianza, era lo mejor en esos casos, pero las cosas no salieron al final como las esperaba, ya que poco después me enteré que habían secuestrado a Mía. Conozco a Basil, sé que al principio lo movió el impulso de saber que ella se parecía en algunos aspectos físicos a Portia, pero también estaba segura de que le gustaba en serio, hacía mucho tiempo que no veía en sus ojos esa luz intensa que tiene cuando mira a Mía Bennett. Mi primer impulso fue infiltrarme dentro del territorio enemigo, quería llegar hasta Mía y tratar de convencer a su padre de que su l
BASILEl cuerpo me arde con cada golpe que le doy al saco de arena, mi mente no deja de lanzarme imágenes de Mía, desnuda bajo mi cuerpo, gimiendo de dolor mientras bombeo su interior, muevo mi cuello con estrés, la espera para poder llevar a cabo mi plan, ha tomado más tiempo del que esperaba, dos jodidos meses sin ella, sin la mujer que necesito en mi vida, mi mujer, mi esposa. Mi respiración se agita, el sonido de la puerta deslizante de cristal llama mi atención, de soslayo verifico quién tiene el atrevimiento idiota de interrumpir mi sesión de entrenamiento, rápido me doy cuenta de que se trata de Lorena Vascovila, una morena de cabello oscuro y ojos azules, una sumisa, mujer de la Bratva que solo sirve para una cosa; dar placer. La misma mujer que mi tío lleva dos meses, tratando de meterme hasta por los ojos, no funciona, no follo con nadie, y no se trata de que sea un santo o fiel, porque lo he intentado, las primeras semanas intenté acostarme con mujeres rusas, las mejores,
MÍA Miro mi reflejo en el espejo, la mujer que está delante de mí, es alguien que jamás pensé en ser, en estos dos meses han pasado demasiadas cosas, una de ellas, es tener a Akisha a mi lado, mi mejor amiga, mi entrenadora personal, gracias a ella, es que he podido saber defenderme, tenía un vago conocimiento debido a las enseñanzas de mi padre cuando era muy pequeña, cosas que en su momento me parecían una pérdida de tiempo, y que ahora sé que son herramientas para mantenerme con vida. Mi vestido largo, color negro, con un escote abierto en forma de corazón, y las joyas italianas que adornan mis orejas, cuello y brazos, me hacen ver como una diosa romana, todo hace contraste con mi tez clara, mi cabello negro, recogido en un moño alto con perlas como broches, y mis ojos delineados, provocando que mi color ámbar, se tiña de amarillo casi fosforescente ante la luz tenue. Por fin llegó el día en el que mi padre, se presentará oficialmente como el líder, el capo de la mafia italian
MÍAEs una locura, debo estar volviéndome loca, ya hasta lo veo en la sopa que como, y ahora, imagino que está aquí, entro al servicio de baño, está vacío, coloco el pasador y me quito la máscara de tela oscura con pequeñas incrustaciones de diamantes, lo que refleja mi rostro en el espejo, no me agrada, es el miedo en su más pura presentación. Le temo, sí, porque desde que estoy en este sitio, mi padre me ha mostrado todo lo que tengo que saber sobre Basil, desde videos en donde aparece él torturando a hombres, matando, a grabaciones en las que hace alguna clase de trato con los otros cárteles más importantes, como el de México. Las manos me tiemblan, necesito tranquilizarme o no voy a disfrutar de esta noche, tampoco quiero hacer quedar mal a mi papá, así que tomo un par de bocanadas de aire y me remojo el rostro con agua fría, luego me retoco el maquillaje, la puerta se abre y Emma entra. —Dios, eso fue honorable —balbucea mientras se acomoda el escote de su vestido—. Tu padre s
MÍA—¿Acaso te comieron la lengua los ratones? Basil da dos pasos más hacia adelante, me quedo perpleja, casi estoy a nada de pellizcarme para comprobar que esto solo es una pesadilla como las que he estado teniendo, y que en cualquier momento me voy a despertar. —Me pregunto si has hecho alguna clase de voto de silencio —ríe de manera que no tiene gracia, no es divertido, más bien, es el equivalente a siniestro. Vuelve a acercarse a mí, entonces reacciono, doy un paso atrás, como si eso me fuera a servir para colocar toda la distancia posible entre los dos. —No te acerques a mí. —¿Por qué? Eres mi esposa —la sonrisa se le borra del rostro. La simple mención de eso hace que me den náuseas. —No somos nada. —En eso te equivocas, somos todo. —Ludo me enseñó la foto de Portia, me contaron todo, ella es la mujer a la que amas, solo me quieres a tu lado porque me parezco a ella un poco —lo sigo con la mirada en silencio. La mirada de Basil no cambia, es una hoja en blanco, algu
EMMALa cabeza me estalla, las noticias vuelan, saber que me golpearon como si fuera una novata mientras regresaba a mi habitación por el regalo que le tenía preparado a Mía, símbolo de una iniciación dentro de su mafia, hace que me duela más el golpe, no tengo contusiones, aunque ese es el menor de mis problemas.Saber que, de verdad, esos dos tuvieron el descaro y la valentía de venir hasta Italia, infiltrarse en los dominios de Lucian, y escabullirse entre la gente, hace que mi humor caiga por los suelos. No quiero pensar en ellos dos, y en parte es que me han mantenido encerrada aquí, en una de las habitaciones escondidas que sirven también como centro de seguridad. Por lo que ahora me encuentro rodeada por muchas pantallas que me muestran las entradas y salidas de la fortaleza, esperando no encontrarme a Donovan, él escapó, o al menos eso es lo que piensan los italianos, los conozco bien, estoy segura de que Basil, la mente maestra detrás de todo esto, planeó todo esto, tal cual
BASILEs ella, no hay duda, lo he comprobado, lo ha aceptado, el haberla traído aquí es porque necesitaba comprobar con mis propios ojos, que ella está viva, no importa la brecha que se haya abierto entre los tres, o el hecho de que ahora esté con los italianos, mucho menos el que me esté traicionando al hacerse pasar por muerta, ella respira. Le pedí al único contacto infiltrado que me ayudara a traer a Emma aquí, por ello la mentira de que el Capo la necesitaba en las mazmorras, tengo los minutos con ella contados, pero ya he venido a hacer lo que quería, y Donovan está volando en un avión privado a rusia, con la información y las coordenadas que necesitábamos. Sonrío, porque así como ellos me conocen, yo a ellos, y antes de encerrarme aquí, hice lo que tenía que hacer. Por lo que ya no requiero más. —Te va bien el plateado, pero lo de los ojos es un poco exagerado, ¿no te parece? —frunzo el ceño. Emma se queda callada, se cruza de brazos, tratando de encontrar una salida a la