VIKTORIASaco mi arma y comienzo a disparar a los hombres que se nos acercan, mientras Danilo corre despavorido, ya que el disparo que escuché, no fue el que Danilo intentaba darle a Bill, no, el impacto cayó en su brazo. Me inclino rápido para romper las cadenas de Bill, con una hacha que encuentro sobre una mesa a unos metros, en donde seguro pensaba Danilo, torturarlo. Todo este sitio huele a muerte. Cuando lo hago, él se pone de pie. —Dame un arma —demanda y me le quedo viendo con extrañez. Recuerdo que en el pasado él estaba en contra de usar armas para matar, a menos de que fuera en defensa propia, intenté enseñarle, nunca pudo. —Ahora —demanda con voz autoritaria, como si no supiera con quién está tratando. Dudo un par de segundos, pero al final le doy un arma, solo cargaba con dos por si era necesario, me sorprende ver que apunta con precisión a uno de los Calabrin que se nos acerca corriendo, le pega directo a la cabeza. —Vaya, veo que por fin te salieron los cojones, a
MÍATodo esto está mal, lo presiento, es decir, Basil me prometió una cosa y al final tiene que hacer otra, pensé que ser el Boss le daba cierto tipo de ventaja, ahora entiendo que no es cierto, se trata solo de ser un títere más en el mundo de la organización más sangrienta. —Fue una decisión de los altos mandos de la Bratva —es Viktoria quien rompe el silencio. No me lo creo. Aunque todos parecen demasiado convencidos y preocupados. —Ellos han ordenado que como Portia fue —Viktoria me mira con un “lo siento” claro en la cara, sin decirlo—. Una mujer importante para ti, y como es ella quien se unió a la causa por ti, sabiendo que los Calabrin la quieren de regreso, harán todo lo que sea y esté en sus manos para destruir la Bratva, por ello quieren que tú mismo te encargues de ella, o la matas o la mantienes encerrada. Quisiera opinar que la muerte le sentaría bien, al principio tengo una ligera esperanza de que la rechace, de que mande todo al carajo por mí, no lo hace, parece re
MÍA—¿En dónde mierda está? El tono con el que Donovan hace la pregunta, me da escalofríos, y me pregunto cómo es que hizo Emma para soportarlo todos estos años, sé que ella estaba enamorada de él, pero es que no consigo imaginar un mundo en los dos estén juntos. —Tranquilízate —habla Basil. Estamos de nuevo dentro de su despacho, últimamente este sitio parece un centro de diversiones. Las fosas nasales de Donovan se abren y cierran al ritmo del subir y bajar de su pecho. —Tu padre sabe en dónde está, claro, debí imaginar que pediría ayuda a alguien, una persona de la que nunca sospecharíamos —apunta Donovan, perdiendo los papeles cada vez más. —Sí —responde Bill para mi sorpresa—. Sé en dónde está Emma, así como acepto que ha pedido mi ayuda. Donovan intenta venírsele encima, pero Basil lo impide. —¡¿Quieres tranquilizarte por favor?! —exclama Basil—. Compórtate.Donovan se detiene, se aleja y se pasa una mano por el cabello, no entiendo por qué está tan desesperado por encont
MÍAGuardo la foto que Basil me tomó y la dejo debajo de un libro de poemas que traje conmigo desde Italia, dentro de uno de los cajones del tocador, tirando a la basura la foto que me dio Portia, da igual, si ella de verdad atesorara esa foto, no me la hubiera dejado, pero lo que no deja de martirizar mi cabeza, es por qué Basil me llevó al mismo lugar que llevó a Portia hace años. Sé que cuando ellos dos estuvieron juntos, yo estaba con Lance, no nos conocíamos, no sabíamos siquiera que existíamos el uno del otro, aun así, creo que yo jamás le haría hacer algo que hice con Lance, y aun así, me sigo sintiendo defraudada. La puerta se abre, Basil entra quitándose la camiseta negra que se le ciñe al cuerpo, dejándome ver su perfecto cuerpo, él se da cuenta de mi mirada y me sonríe. —Quiero follarte. Mi estómago se encoge, no, no quiero que lo haga. —Yo no me siento bien —mi voz es apenas audible. Se detiene en medio de la estancia, justo cuando tenía la intención de acercarse. —
MÍAEntro a la habitación y enseguida Basil no tarda en hacer lo mismo. —Mía. —Es hermoso el vestido —trato de no sonar demasiado irónica. —Es para que lo uses esta noche —argumenta colocándose a mis espaldas—. Quiero que lo uses. —¿A dónde me llevarás? —me aparto y me doy la vuelta para enfrentarlo—. Tu Voyeviki mencionó un sitio llamado Diamant Basil se me queda viendo por un par de segundos, unos que parecen toda una eternidad. —Pareces molesta. Sí, lo estoy, celosa, molesta, dolida, tengo una lista interminable de palabras y de sentimientos que me ahogan a diario desde que Portia decidió que era buena idea regresar de la tumba, pero me lo callo, no quiero que piense que soy una inmadura, mucho menos ahora que estoy esperando a su hijo. —No lo estoy, ya te dije que estoy cansada, eso es todo —mierda, quisiera sonar tan coherente como en mi cabeza. —Mía, es una sorpresa. —No me agradan las sorpresas, prefiero saberlo antes —me cruzo de brazos.—Estás actuando de manera ext
MÍALas alarmas en mi cabeza me gritan que salga corriendo del auto, cada terminación nerviosa de mi cuerpo me provoca un cosquilleo que parece interminable, estar dentro de un auto con una mujer que me quiere ver muerta, no ayuda en nada, mucho menos el que Portia no me quite los ojos de encima. —¿Por qué me miras tanto? —rompo el silencio, cansada de tener sus ojos asesinos clavándose en mi pecho como espadas con veneno. —Trato de descifrar qué es lo que Basil ve en ti. —Entonces aceptas que él me ama. Esboza una sonrisa maliciosa que va de oreja a oreja. —Por supuesto que te ama, aunque no tanto como a mí, pero en fin, él ama muchas cosas, y esta noche te vas a dar cuenta. —¿A dónde me llevas? Si piensas que matarme para enterrarme en un sitio donde nadie me encuentre va a ayudar a que él te miré como antes, estás equivocada. Su sonrisa se desvanece. —No me des ideas, Mía Bennett. —Sokolov —la corrijo solo para molestarla. —Bueno, pues esta noche demostrarás si eres digna
BASILHORAS ANTES—Pareces demasiado contento, hijo. Levanto la mirada, mirar a mi padre en Rusia, es la cosa más extraña, en especial porque tengo entendido que hace años que él no pisaba este territorio, desde que mi madre estaba embarazada de mí, odia la mafia, la violencia y todo lo que tenga que ver con la Bratva, sin embargo, sigue aquí. —¿No tienes negocios que atender en Estados Unidos? —espeto. —Puedo atenderlos desde aquí. —No me digas que ahora piensas hacer el papel de padre presente —ironizo, terminando de beber mi Vodka. Bill se me queda viendo fijo. —Ahora que serás padre, me parece que entenderás un poco mejor mi posición. Tenso el cuerpo. —No me compares contigo nunca, no somos iguales, la diferencia entre los dos, es que yo jamás abandonaré a mi hijo. Bill no parece afectado con mis palabras, la gente lo considera como alguien bueno, pero es un hijo de puta, lo sabré yo de primera mano, es un arrogante, un hombre que gobierna con mano dura, con mano de acero
MÍATrato de cerrar los ojos, hundirme en la fría oscuridad en la que yo sola me he metido, porque el haber dejado que mi corazón me engañara, al creer que las cosas entre Basil y yo iban a estar bien, es algo que me va a pesar. Hace poco más de una hora que llegué del Diamant, las náuseas se me atoran en la garganta y no he dejado de llorar. Pasé más de media hora bajo la regadera, con la esperanza de que el agua helada me quitara esta sensación asfixiante, no fue así, todo lo contrario, luego me puse una pijama y me metí a la cama hecha un ovillo, eso fue lo que pasó realmente. Miro la hora en el reloj, es más de la medianoche, intento una vez más dormir, hasta que llaman a mi puerta, sé que intentan abrir, no pueden, ya que le coloqué el cerrojo para que nadie me pudiera molestar. —¡Mía! —la voz de Viktoria al otro lado de la puerta ni me inmuta—. ¡Abre la puerta, es una emergencia! No, no lo es, quiero gritarle que me deje sola, quiero regresar a Italia, con mi padre, por lo m