Capítulo 307
El teléfono sonó durante diez minutos seguidos sin parar. Nadie habló, pero todos sabían de dónde venía la llamada. Miguel dejó pesadamente la botella de vino sobre la mesa del comedor con una expresión de insatisfacción. Leticia suspiró, dejó la vajilla y dijo impotente:

—Martín, regresa.

Martín se quedó quieto, simplemente sosteniendo la mano de Luna debajo de la mesa y apretándola con fuerza.

—Martín, regresa a casa. Pronto comenzarán las clases y podremos estar juntos todos los días. Agregó Leticia, mientras le daba una palmada en el hombro: —Sí, hoy es el Año Nuevo, no te meteas en problemas.

Quizás las palabras de Leticia funcionaron, Martín dejó los palillos, se puso el abrigo de mala gana y se fue. Luna lo acompañó hasta el auto. Él bloqueó la puerta con su brazo y la abrazó con la otra mano, sin importarle si alguien los veía, luego, le dio un cálido beso en la frente. Hacía frío y el beso de Martín era cálido.

—¿Cuándo podremos estar juntos sin preocupaciones?

La temperatu
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