Capítulo 0163
Al final de la clase por la tarde, recibí la taza de cerámica hecha a mano. De la coloración azul claro, la taza estaba pintada con dos niños, uno alto y otra baja. El niño alto, de poco más de diez años, y la otra baja era una niña, con dos pequeñas coletas mirando hacia el cielo, y sus manos estaban sostenidas en la palma de la mano del niño, e inclinaba la cabeza hacia un lado para decirle algo al niño, y en el rostro del niño con una sonrisa amable y generosa.

Este era el recuerdo más claro que tenía de Martín cuando tenía cuatro o cinco años.

Lavé la taza por dentro y por fuera, la puse sobre la mesa y admiré, como si no pudiera ver lo suficiente. Saqué mi teléfono móvil y tomé algunas fotos, las guardé para que Martín la recibiera y la publiqué para mostrarlas en Facebook.

Después de la escuela de posgrado, los cursos no eran tan apretados como en la Escuela Nacional de Pintura y el tutor a menudo nos llevaba a algunos lugares con paisajes únicos o reliquias históricas, y tamb
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