MILENKASiento que la rabia se extiende por todo mi sistema, es que ni siquiera puedo pensar bien desde que Nicola vino y me dijo toda esa mierda sobre retirar todos los cargos sobre Bea, lo vi en su mirada, él la ama, aún lo hace y eso es lo que me deja un resquemor en el pecho. Lo vi en su mirada, él la ama, la adora, pero lo que más me deja en el hilo de la vida, es que le cree, pueden poner mil pruebas delante de él, pero siempre va a creer en su palabra antes que en la de cualquiera, así que no solo me preparo para lo que se viene en camino, sino, para un enfrentamiento, porque no pienso cortar lo que acabo de iniciar. Aunque si me lo pide y puedo obtener algo a cambio… eso cambia las reglas de mi juego. Estoy tan adentrada en lo que maquino, que no me doy cuenta de que la puerta se abre de par en par. Bianca Hill, entra con su típico aire de grandeza, la odio, ella también me odia, el sentimiento es mutuo, así que sonrío viendo cómo cierra la puerta. —Por el momento debo adm
BASTERMe encargo de que nadie nos moleste, y es por ello que cierro la puerta, me importa una mierda que estemos dentro de la estación de policía, o en el mismo Palacio de la reina de Inglaterra, mi deber es proteger a Bea, se lo prometí a su padre y aunque esta mujer me haga perder la cabeza, no me desvío de mi objetivo. —¿Qué crees que haces? —me desafía con la mirada. Ella es tan exasperante, que pienso en rodear su cuello con mi mano y tal vez matarla, pero rápido descarto esa idea cuando veo en su mirara el miedo y la incertidumbre. —¿Tu lugar no debe estar con Bea? —enarca una ceja llevando sus brazos delante de su pecho, para luego cruzarlos. —No pronuncies su nombre —espeto—. No cuando todo lo que has hecho es hacerle la vida imposible. Frunce los labios, una clara señal de que no soporta que le digan las verdades. —¿Quién te crees que eres para hablarme de ese modo? —puntea con el pie. —Un amigo leal de la mujer que tanto odias. Mis palabras son suficientes para act
BEATRIZEl frío que siento en el cuerpo no se compara con el que hay en el hueco de mi corazón, Nicola no solo no me cree, sino, que está jugando a algo que me hierve la sangre, es decir, no me cree, pero tampoco ayuda y pretende quedarse con Vladimir cuando me encuentro débil, eso es un acto que solo los cobardes llevan a cabo, pero claro, eso débil haberlo sabido. Camino de un lado a otro, Milenka ha ganado, vino a restregarme que ella se lleva la victoria, quisiera regresar al pasado y volver a empezar, desde cero, no se puede, y ahora tengo que enfrentar esto sola, sabía que haber regresado fue un error, uno que estoy pagando caro. Estoy tan adentrada en mis propios pensamientos, que no me doy cuenta siquiera de que la puerta se ha abierto y ha entrado Luca, hasta que su voz armoniosa me saca de mi ensimismamiento. —Bea.Levanto la mirada, ver un rostro familiar y aliado, hace que el corazón me lata al mil. —Luca.Me acerco hasta que mis manos rodean los fríos barrotes que no
NICOLAObservo como se llevan a Bea, la mujer que amo y madre de mi hijo, la impotencia llega con la culpa, me pongo de pie como si de eso sirviera de ayuda para liberarla, no lo es, todo lo contrario, las manos me sudan odio que los policías le pongan una mano encima, no hay más público que nosotros, por ello, giro a ver a Milenka, como medio de salvación. —Detén esto —demando. Sus ojos se enfurecen, pero mantiene la calma. —No, ella debe pagar por… —Haré lo que quieras —digo las palabras que tanto odio moviendo mi cabeza. De soslayo me doy cuenta de que Bea desaparece al tiempo que Luca intenta hablar por teléfono desesperadamente, el juez cruza una mirada cómplice con Bianca, y comprendo que lo que me dijo Lizabetha es real, ellas la odian, y todo es mi culpa. —Nicola, ella debe pagar —Milenka se pone de pie. Sin darme tiempo de hablar o tratar de convencerla, sale de la estancia, no puedo dejar que Bea pase el tiempo en la cárcel, por lo que la sigo, tiro de su brazo cuando
BIANCACuando me subo al auto, mi humor se encuentra como un volcán en erupción, el odio me corroe las venas y mi instinto asesino se dispara, le pido al conductor que se detenga de último momento, el enterarme de esto antes de marcharme, hace que en cuanto veo a Nicola salir como alma que lleva el diablo de la estación, y detrás de él a Milenka con una sonrisa llena de satisfacción, me baje del auto. Milenka me mira y levanta el mentón con altanería. Pero no le enfoco mucho en ella, sino, en mi hermanastro. —Nicola —le llamo. Él detiene su paso, sus ojos me lanzan dagas de fuego y trago grueso. —¿Podemos hablar? —pregunto—. Será rápido. Milenka llega hasta nosotros y envuelve su asqueroso brazo con el suyo. —No tenemos tiempo, lo siento, Bianca, mi padre nos está esperando en su despacho. Sin embargo, Nicola se suelta de su agarre en cuanto las puertas se vuelven a abrir y esta vez sale Bea con Luca y el tal Gary, este último es quien pasa un brazo sobre sus hombros, no nos mi
BEATRIZLa alarma del despertador suena estridente, el problema es que no me interesa, ya que estoy despierta desde la madrugada, ha sido largo el proceso, como cada mañana desde hace una semana, me levanto como costumbre, pero siento que no vivo, y eso se debe a que Vladimir no ha querido hablar conmigo, me odia, desde que le dije que Nicola se iba de viaje, pero que se mantendría en contacto de vez en cuando, me culpa. Y tiene razón, le traje a su padre para luego quitárselo, no es justo para él ni para mí, pero es lo que hay y nadie puede hacer nada. Por otra parte, Lizabetha pasa la mayor parte del tiempo con nosotros, la entiendo, el no estar cerca de Milenka y Evan, es un alivio. Baster está raro, me cuida todo el tiempo, hace cuatro días me dijo que era necesario hablar con el abogado del hombre que era mi padre, ya que al parecer ya pronto se cumplirá con el lapso del tiempo para que pueda acceder al dinero que me dejó, no lo quiero, no lo necesito, tengo planes para ello c
BEATRIZSiento que el piso es removido por una fuerza sobrehumana cuando mis ojos se anclan en los de Nicola, ¿qué hace aquí? Dudo que el plan de Anastasia y Lizabetha haya sido que me encontrara con él, debido a que ellas siguen bailando como si nada. De pronto, algo explota en el techo y cae sobre todos una especie de brillos morados. La música sigue a todo volumen y las personas bailan, por un segundo pierdo de vista a Nicola, luego me doy cuenta de que no está solo, a su lado se encuentra nada más y nada menos que Jared, su hermano menor, con quien en el pasado siempre me llevé bien, éramos cómplices y siempre me ayudaba a darle las mejores sorpresas de cumpleaños Nicola. —¿Te sientes bien? Corto el contacto visual cuando Lizabetha me toca el brazo. La expresión de mis dos amigas es horrible, no quiero que se pasen un mal momento, por ello, niego con la cabeza y vuelvo a colocar en mi rostro la máscara de la sonrisa más fingida del mundo.—Sí, no es nada —miento.—Vayamos a la
NICOLANo puedo resistir el impulso de matar al imbécil que ha tocado a Bea, siempre he sido posesivo con ella, y eso es lo que me lleva a tirar de ella nuevamente y llevarla conmigo antes de que asesine al maldito, desde que la vi, no la he perdido de vista, ni siquiera cuando me di cuenta de que me estaba buscando con la mirada. La misma que me obligó a seguirle los pasos incluso cuando fue al área de los baños, siento que la sangre me hierve y que la manera en la que mi piel hace contacto con ella, es de un modo bullicioso. La llevo a la zona VIP, uno de los tipos al darse cuenta de que soy yo, nos da el paso y pido la suite privada del lugar. —Nicola —dice mi nombre. Intenta detenerme el paso, a estas alturas ya debería saber que eso es imposible, entramos a la habitación y la meto a la mala. —Déjame ir —pide.Coloco el pestillo y cierro con llave, mostrándoselas en señal de triunfo. —No —espeto con dureza. —¿Qué quieres de mí? No podemos hacer esto. —¿Hacer qué? —enarco u