BIANCATodo está listo, nuestro plan salió a la perfección, la idea de que Milenka fuera anoche a la mansión de Nicola, con el pretexto de poder ayudarle con el papeleo de la demanda, fue idea mía, así como el que le diera de beber con un tranquilizante que lo haría sentirse somnoliento hasta el grado de quedarse dormido, incluido el que una de sus muchachas se encargara de llevarles el desayuno con el propósito de que Bea los viera. Miro la hora que marca mi reloj de mano, a esta hora, Bea ya debió haberlos visto, sonrío, porque Milenka está siendo un buen peón, ahora solo falta dar el golpe final, uno que hará que Bea regrese a donde nunca debió haber salido; Italia. Nuestro padre también fue informado, él la odia, cuando la desaparecí, yo misma me encargué de envenenar a mi padre en contra suya, pasó de ser la hija que siempre quiso tener, a la ramera que solo buscaba la fortuna de su único hijo varón, le dolió, pero con el tiempo aprendió a odiarla tanto o más que yo. Sacarle
BEATRIZHace seis años que no veo a Byron Hill, el padre de Nicola, el último recuerdo que tengo de él, es bueno, una cena antes de la fiesta de compromiso, él era el único que estaba enterado, era nuestro cómplice, y ahora, su mirada es fría, tan gélida, que me corta el cuerpo con dagas invisibles. Mi corazón palpita con fuerza, quisiera abrazarlo, como en el pasado, pero Nicola tenía razón en algo, él me odia. El ambiente se torna hostil y demasiado oscuro, retrocedo un paso, apartando la vista de todos, nuestros ojos se encuentran y es estar frente a un Némesis. —Bea —sus ojos me miran con cierta altanería. —Byron —levanto el mentón. Hay un momento de silencio ensordecedor que me pone en alerta. Él, merma el espacio que hay entre los dos, el aire me sofoca y su mirada se siente como una patada en el estómago. —Así que los rumores son ciertos, volviste —no parece feliz de haberme visto, y hasta cierto punto creo que compartimos el mismo sentimiento. —No quiero causar problemas
NICOLAAprieto el volante con fuerza mientras manejo y piso el acelerador, estoy ardido, me han acorralado como si yo fuera el ratón y ellos los gatos. Ni siquiera puedo pensar con claridad en estos momentos, solo sé que me he colocado la cuerda yo solo. Minutos antes… Observo con detenimiento como tanto mi padre como el de Milenka, se toman el tiempo necesario para molestarme, saben que soy impaciente y aún no me dicen por qué me han dejado libre, mucho menos porque estamos en la casa de la familia Yasori, y no en la nuestra, algo se traen entre manos y estoy dispuesto a saber qué es. Byron me sirve un trago, odio estar aquí cuando las cosas entre Bea y yo están mal, ni siquiera me importa el estado en el que me encuentro, saber que otro hombre la pretende y que ella se siente libre de recibir regalos de otros, saca lo peor de mí. El tiempo pasa y mientras estoy aquí, ella debe estar en casa, pensando mal acerca de lo que cree que vio esta mañana con Milenka. —Nicola, como bien
BEATRIZAbro los ojos con pesadez, siento que el aire me falta y el dolor que siento en el pecho, duele como la primera vez que discutí con Nicola. Pedí que me cambiaran de habitación, como supuse, hizo un drama de ello, pero al final lo aceptó. Trago grueso, me duele saber que se va a casar con otra, y no dejo de pensar que quizá se trate de una señal, tal vez lo nuestro ya no deba ser. El destino nos separó por algo, llegando a la conclusión de que no quiere que estemos juntos. Él hará una vida con Milenka, con quien desde un principio iba a estar, antes de que apareciera yo. Con ese pensamiento me levanto, voy al cuarto de baño y me cepillo los dientes, me doy una ducha de agua caliente y salgo con una toalla enrollada al cuerpo, seco mi cabello rubio, saco mi móvil y decido hacer una videollamada a mis amigos. Quienes no tardan en contestar con una enorme sonrisa. Les había contado todo anoche, cuando estaba sola, aquí en Chicago no tengo amigos, solo ellos, en Italia, y Anasta
BEATRIZHay cosas en la vida que no se pueden cambiar, como el hecho de que Byron esté asesinando con la mirada no solo a su propio hijo, sino, a Vladimir, su nieto, su sangre, lo ve como si fuera el mayor error de la vida, y eso me duele, gracias a Dios, Vladimir está demasiado entretenido, viendo a su padre, quien no deja de cruzar miradas envenenadas con Byron. —Tu hijo —repite Byron con la mandíbula desencajada. —Así es —escupe Nicola. Milenka observa la escena con diversión, lo que me hace desear arrancarle los ojos. Pero me contengo. —Entiendo —arguye Byron. Nicola se acerca a mí, y me entrega a Vladimir, a quien cargo en brazos porque soy una mamá osa, y no quiero que se acerque a ellos, no miro al padre de mi hijo, solo murmuro una sencilla disculpa por el desorden. —Lo limpiaré —le aseguro. —Para eso tengo empleadas —responde a secas, Nicola. Asiento y sin decir nada más, giro sobre mis talones y me adentro a la casa, Baster me sigue los pasos, el cuerpo me tiembla y
MILENKAHe ganado una batalla, pero no la guerra, no me sabe a victoria porque sé que Nicola sigue pensando en esa cualquiera, y mientras maneja en silencio, mi cabeza no deja de dar vueltas a lo mismo, al día en el que perdí mi virginidad, el día en el que terminé llorando sola, y en silencio. Cinco años atrás… Reviso que mi maquillaje esté perfecto, sé que soy una vanidosa de primera categoría, pero no me importa. Lo único que me interesa es verme bonita para Nicola, hoy es la cena con los socios de Empire Company, y todos están abajo bebiendo, Nicola más de lo normal, no le conozco mucho, sin embargo, me gusta y sé que yo a él también. Termino de retocar mi maquillaje, saliendo del cuarto de baño que está dentro de la casa del señor Byron Hill, cuando alguien tira de mi brazo y me lleva arrastrando a la habitación adyacente, donde Nicola cierra con pestillo. —¿Sucede algo? —pregunto con el corazón en la boca. —No —responde moviendo el cuello con estrés. Es tan apuesto, que m
BEATRIZLos ojos me pican cuando veo el cheque en blanco que sostiene Byron con altanería, quisiera decir que se trata de una mala broma, una jugada pésima, pero no es así, en su mirada hay determinación, él se quiere deshacer de mí, y acaba de decir que jamás verá a Vladimir como su nieto. —Hazlo, Bea, es lo mejor para todos —insiste, manteniendo su voz apacible. Trago grueso, se requiere todo de mí, para no estamparle la chequera en el rostro, una fuerte punzada en el pecho, hace que me falte el aire. Trato de mantener la calma, es imposible. —Nicola me ama, ¿cómo piensas hacer que borre lo que siente por mí? —inquiero con cautela, sin romper el contacto visual con él. —Eso es algo que se puede arreglar fácilmente —dice—. Una vez que quedes fuera de la foto, Milenka tendrá el camino libre, tiene todos los encantos que un hombre podría desear en una mujer. Sonrío sin gracia. —¿Tanto me odias, Byron? —enarco una ceja con incredulidad. —Rompiste mi corazón, Bea, lastimaste a mi
BIANCAHan pasado dos días en los que Nicola ha andado de un genio del demonio, no quiere hablar con nadie, ignora a todo el mundo y trata mal a la gente de la empresa, sé que es por Bea, todos lo sabemos, lo último que supe de ella es que se fue de la casa con todo e hijo, Milenka ha hecho su mayor esfuerzo porque esté de buen humor, pero nada de eso sirve. Ni siquiera me permite a mí, acercarme a él, y eso me duele, el primer paso ya lo dimos, aún faltan cosas, como el hecho de que ella siga en esta ciudad, no deja de ser una tentación para él. —¿En qué piensas? —me pregunta Milenka, quien está sentada al frente de mí. —En nada importante —respondo tajante. —¿También estás de mal humor? —arguye con una ceja levantada. —No, solo estoy pensando en qué estará haciendo Bea en estos momentos —confieso, tomando un sorbo de café. —Ella ya no es un problema, Nicola se va a casar conmigo —afirma con seguridad y tengo ganas de destriparla por ser tan idiota. —Vas a perder si piensas q