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Capítulo 4: No sé más de mí.

Capítulo 4: No sé más de mí.

【Eva Dreyfus】

Recordar lo que pasó hace siete horas, me deja sin aire de tan solo pensar que Daniel que ayer era mi prometido y Pilar que era mi mejor amiga, hace nada pasaron de serlo, hace nada cuestión de horas tenía una familia y ahora ni siquiera tengo un lugar donde vivir.

Después de correr dos cuadras había decidido caminar otra vez hacia el portón de lo que era mi casa, ya que como me lo había dicho los hombres que vinieron cuando me iba de la mansión.

La embargaron y al ver que era verdad decidí ir a un parque cercano y mientras me compraba algo para almorzar, me senté en una banca alejada del resto y me senté a llorar.

«Sé qué suena patético y poco inteligente de mi parte, pero, todo ha sido un choque de emociones que ni siquiera había tenido tiempo para procesar, ahora veo que la única que estuvo enamorada en esa relación era yo, él nunca me amó».

He estado evitando llorar a la única persona que me puede ayudar, que es mi tía Camelia por parte de mi madre, porque sé la bronca que me espera. Sin darle muchas más vueltas al asunto porque ya está atardeciendo.

Saco mi móvil y enciendo la pantalla, veo que la app que uso para estar informada de lo que pasa globalmente tiene una notificación para mí.

“Daniel Zambrano, el ex prometido de la hija del famoso CEO de las empresas cafeteras Alfonzo Dreyfus, se hará cargo del manejo de estas como nuevo director”.

—¿Cómo así?, sí, él es un ladrón sin vergüenza, además que la que debería de quedar a cargo soy yo, no él. — Me levanto toda ardida por esta noticia con michas granas de gritar por la injusticia de este hombre. Entro sin perder tiempo en la app Dispoch Noticias y leo que es lo demás que dice.

“Daniel Zambrano también nos ha actualizado de su situación romántica, se va a comprometer con Pilar García, que era la es mejor amiga de la hija del recién apresado magnate”.

Al leer aquello siento que me da una opresión en el pecho, que me cuesta mucho respirar, siento que me puedo desmayar, todo a mi alrededor está frío y caigo sentada en el banco, comienzo a tranquilizarme para tomar un respiro porque creo que me quería dar un patatús.

—Eva Dreyfus, toda una traidora, padre e hija son el mismo tipo de persona, ramera del primer mundo, avariciosa y mal portada… — Me callo y dejo de leer todo el odio que me están echando por culpa de ese mal nacido que no respectó mi privacidad, además de él mismo darme por la espalda a mí.

Sigo tomando aire porque me duele la cabeza, haya dentro, las rodillas y el cuello, estoy muy adolorida como para pasar otro mal rato, aunque eso es lo que me espera, tomo el teléfono otra vez y llamo a mi tía para confrontarla.

—Aló tía, buenas tardes, ¿Cómo estáis? — Le pregunto con educación, al instante ella resopla y sé que es de indignación.

—¿Cómo qué, cómo estoy?, tú eres loca, Eva eres una estúpida por haber dejado a ese muchacho del demonio a cargo de las empresas de tu padre, eres una boba… — Antes de que siga insultándome, respiro y tomo fuerzas para no derrumbarme solo para preguntarle algo.

—Tía… ¿Me puedo quedar en tu casa? — Interrogo con voz quebradiza, ella se ríe del otro lado de la línea, lágrimas salen de mis ojos.

—Eva, tú solo disfrutas del dinero y la comodidad que te daba tu padre y ahora que no las tienes me llamas a mí porque no tienes para dónde coger, ahora que no tienes familia, ¿A dónde está tu orgullo por tu familia?, cuéntame de eso además chica, tú sabes que no somos muy ricos como para acogerte. — Me sigue sermoneándome y solo puedo mirar hacia abajo, ni la tengo en frente, solo me da vergüenza escuchar lo que me dice.

—Amor, solo te puedo tener en la casa tres días porque se nos vence en contrato de arrendamiento porque hemos decidido vivir en la casa de campo de nuestra familia, ya tenemos todo listo para irnos, así que ven que aquí sin importar lo demás te esperamos. — Me acepta cambiando su tono de voz a uno más reconfortante, lo que logra pitarme en el rostro media sonrisa.

—Gracias tía, ya voy para allá. — Le agradezco y ella misma cuelga, me siento tan mal que ni siquiera puedo volver a ver el teléfono, llevo con mucho esfuerzo mi mano frente a mí para poder llamar a un Uber, me dice que es un sedán negro.

Confirmo el precio y me levanto para ir caminando poco a poco hacia fuera del parque, tomo mi bolso que pesa como un costal de treinta kilos de papas y aproximo hacia afueras del parque.

No tardaría mucho así que me apresuro en estar en la principal, ahora no puedo llorar porque tengo que asegurarme de poder idearme un plan de cómo le voy a hacer después de esos tres días en el apartamento de mi tía.

Me voy secando las lágrimas para que nadie me pregunte por qué estuve llorando, no obstante, tengo el alma rota por dentro, siento que he perdido mi corazón porque ni siquiera siento nada en específico y ya no tengo tantas ganas de vivir.

—Quisiera que mi madre estuviera viva para que me ayudase… Me hace falta mi mamá… — Otra vez quiero llorar, pero, me privo de ese lujo, veo que está estacionado un Mercedes Benz, y tiene la misma matrícula que me dijeron que tenía el Sedán. «Creo que es el carro, supongo que se equivocaron de marca».

Abro el sobre de dinero que me dejó el hombre misterioso, saco la cantidad debida de dinero y guardo este sobre dentro de mi falda, dentro de esta tengo un bolsillo secreto lo que me permite guardar con mayor seguridad mi dinero.

Así que abro la puerta del auto y me subo con toda la confianza, aunque siento un tirón en el estómago, lo que me indica que algo anda mal, veo por el retrovisor al conductor y no es el mismo que la app, así que abro la boca de asombro, él se da cuenta.

Justo desde atrás me tapan la boca para que no grite y siento que me golpean por detrás de la nuca, siento como si me han sacado el aire, mis ojos se van hacia atrás y no sé más de mí.

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