Punto de vista de Ángel

"Mami... vamos". Empujo el carrito por la tienda observando cómo mi hermosa Rebel, de apenas dos años, aplaude y grita de alegría cada vez que acelero el paso.

Se parece tanto a él, es como si fuera un personaje innombrable de alguna historia. Apenas heredó mis ojos color miel y mis labios, porque su cabello rubio oscuro, su nariz y sobre todo, ese temperamento fuerte, son idénticos a los de su padre.

"Vamos Rebel, hay que terminar esto pronto, luego te llevaré al parque. ¿Te gusta la idea?" Ella patalea y aplaude de nuevo mientras yo sonrío ante sus gracias.

Me inclino para besar su cabecita antes de terminar las compras, pagar y dirigirnos al auto.

Hace más de tres años que abandoné mi hogar, tres largos años escapando del padre de Rebel, ya que me hirió y humilló. Jamás tuve la oportunidad de decirle que se convertiría en padre, pues la mujer con quien me traicionó ya se había adelantado a contarle lo mismo. Tampoco me atreví a permitir que mis padres descubrieran la situación, ya que eso inevitablemente habría provocado un enfrentamiento sangriento entre mi familia y su club de motorizados.

Mi padre ostenta el título de Don al frente del imperio Moretti, mientras que mi madre gobierna tanto el cartel como la poderosa familia DeNucci. Como su única hija, me convertí en la princesa de ese vasto imperio unificado. Según la tradición familiar, mi hermano gemelo Nathaniel, heredará el manto de Don cuando papá decida retirarse, y a mí me correspondería asumir las riendas de la familia DeNucci, dejando que mi hermano menor, Nico, dirija las operaciones del cartel.

Pero todos los planes familiares se desmoronaron cuando decidí huir. No podía contarles a mis padres lo sucedido porque no quería decepcionarlos. Con veintiún años, estaba embarazada y fui traicionada por el hombre que amaba, me sentí demasiado aterrada para buscar ayuda y muy avergonzada para convertirme en una carga.

Así que al marcharme, corté todo lazo con mi pasado, necesitaba enfrentar mis errores sola. Adaptarme a un nuevo entorno fue complicado, especialmente viviendo por mí y por el bebé que esperaba. Utilicé mis ahorros para conseguir una vivienda y lo indispensable para vivir, invirtiendo el resto en un bar desgastado.

Cambié mi nombre sin arrepentimientos. Mi bar, Eclipse, prospera día a día y me llena de orgullo haberlo transformado con mis propias manos. Vivimos en un pueblo turístico donde constantemente circulan visitantes de todas partes.

El lago atrae turistas en verano y las pistas de esquí en invierno, así que este pueblo tranquilo me ha brindado seguridad y felicidad. Llegué desorientada, pero la comunidad me acogió de tal manera que, ahora no me marcharía por nada del mundo.

Al observar la casa, noto el contraste con la mansión Moretti, pero este es nuestro verdadero hogar. La cerca y paredes blancas con puerta azul parecen sencillas, aunque el interior revela un diseño moderno de planta abierta. Arriba tenemos tres dormitorios con baños privados y un baño adicional. Rebel tiene su habitación junto a la mía y no le falta nada, por lo que nuestra vida aquí es tranquila y satisfactoria.

Al llegar a casa, entro con las compras y Rebel en brazos. La dejo en la sala con sus juguetes mientras ordeno todo, entonces aparece Boomer corriendo. Rebel y él se adoran mutuamente. Adopté a Boomer durante mi embarazo, así que han crecido juntos desde entonces.

Es un Cane Corso negro con una mancha blanca en el pecho, grande pero cariñoso. Nos protege siempre, a pesar de que babea constantemente y tiende a desobedecer las órdenes.

De repente, suena mi celular. Al sacarlo del bolsillo veo que es Coral, quien debería trabajar en el bar esta noche. Suspiro, anticipando que me pedirá cubrir su turno porque su ex, un completo imbécil, seguramente canceló cuidar a su hijo.

Me siento en el sofá mientras observo a Boomer y Rebel.

"Aló Coral, ¿qué pasa?" La saludo.

"Hola Angie, de verdad lo siento muchísimo, pero Steve me falló otra vez y no consigo quien me cuide al niño".

Pongo los ojos en blanco, con tantas veces que le ha fallado este año, ya podría haberme convertido en una millonaria.

"No te preocupes, Coral. No hay problema, pero tenemos que charlar sobre este asunto después. Me encargaré del turno esta noche, pero necesitas encontrar una solución permanente".

Odio ser dura, pero ella sabe que yo también tengo una niña pequeña, además, no cuento con el apoyo que ella tiene, aunque por decisión propia.

"Voy a arreglarlo. De verdad lo lamento, Angie. Te juro que te lo voy a compensar".

Nos despedimos antes de colgar la llamada. Observo a Rebel y suelto un suspiro, aún tengo tiempo de llevarla al parque antes de llamar a la Sra. Lawson para confirmar su disponibilidad. Seguro aceptará, pues adora a Rebel.

"Boomer, ve por tu correa". Le indico, él sale corriendo a buscarla mientras cargo a mi pequeña y la alisto para nuestra salida al parque.

"¿Vamos ya?" Pregunta y le sonrío.

"Sí, cariño, podemos ir ahora". Respondo, besándola en la mejilla.

Despliego el carrito de bebé y la acomodo en él. Asegurarla siempre es una batalla, puesto que se tensa como una tabla y no para de reírse mientras intento ponerle el cinturón.

Marco el número de la Sra. Lawson al mismo tiempo que ajusto la correa de Boomer, esperando con ansia que esté disponible para ayudarme.

"Aló, Angie. ¿Cómo están mis dos chicas favoritas hoy?"

Tomo mis llaves, algunos bocadillos y bebidas, los coloco en el bolso de pañales y lo engancho al cochecito.

"Todo bien por aquí. Perdone por avisar tan tarde, pero Coral llamó y..."

"No me expliques más, llegaré a tu casa a las siete para que puedas irte".

Qué alivio, esta mujer es una bendición en mi vida.

"Mil gracias, me da pena pedírselo así, de repente".

"Qué va, mi niña. Ya sabes que disfruto ayudándote".

"Se lo agradezco mucho, Sra. Lawson. Nos vemos en un rato".

"¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? Llámame Scar. Somos como familia y no tienes que darme las gracias. Hasta luego, Angie".

Cuelgo antes de salir.

Después de pasar un par de horas en el parque, regresamos a casa con Rebel completamente agotada. Le doy de cenar, la baño y la dejo lista para dormir. Cuando la Sra. Lawson llega puntualmente, puedo salir tranquila hacia el trabajo.

Al llegar al bar, veo que está abarrotado, por lo menos así pasará más rápido el turno.

Me bajo del coche y entro. Saludo con una sonrisa a los clientes de siempre mientras me coloco detrás de la barra. La noche avanza tranquila y poco a poco el ambiente se va calmando, entonces le hago una seña a Max y le aviso que estaré en la oficina por si me necesita.

Me encierro en la oficina para tramitar pedidos y revisar la contabilidad, y se me va el tiempo sin darme cuenta.

"Oye, Angie. Necesito que vuelvas a la barra". Me pide Max.

Alzo la vista, le dedico una sonrisa y me levanto. Antes de salir, cierro la oficina con llave.

La música retumba cada vez más fuerte mientras avanzo hacia la barra. Las carcajadas intensas inundan el ambiente, pero hay algo raro en el aire y una sensación de inquietud me revuelve el estómago con cada paso que doy.

Al salir detrás de la barra, me quedo paralizada. No, no puede ser. Ahí están los parches que reconocería en cualquier parte: Los Príncipes de la Oscuridad MC, con sus distintivas puntadas blancas sobre cuero negro y ese diablo rojo alado montando una Harley. El mismo club que él dirige, el mismo que tiene alianza con mi familia. ¿Qué demonios hacen tan lejos de su territorio?

"Ángel".

Se me desorbitan los ojos y el corazón se me atora en la garganta cuando me encuentro con sus ojos azul hielo. Es él; el hombre que destrozó mi corazón, el que tuvo relaciones con su amante delante de mí, el hombre del que escapé... el padre de mi hija.

Es Ryder 'Salvaje' Jackson.