Dulce despertar

Se despertó con el toque de alguien.

Su toque.

La diabla.

Sus ojos se abrieron rápidamente, parecía estar limpiando y volviendo a ponerle las vendas.

Su mirada atravesó su forma mientras trabajaba, luego, se detuvo en su rostro. Cabello largo y oscuro. Ojos verdes afilados. Labios carnosos y apetecibles.

En esta calma después de la tormenta, ella no parecía una diavola. Se veía demasiado hermosa para nacer de la maldad.

Se sintió débil, agotado. Todo dolía pero estaba vivo porque ella lo había salvado.

—Angelo— le murmuró, sonriendo levemente.

—¿Cómo te sientes?

Él observó que su comportamiento era todo negocios. Sin placer.

—Vivo, le debo la vida, Dra. Ross. Grazie

—De nada. Me sorprende que recuerdes mi nombre, especialmente considerando el estado en el que te encon

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