CAPITULO 30Las enormes puertas se abrieron dando entrada a un salĂłn en la planta baja del palacio principal, en el cual habĂa toda una pared de cristal que mostraba una plena vista al hermoso jardĂn de las afueras, en el centro de dicho salĂłn habĂa una hermosa decoraciĂłn de azul rey con dorado y blanco, asĂ como bellas esculturas en cada una de sus esquinas. HabĂa una mesa redonda y unas cĂłmodas sillas alrededor. — Es un hermoso lugar. — Comento la princesa Virginia a su compañera Loretta. — Lo es, aquĂ su majestad disfruta de la lectura algunas tarde, hoy será una de esas, quizá lo hace para no estresarse con tantos asuntos de guerra actuales."Nunca pensĂ© que el fuera un hombre que le gustara la lectura, tiene una apariencia de ser más el tipo que disfruta del libertinaje sin sentido" PensĂł Virginia ayudando a su compañera a acomodar y preparar el salĂłn. — Ten cuidado, no vayas a romper nada Virginia, serĂa problemático para las dos. — Si, lo tendrĂ©. — RespondiĂł la princesa extra
CAPITULO 31……….— ÂżQue has dicho? ÂżElla está esperando nuevamente? — Pregunto el Rey Lance a su secretario Real. — Si su majestad, la concubina no quiere irse del palacio hasta no verse con usted. — Lance frunciĂł el ceño de inmediato. — Dile que no la verĂ©, inventa cualquier absurda excusa. — El hombre asintiĂł yĂ©ndose rápidamente. En ese momento Lance Lamparth veĂa venir hacĂa el a alguien muy emocionado saludando agitando su mano derecha. El Rey de Maita hizo una expresiĂłn de desagrado. — ÂżQue haces aquĂ? — Preguntaba a ese hombre alto y de un rubio claro que se veĂa muy animado. — ¡Sabes que adoro estar presente en las fiestas del pueblo! — El Rey suspirĂł para con una expresiĂłn aburrida para continuar caminando. — ÂżAsĂ que piensa ir a la fiesta de los caballeros? Lleva suficientes escoltas no vaya a ser que te embriagues nuevamente y andes acosando señoritas. — El BarĂłn Allen Jones comenzĂł a reĂrse ante el comentario de su amigo. — ¡Sabes que eso fue por la discusiĂłn que tuve c
CAPITULO 32— ÂżQue acabas de decir? ¡No estĂ©s jugando de esa forma! — RespondiĂł de inmediato el Rey Lance molesto. — No estoy jugando, pero esa niña ha pasado por mucho, entonces pensé… ÂżNo serĂa genial hacerla odiar a su propio Reino? Si eso sucede, ÂżNo serĂa sencillo manipularla para que coopere con nosotros?El Rey Lance sonriĂł maliciosamente ante la sugerencia de su amigo. — Eso me agrada más, parece que no has estado perdiendo el tiempo del todo Allen ÂżDime quĂ© tienes en mente?El BarĂłn Allen Jones se acercĂł hasta el Rey apoyando su mano derecha en el hombro izquierdo de este. — Vámonos de aquĂ y hablemos de esto en tu oficina, podemos sacarle mucho más provecho a esa niña utilizándola que simplemente causándole humillaciĂłn forzando a quĂ© sirva en el palacio.Lance Lamparth asintiĂł y ambos hombres salieron de ese salĂłn camino a la oficina privada del Rey, el sabĂa que su amigo el BarĂłn Jones era muy confiable, lo conocĂa de prácticamente toda su vida y nunca le habĂa traicionado
CAPITULO 33Entre más veĂa a sus alrededores, más notaba los rasgos de los ciudadanos de Maita, los cuales eran en su mayorĂa rubios y de ojos verdes o marrones. TambiĂ©n veĂa que todos lucĂan muy alegres se notaba en sus expresiones lo felices que estaban de haber ganado la guerra contra Gorian, en algunos sectores hacĂan obras callejeras sobre la guerra o en burla al paĂs de origen de esa princesa disfrazada. Virginia se detuvo a observar una en particular, en la que hacĂan ver quĂ© la princesa de Gorian estaba cautiva en Maita y que era la favorita del Rey enemigo. Ella observaba con una expresiĂłn cabizbaja como hacĂan saber al resto que era la Ăşnica mujer de la realeza enemigo sobreviviente. — No debieron dejarla con vida. — Cierto, tambiĂ©n merecĂa morir. — ¡La gente de Gorian son como bestias! — ¡Tienen que pagar caro el ataque a nuestra naciĂłn! — La Reina Casandra era muy joven para morir esa princesa deberĂa estar siendo castigada duramente.Virginia comenzĂł a temblar mien
CAPITULO 34Incluso las frĂas palabras que le dijo en aquel momento eran más como obligadas que por deleite de verla sufrir. — Gracias, de verdad tenĂa mucho frĂo, pero ÂżEstará bien usted señor Jones?— El hombre de cabello corto y rubio claro sonriĂł dulcemente. — Si, estarĂ© bien, estoy acostumbrado al clima en Maita, no es tan frĂo como crees y los inviernos son aĂşn peores, esos si son bastante frĂos. — DecĂa metiendo sus manos en las bolsas de sus pantalones frontales. — Es la primera vez que estoy tan lejos de mi hogar, yo… SalĂa de ves en cuando a la ciudad capital en Gorian, pero con una de mis madrastras o con mis medias hermanas, las querĂa mucho a todas… Nos llevábamos muy bien y ni siquiera pude estar en sus funerales, las extrañare toda mi vida."Es curioso, he escuchado de otros harem en Reinos del continente y siempre existen riñas, disputas y muertes entre las mismas familias reales, en Maita nunca se llegĂł a eso debido a que Abril siempre fue una concubina de adorno para
CAPITULO 35— Lo siento. — Dijo Virginia disculpándose. — ÂżPor quĂ©? — No, yo solo… Usted ha sido muy bueno conmigo señor Jones… CreĂ hace unos instantes que se burlaba de mi y eso me disgusto rápidamente devolviendo el abrigo y queriendo irme de aquĂ, es un bello lugar y es una grandiosa vista, cuando observo la ciudad desde aquĂ, mi amor al arte me hace querer plasmarlo en un lienzo y eso me llena de emociĂłn y causa en mi una gratificante sensaciĂłn.— ÂżEs asĂ? Si quiere podemos volver ya, aĂşn es muy temprano y para cuando lleguemos al palacio podrá pintar un poco antes de la media noche. — Virginia se sorprendiĂł ante la sugerencia del hombre rubio frente a ella, no esperaba algo como eso. — No, yo… Esta bien, solo volvamos cuando sea necesario no tiene que hacer algo asĂ por mi."Si volvemos ya, el querrá ver mis pinturas y probablemente se quede a mi lado todo ese tiempo, serĂa demasiado incĂłmodo para mĂ, además el Ăşnico hombre con quiĂ©n solĂa hacer eso seguido era mi prometido Etha
CAPITULO 36— Es aquĂ, el vestuario femenino, ingresĂ© y la dama dentro le dará las cosas necesarias, hay un baño en el interior, cambiase y guarde el horario en un bolsillo de su falda, no tiene tiempo que perder en una hora su majestad comenzará su dĂa. — Entendido. — Con una expresiĂłn seria Virginia ingreso al salĂłn mencionado."AsĂ que el Rey de Maita ni siquiera ha despertado" PensĂł mientras la mujer dentro del lugar le daba el nuevo uniforme viĂ©ndola con una frĂa expresiĂłn. "Ya me estoy acostumbrando a esas miradas, para la gente de Maita soy la causante de la muerte de su anterior Reina" Para cuando la princesa Virginia habĂa salido, el mayordomo estaba de brazos cruzados muy molesto. — ¿CĂłmo es posible que dure tanto tiempo cambiándose unas simples prendas? ¡Tiene que ser más rápida! Esto no es un juego señorita Virginia, si no quiere volver al edificio de la servidumbre y a servir como una del aseo en la cocina g
CAPITULO 37— ¡Sabes perfectamente de lo que hablo! — DecĂa el Rey de Maita mientras se recostaba en el espaldar de su asiento cruzando sus brazos. Allen lo miraba seriamente y en un momento se acercĂł a Virginia susurrando a su oĂdo que saliera de la oficina por unos momentos. Ella asintiĂł yĂ©ndose de inmediato, ya que despuĂ©s de todo la pesada atmĂłsfera la hacĂan sentir que en cualquier momento se iba a desmayar. Una vez el sonidos de la puerta cerrada se escuchĂł, Allen Jones volviĂł a hablar seriamente. — ¿Por quĂ© estás haciendo las cosas tan complicadas? DeberĂas cumplir con tu parte, a este paso no lograremos el cometido. — DecĂa Allen acercándose a pasos rápidos hasta estar frente al escritorio del Rey. — ¡Para ti es fácil decirlo! A mĂ me da asco cada vez que la veo. — PensĂ© que un Rey como tĂş podrĂa fácilmente guardar apariencias ÂżNo? ÂżEstás admitiendo que esa simple niñita te saca de quicio tan rápi