Respiro hondo, tratando de tranquilizarme, porque Aella no puede tener razón.

No puede ser que todo el mundo le perdone lo que nos ha hecho, porque todavía estamos padeciendo el daño que nos ha hecho a todos.

El daño que me ha hecho a mí y mi familia.

No, nadie puede verlo y sentirse feliz con su presencia, con todas las cosas que ha dejado atrás.

No, dudo que eso sea siquiera posible.

“Tengo mucho miedo, Sia”, me dice mi loba interior y entiendo por qué, considerando que me la pasé dos años escondiéndome de él para evitar que se hiciera con la fortuna de mi familia.

Que lograra matarme.

“No vamos a permitir que nada de eso pase”, le respondo cabreada, incluso gruñendo con fuerza.

―Vamos―me dice esta vez Mara, quien ha reemplazado a Valentine y está a mi lado―debemos regresar antes de que los omegas nos ataquen, qu