“No estamos aquí de vacaciones”, dijo Helen enérgicamente, “¿No podrías ser más razonable?”.

Aery guardó silencio. Bajó la cabeza y empujó la comida, luciendo muy miserable.

Arianne no cedió. Después de que terminó de comer, llevó a Aristotle al patio para jugar.

Aery también lo acompañó. “Oye, hermana, mi viejo amigo me invitó a salir para divertirnos. ¿Quieres venir? Solo voy por un rato. No va a pasar nada con mis amigos alrededor. Eso estará bien incluso si mi papá me encuentra. Iremos a lugares de mucho tráfico. No me iré con él”.

Arianne sabía que hacer que Aery se quedara en el Chalet de Tremont no era realista. Todo lo que podía hacer era rezar para que Aery no causara ningún problema. “Piensa en esto. No seré responsable de nada de lo que te suceda. Será mejor que le preguntes también a tu mamá. No puedo decidir y no tienes que pedir mi aprobación”.

Aery tomó la mano de Arianne y actuó de una manera linda cuando dijo: “Sabes que mamá no me dejará salir, hermana. No tengo