"Bien, veremos el oráculo". Nunca había ido a ver el oráculo del pasado o del presente porque nunca había tenido motivos para hacerlo. La diosa nunca tenía nada que decirme a mí o sobre mí, así que no había motivo para consultar a su portavoz. Eso no significaba que no supiera dónde se encontraba e
"¿Qué dolor?", preguntó Valens, pero la oráculo no hizo más que llorar, las lágrimas caían por su rostro con más rapidez.Tenía la impresión de saber de qué hablaba, pero cuanto más lloraba, más dudaba de entender a aquella dama.Había pasado por el infierno y había vuelto a Villa Roja. Había días e
"Escúchame aunque sea un minuto". Me cogió de la mano cuando me daba la vuelta para irme. "Sé que te he hecho daño pero tengo tantas cosas en el pecho que quiero decirte"."¿Por qué debería importarme que tengas tantas cosas en la cabeza? ¿Cómo voy a ayudarte a desahogarte?". Aparté la mano del agar
"Prefiero pasar diez mil noches sola en la cama que pasar un segundo en la cama contigo", gruñí. Se tambaleó hacia atrás como si las palabras le hirieran físicamente."Te quiero", dijo con voz desdichada, como si hubiera pronunciado las palabras mágicas y supiera que no llevaban su magia habitual.L
"¿En qué puedo ayudarle?", pregunté mientras tomaba asiento frente al suyo. En lugar de responder, rodeó su escritorio y enterró su cara en mi cuello. Su aliento me hizo cosquillas en la piel hasta que se quedó inmóvil. Supe sin lugar a dudas que había olido a Lucien en mí por la forma en que se que
Me levanté y observé horrorizado cómo el otro niño salía corriendo, pero Lucien era demasiado rápido, lo tiraba al suelo y lo molía a palos. Habría cometido su primer asesinato a los doce años si algunos adultos no hubieran caminado por entonces. Le rompió los puños a ese chico porque me había tocad
"¡Deja de seguirme!""Celeste, ¿puedes parar un minuto?" Continué siguiéndola. "Tenemos que hablar, por favor"."No puedo hablar contigo, ¿verdad? No quiero ponerle las manos encima a la Luna por error y ganarme una sentencia de muerte". Soltó, caminando más rápido. La gente de la calle nos miraba a
Señalé una lata hacia las partes más sórdidas de la manada, donde teníamos las mazmorras. Hacía mucho tiempo que no venía, pero lo había hecho con la suficiente frecuencia como para que el lugar me siguiera resultando familiar. Entré en el edificio que albergaba las mazmorras. La fachada del lugar l