Las segundas parejas eran raras. De hecho, era raro encontrar pareja ni hablar de segundas parejas. Alrededor del veinte por ciento de los hombres lobo nunca encontraban a sus parejas y más del treinta por ciento de los hombres lobo encontraban a sus parejas después de aparearse con otra persona. So
Su mirada ardiente no se apartó de la mía mientras señalaba un asiento en el que caí con mis ojos tratando de evitar los suyos. Artemis estaba aullando de alegría, emocionadísima, pero me contuve de leer algún significado en sus acciones. Aprendí pronto que no podía sentirme decepcionada si no esper
“Intentaste envenenarme”. Maldita seas, Skylar. Te maldigo por ponerme siempre en aprietos y por obligarme a hacer algo tan terrible como envenenar al Príncipe Alfa. “Debería castigarte”. Mi corazón dio un vuelco ante eso. ¿El castigo para él significaba muerte o tortura? Yo sólo podía esperar lo pr
“¿De dónde vienes?”, preguntó Lucien con el ceño fruncido y las manos fuertemente cruzadas sobre su amplio pecho. Mi cabeza se apartó de su rostro para mirar mis zapatos mientras las olas de su ira amenazaban con enterrarme.“Fui a ver al Alfa”. Él se puso de pie mientras cerraba la puerta detrás de
“¿Por qué no me respondes? ¿Llevaste a cabo el plan de Skylar? ¿Qué quiso decir Jabari con “la luna”? ¡Contéstame, maldita sea!”. Él golpeó la pared al lado de mi cabeza, lo que me hizo alejarme de él. Él respiró pesadamente por la nariz y la boca.“Yo… no sé por qué estás haciendo esto. ¿Por qué es
“Primero, intentaste envenenarme y ahora, ¿me traicionas otra vez?”. El Príncipe Alfa rebuscó en una cómoda de espaldas a mí.Mientras mi loba aullaba de felicidad por nuestra proximidad, en mi interior me estremecí de terror, sabiendo que esto era malo, terrible para mí.Había dejado de negar que é
“Siéntate, Aysel”. Me dejé caer en mi asiento sin esperar a que dijera nada más. “¿Por qué esta es la única bolsa que tienes?”. La ira en sus palabras me hizo temblar en mi asiento como una hoja. Intenté calmarme pero no pude. No podía dejar de temer al hombre que medía cerca de seis pies y medio co
Dormí en la cama del príncipe esa noche. La misma cama que la manada reservaba para los alfas distinguidos que estaban de visita por un corto tiempo. Los alfa no podían permanecer en la manada de otro durante más de tres días, excepto en ocasiones especiales, porque el desequilibrio de poder puede d