Su bondad

Sus ojos todavía estaban fijos en mí.

¿Qué diablos estaba haciendo?

No tenía miedo de él ni de su comportamiento poseído, pero tenía miedo de lo que sucedería y de lo que haría. Cuando se acercó, Gregor me empujó detrás de él y enfrentó a Morfeo, que era más alto y más grande que él.

—¿Qué deseas? —preguntó Gregorio.

La habitación se ha quedado en silencio y todos observan cómo se desarrolla el drama.

—¡Mía! —Morfeo gruñó y su voz ni siquiera se parecía a la de un hombre.

—¿Quién es el tuya? ¿De qué estás hablando? ¡Vete a la mierda de aquí!

—¡Mía! —Morfeo lo dijo de nuevo.

—Tu... espera, ¿eres Morfeo? —Gregor finalmente lo logró. Se volvió hacia mí—. ¿Es Morfeo?"

Asentí lentamente. —¿Qué?

Gregor se volvió nuevamente hacia Morfeo. No sabía lo que estaba a punto de decir o hacer, pero sabía por la mirada en los ojos de Morfeo que no se lo iba a tomar a la ligera. Tenía los puños cerrados y sus orbes estaban más oscuros de lo habitual. ¿Eso ocurre cada vez que alguien se enoja? ¿O simp
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