Sin embargo, su cuerpo se escurrió, esquivando hábilmente a Jazmín.

—Robar secretos de la empresa puede llevarte a la cárcel. Si entrego este video a la policía, ¿crees que te arrestarán?— dijo Lina con calma.

Jazmín la miraba incrédula, con pánico evidente en sus ojos. Se dio cuenta de lo que eso significaba y su expresión cambió al instante. Comenzó a suplicar:

—Lina, por favor... ¡por favor, no lo hagas!

Si Lina entregaba ese video a la policía, su vida estaría arruinada para siempre. Robar secretos de la empresa no era un delito menor, especialmente con la cantidad de dinero involucrada. Podría enfrentar años en prisión.

—Por favor... Lina, no lo entregues a la policía. He cometido un error, ¡realmente lo lamento!—Jazmín rogaba desesperadamente, esperando que Lina la perdonara.

Daniel, que estaba cerca, sonrió con una mueca de burla.

—Si hubieras sabido esto antes, ¿verdad? Señorita Ramírez, esto no es algo nuevo para ti, ¿verdad?

Jazmín no pudo prestar atención a las pal