Capítulo 254
—Ve, ¡quítale el teléfono a esa tal Lina!

Con estas palabras, varios matones se agolparon y comenzaron a golpear la ventana del auto con martillos. Se escuchó un estruendo cuando la ventana se rompió y los vidrios cayeron sobre Lina, mientras la alarma del auto comenzaba a sonar estridentemente.

—¡Tú eres Lina, dame el teléfono!

Con estas palabras, uno de los matones intentó alcanzar el teléfono de Lina.

Lina se apartó rápidamente y con un movimiento preciso, pateó al hombre directamente en la cabeza, haciendo que sangre brotara de su nariz.

—¡Cómo te atreves! ¿Qué están haciendo en plena luz del día?

El hombre se llevó las manos a la cara, gritando de dolor,

—Maldita mujer, te voy a enseñar una lección.

Pero antes de que pudiera avanzar, varias elegantes limusinas negras llegaron al lugar, y sus conductores, entrenados y alertas, rodearon rápidamente al grupo de matones.

Los matones, intimidados por la repentina llegada de los guardaespaldas, quedaron atónitos.

—¡¿Qué están esperando
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